Zenobia y Juan Ramón Jiménez
Zenobia y Juan Ramón Jiménez - ABC

Zenobia Camprubí, más que la mujer del Nobel

Publican el «Diario de juventud» de esta pionera, que fue la verdadera luz de Juan Ramón Jiménez

Madrid Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Muchos la veían como la mujer del Nobel, su secretaria y su enfermera; la que remontaba sus depresiones y soportaba sus crisis nerviosas. Nada más lejos de la realidad. Detrás de Zenobia Camprubí (1887-1956) hubo una mujer bilingüe, culta y exitosa. Una mujer que se rebeló contra los techos de cristal y la desigualdad de género sin caer en excentricidades. Una mujer a la que ahora conocemos más gracias a «Diario de juventud. Escritos y traducciones», publicado por la Fundación Lara y el Centro de Estudios Andaluces.

La historia de la literatura sentenció a Camprubí como «la mujer del Nobel», ignorando un pasado que explica muchas de las cosas que ocurrieron después. «Lo que constata este libro es que existe una Zenobia anterior a la relación con Juan Ramón Jiménez», explica el editor del libro, Ignacio Garmendia.

«Tiene el encanto de mostrarnos una Zenobia muy joven, con un mundo de intereses anchísimos, como siempre tuvo antes de conocer a Juan Ramón».

Educación exclusiva

Zenobia era la mayor de cuatro hermanos y estudió en Estados Unidos durante casi un lustro. Recibió una educación exclusiva pero decidió no hacer Bachillerato a pesar de que su tutor la veía perfectamente capacitada. En casa no lo vieron necesario y su padre le compró una máquina de escribir con la que fue afinando su estilo y con la que más tarde transcribió muchos de los trabajos de Juan Ramón, una dedicación por la que tradicionalmente se ha pensado que Zenobia Camprubí vivió como si fuera la secretaria sumisa del escritor.

Sus diarios contienen entradas breves, no siempre diarias. A través de ellas se revela una mujer resuelta y a la vez bien educada. Apunta cuestiones del día a día y coloca junto a ellas un símbolo positivo o negativo en función de si actuó bien o mal. Además del diario, el libro compila artículos, relatos inéditos y textos sobre su vida en común con Juan Ramón, líneas en las que explica que el autor «no tiene términos medios, o está muy bien o está muy mal. La única dolencia real física que le conozco la lleva con una extrema paciencia».

A pesar de su educación refinada, Zenobia defendió con determinación la igualdad entre hombres y mujeres. En este sentido, el libro también recoge algunas conferencias como aquella sobre el sufragio femenino en la que señaló que «el voto de la mujer en España, y hay que decir las cosas como son, no lo han conquistado ellas, se lo han regalado los hombres». Fue de las primeras en sacarse el carné de conducir y vivió muy adelantada al tiempo que atravesaba España, de donde salieron sin billete de vuelta al comienzo de la Guerra Civil. Aunque nunca cursó el Bachillerato, sí impartió clases de lengua y cultura castellana a los militares del Pentágono, señal inequívoca de que estaba a la altura de su marido.

«Ella organizaba la vida de Juan Ramón y era el motor de su vida», resume Carmen Hernández-Pinzón, heredera del escritor. «Ella quería que él fuera por el camino que más le convenía, pero también luchó para que las mujeres votasen, estudiasen o pudieran aprender idiomas. Fue una de las pioneras y la historia la relegó a la sombra del escritor cuando ella no era la sombra, sino la luz de Juan Ramón».

Ver los comentarios