ABC para UNE

Polis y caos. Reflexiones sobre el origen de la política

Pocas veces un libro aborda con tanto rigor y claridad un tema tan extremadamente complejo como es el del principio de la política

Jesús Ezquerra EFE

Juan Manuel Aragüés Estragués

Pocas veces un libro aborda con tanto rigor y claridad un tema tan extremadamente complejo como es el del principio de la política. Sin embargo, quien conozca la obra de Jesús Ezquerra , como su magnífico “Un claro laberinto”, dedicado a la filosofía de Spinoza, no se extrañará de la clara sabiduría que atraviesa su último libro, « Polis y caos. Reflexiones sobre el origen de la política ».

En esta obra, Ezquerra se aplica a conjugar la política sobre la base de tres conceptos, «diferencia, multitud y común» , y una preposición, «entre». Pues la política es, según entiende el autor, el arte que nos permite transitar de la diferencia que nos caracteriza y atraviesa, un topos, evidentemente, muy spinoziano, hasta la multitud –también aquí resuena Spinoza- como sujeto que construye lo social como expresión de lo común. Por decirlo «a la griega», la política, si quiere ser democrática, ha de recorrer el camino que nos lleva de lo «idion», lo particular y privado, a lo «koinon», lo común y compartido. La política viene a ser lo que sucede “entre” los seres humanos cuando estos se empeñan en erigir ese monumento colectivo que es la sociedad, cuando hacen de lo común su modo de estar en el mundo.

Nos encontramos ante un libro que despliega, a pesar de su brevedad, una ingente cantidad de conocimiento. El lema azoriniano de «lo bueno, si breve, dos veces bueno» es una de las señas de identidad de la obra. En efecto, para desplegar su argumentación, Ezquerra realiza un recorrido que, aunque tomando asiento especialmente en la Grecia clásica y homérica, no renuncia a buscar herramientas mucho más actuales, las que se encuentran en las páginas de Negri y Hardt, Arendt, Castoriadis o el Comité Invisible . Con todo ello, y a pesar de que el libro elige Grecia como territorio privilegiado, el autor desarrolla una reflexión que apela al núcleo de nuestras preocupaciones políticas contemporáneas.

Si la política en Grecia puede ser entendida como un proceso de tránsito de lo particular a lo común, de la aristocrática sociedad homérica a la democrática sociedad de la polis, esa tensión entre lo particular y lo común no deja de ser una de las problemáticas más características de nuestras sociedades actuales, en las que los egoísmos idiotas (en el sentido etimológico del término) están poniendo en riesgo la supervivencia misma del planeta, de aquello, por tanto, que más tenemos en común. Y cuya exclusiva comprensión como común colocaría a salvo de la 'pleonexia', el deseo de siempre tener más, que caracteriza al neoliberalismo contemporáneo, Lordon dixit en 'Los afectos de la política'. Otro autor, Lordon, también editado, por cierto, por las Prensas de la Universidad de Zaragoza.

Caos y polis. Para los griegos, en el origen todo era caos. Y ese caos, Platón así lo señala en el ámbito cosmológico, debe ser ordenado. Pero en Grecia, cuando a lo social se refiere, se establece una pugna sobre la ordenación del caos, es decir, existen diferentes modos, fundamentalmente dos, de ordenar ese caos. Una es la forma aristocrática, jerárquica y excluyente, en la que el 'demos', el pueblo, es apartado de la participación política, e incluso acusado, como puede verse en el famoso episodio de Tersites del canto II de la 'Iliada' de Homero, de ser la expresión de ese caos. Cuando el plebeyo Tersites se atreve a tomar la palabra en la asamblea, Odiseo le hace callar violentamente, golpeándole, y señalando, entre otras muchas cosas, que sus palabras carecen de orden, «acosma» señala Homero. Del mismo modo que los dioses han ordenado el caos para convertirlo en cosmos, la ideología aristocrática encarnada en Homero (y luego en Platón), señalará que únicamente la aristocracia está en condiciones de ordenar las palabras y, con ellas, el orden social .

Muy otra es la concepción que nace con la 'polis', con la ciudad, según la cual es la propia 'polis' la que expresa el triunfo sobre el caos haciendo de la palabra algo común, perteneciente a todos. La “isegoría”, el igual acceso a la palabra, tiene, para la ciudad democrática, el mismo peso que la “isonomía”, la igualdad ante la ley. De ahí que Pericles, tras las previas reformas de Solón, Clístenes y Efialtes, finalizara por dar voz al conjunto de la ciudadanía. De ahí, también, la importancia de los sofistas, como maestros de palabra de un “demos” que comienza a ordenar su discurso y, con él, la sociedad y el mundo. De ahí, finalmente, el odio aristocrático de Sócrates y Platón por los sofistas.

La política entendida como ejercicio de lo común, como 'entre' democrático en el que, desde las diferencias particulares se teje lo que a todos importa. No es, desde luego, una reflexión inoportuna para los tiempos que corren , en los que un cierto caos se vislumbra en el horizonte como efecto, precisamente, de los particularismos insolidarios que nos asolan y que ponen en peligro la comun-idad. Pues, como señala una campaña que estos días puede verse en las calles de Francia, «cuando todo sea privado, estaremos privados de todo». El libro de Ezquerra es, qué duda cabe, una magnífica herramienta para, desde una bellísima descripción del acontecer griego, repensar nuestro presente. Una invitación que no deberíamos echar en saco roto.

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