Jonathan Safran Foer: «Trump es lo peor y lo mejor que le ha pasado al medio ambiente»

El novelista estadounidense regresa al ensayo con «Podemos salvar el mundo antes de cenar»

Safran Foer, en Barcelona, durante la entrevista Pep Dalmau

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Explica Jonathan Safran Foer (Washington D. C, 1977) que, después de su controvertido y exitoso ensayo «Comer animales» , lo último en lo que pensaba era en tropezar de nuevo con la muy metafórica piedra de la no ficción. Menos aún en volver a escribir sobre comida. «Estaba convencido de que después de mi última novela vendría otra novela», asegura el autor «Todo está iluminado». Pero no. Después de «Aquí estoy» lo que ha venido es «Podemos salvar el mundo antes de cenar” (Seix Barral)» , ensayo sobre el impacto de la ganadería en el medio ambiente y, por extensión, de la relación entre ingesta de carne y cambio climático. ¿El mensaje clave? Cambiar nuestra dieta es suficiente para cambiar el mundo.

«Nunca hubiese pensado que escribiría otro libro que tuviera algo que ver con la comida. De hecho, tampoco creía que me importase tanto la comida», subraya Safran Foer, para quien lo importante no es tanto convencer a los demás como convencerse a sí mismo de la importancia de comprometerse con la sostenibilidad. «Me convencí de que me gusta ir a las manifestaciones y escuchar las noticias correctas, pero aún tengo una huella de carbono importante . Me oía decir “alguien tiene que hacer algo con el cambio climático”, pero luego no hacía nada», confiesa. Escribir, añade, fue su palanca de cambio. El interruptor que trajo la luz. «Escribir un libro es una buena manera de cambiar, en parte porque termino dedicando mucho tiempo a pensar en algo. En cierto modo, es un diálogo conmigo mismo», explica.

En «Podemos salvar el mundo antes de cenar» Safran Foer combina el rigor del dato en bruto con reflexiones de calado personal , confesiones carnívoras –ahí está su debilidad por las hamburguesas de los aeropuertos– y episodios históricos que vienen a ilustrar que el esfuerzo individual no sirve de nada sin el empuje colectivo. «Los cambios que hacemos en nuestras propias vidas son buenos e importan, sí, pero sobre todo por la influencia que tienes en los demás. Que comas una hamburguesa o dejes de tomar un vuelo ni destruye ni salva el planeta, pero tiene efecto en la gente que te rodea », detalla. Él mismo, apunta, ha cambiado su coche por uno eléctrico y ha decidido no coger más aviones para ir de vacaciones.

-¿Y cómo maneja la contradicción de tener que estar viajando en avión para presentar un libro en el que aboga por lo contrario?

-Estoy lleno de contradicciones, sí, pero esta probablemente sea la más fácil de justificar, ya que creo que si puedo hablar con cientos o miles de personas y que piensen sobre esto, el vuelo habrá merecido la pena. Con una novela hubiese sido diferente. No sé cómo lo hubiese justificado. Se podrá decir que soy un hipócrita, pero para mí es importante. Y trataré de compensar de alguna manera.

-¿Existe alguna responsabilidad añadida por el hecho de ser un escritor conocido? ¿Siente que lo que haga tiene ser servir de ejemplo?

-Yo no lo veo así. Siento una responsabilidad como persona, aunque, en realidad, no sé si soy la mejor persona para responder esa pregunta. De hecho, puedo decir que no, pero ya he escrito un libro como este dos veces. Y uno de los puntos del libro y tal vez incluso el punto central es que nuestros sentimientos no importan tanto como nuestras acciones. Así que, en este caso, mis acciones sugieren que siento una responsabilidad.

Sin perder de vista datos más o menos alarmantes como que los humanos consumimos 65.000 millones de gallinas al año o que hay cerca de 30 animales en granjas por cada humano que hay en el planeta, a Safran Foer le entra la risa cuando recuerda que su doble personalidad, ese diálogo entre el autor de novelas de impacto cinematográfico como «Tan fuerte, tan cerca» y el ensayista comprometido con el planeta, no funciona del mismo modo en todos los países. «En Alemania, por ejemplo, soy el tipo que escribió “Comer animales”. Luego descubrieron que además era novelista. Y en otros países publicaron el ensayo, sí, pero no parecían estar demasiado emocionados», recuerda. En su cabeza, sin embargo, no hay distinción que valga y novelista y ensayista se han conjurado para convertir este libro en, asegura, el más personal que ha escrito nunca.

El más personal y, según se mire, también el más crítico y combativo. «Creo que es el único libro que podría haber escrito en este momento. Era algo que ocupaba muchos de mis pensamientos y sentimientos», sostiene. Debe ayudar, y mucho, vivir en uno de los países más contaminantes del planeta. «Es irónico, porque Donald Trump es, al mismo tiempo, lo peor y lo mejor que le ha pasado al medio ambiente . Su ignorancia ha reforzado la sabiduría de la gente y su apatía ha forzado marchas con millones de personas. Eso nunca habría ocurrido con Hillary Clinton en la presidencia, reflexiona el autor estadounidense, para quien la joven Greta Thunberg no puede ser más que un ejemplo a seguir. «Es maravillosa, pero no hay que olvidar que sólo tienes 16 años y sólo es un ser humano. Obviamente es la narradora más efectiva sobre el cambio climático y tal vez la persona más carismática que he visto, pero no podemos cometer el error de quererla; tenemos que inspirarnos en ella para cambiar nuestras propias vidas», relata.

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