The Vaselines, al escenario «oculto» del Primavera Sound

El Primavera Sound organizó ayer lunes un evento en Madrid para descubrir al público cuáles son las bandas que tocarán en el escenario «oculto» del festival, el Heineken Hidden Stage. Bajo una serie de pistas para adivinar, a pesar de un errorcillo en una de ellas que no podía invalidar al resto, el personal estaba convocado para ver actuar a un grupo sorpresa. Pero que no la había, vaya, que estaba claro que eran The Vaselines, conjunto que se hizo muy conocido por ser uno de los predilectos de Kurt Cobain y que Nirvana versioneó devotamente. [Debajo de la crónica está la ficha con las nuevas incorporaciones al Primavera Sound]

Con puntualidad británica instigada por la cuenta atrás que ofrecían en la sala varias pantallas, de obligado cumplimiento ya que el show se iba a retransmitir por «streaming» y el hacer tiempo tomando una cerveza delante del ordenador no tiene tanta gracia, cuando llegó la hora prevista inmediatamente cayó el telón y apareció el grupo escocés disparando un poperísimo «pa-pa-papa-paa», el comienzo de la canción «High Tide Low Tide» de su último disco «V for Vaselines».

En esta fusión de voces inicial, las del dúo formado por Eugene Kelly y Frances McKee, y también en el dinamismo del fraseo que proseguía, encontramos dibujada la esencia de una banda con un sentido melódico excepcional, en donde la primacía del buen estribillo es incuestionable y tiene la más alta dignidad.

La particularidad del concierto estribaba en dos aspectos. Por un lado, por el reducido y selecto público invitado en el que había varias caras conocidas del «star system» (o lo que sea) indie patrio. Entre las alrededor de las 100 personas estaban Jota y Florent Planetas, Joaquín Pascual (de Mercromina, que también tocarán en este Heineken Hidden Stage del Primavera Sound), Joe Crepusculo, varios Punsetes, Drexler, Leonor Watling y Vinila von Bismark, entre otros. Y por otro lado, el concepto ultratecnológico que envolvía al show, de interacción constante con el público, en el que la organización invitaba a «controlar la intensidad del concierto con tus tuits».

Se disparó fuego en un momento dado, las pulseras de los asistentes se encendieron en brillante verde Heineken en otro punto, se lanzaron fastidiosas pelotas del color corporativo (que solían ir a parar a la cabeza de Drexler)… y los Vaselines por ahí, demostrando que su propuesta, que fusiona el preciosismo pop con aguerrida energía y hasta cierta suciedad («Rory rides me raw» o «Dying for it»), es una delicatessen accesible para amplios paladares y que actualmente defienden con sobriedad, incluso con un punto de timidez, «savoir faire» y ninguna nostalgia. Sus últimos dos discos así lo atestiguan.

Pero claro, los clímax, aunque contenidos, vinieron de la mano de las canciones apadrinadas por Kurt Cobain, o sea «Son of a Gun», «Molly’s Lips» y «Jesus doesn’t wants for me a sunbeam». Tras esta última y mítica tonada, después de 40 minutos justos de reloj, cayó un saco de confeti verde sobre la banda y fi..photocall.