«Alfonso XIII se enamoró de la marina deportiva en cuanto la conoció»

El Museo ABC acoge la presentación del libro «Los barcos de Alfonso XIII», de Luis Tourón Figueroa

Alfonso XIII, en su balandro «Tonino», en una regata en Santander (1914) ABC
Julio Bravo

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El Museo ABC acogió ayer la presentación del libro «Los barcos de Alfonso XIII. Las regatas de una época 1902-1931», escrito por Luis Tourón Figueroa , aviador, navegante y regatista, y uno de los principales conocedores -como dejó constancia en el acto- de la historia de la vela en España. En la mesa le acompañaron el director de ABC, Bieito Rubido, que ejerció como anfitrión; Juan Melgar, director de la Librería Náutica Robinson y editor del libro; y Julia Casanueva, presidenta de la Federación Española de Vela, que destacó los conocimientos esclarecedores del autor acerca de la evolución histórica del deporte de la vela.

La génesis del libro, contó Tourón, está en un encuentro que tuvo en Sanjenjo con el Rey Emérito Don Juan Carlos hace dos años. La suspensión de una regata les permitió tener una larga charla, durante la cual el autor del libro le reveló a Don Juan Carlos que su abuelo, el Rey Alfonso XIII -también un gran aficionado a la navegación-, tuvo veintisiete barcos, un detalle que el Rey Emérito desconocía. Animado por éste a escribir un libro contándolo, Tourón abandonó momentáneamente la escritura de la historia de la vela en España para centrarse en el relato de la relación de Alfonso XIII con este deporte, que tuvo en él y en la Monarquía, según explicó, un verdadero impulsor y defensor.

Apoyado en la proyección de un puñado de fotografías -procedentes de los archivos de la Casa Real, de la familia López-Dóriga y de ABC, que ha colaborado en la elaboración del libro, como así lo reconoció y agradeció el autor-, T ourón fue desgranando con profusión de datos, fechas y un vasto conocimiento de la materia la historia del idilio de Alfonso XIII -y también de su esposa, la Reina Victoria Eugenia- con la vela. «El Rey estuvo desde muy pronto involucrado en la marina, y se enamoró de la marina deportiva en cuanto la conoció». Tuvo, según contó Tourón, su primer barco de regatas en 1904; aquel año se construyó en Ferrol, bajo la dirección de Joaquín Barriere, aquel primer barco.

Luego vendrían más, seismiles, ochomiles, y hasta quincemiles, bautizados con distintos nombres: «Giralda», «Tonino», «Nenúfar», «Hispania», «Osborne»... Así hasta veintisiete, de los que hoy siguen navegando cuatro de ellos. A través de la afición real por la vela, Tourón traza su trayectoria en España, así como sus antecedentes en el mundo y los principales hitos que vivió este deporte durante el período en que reinó Alfonso XIII, y que es al que se circunscribe el libro. Repasa la historia de la vela en el siglo XIX -en 1870 se creó el Real Club de Regatas de Santander, principio de la vela deportiva en España-, la historia de este deporte en nuestro país, los primeros barcos de regata y, finalmente, los barcos del Rey Alfonso XIII.

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