El catedrático Pedro M. Piñero junto a uno de los volúmenes de la «Obra completa» de Mateo Alemán
El catedrático Pedro M. Piñero junto a uno de los volúmenes de la «Obra completa» de Mateo Alemán - juan flores
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Mateo Alemán, un escritor olvidado sin el que jamás se hubiera escrito el Quijote

Se edita en tres volúmenes la «Obra completa» del escritor sevillano en un trabajo coordinado por el catedrático Pedro M. Piñero

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Mateo Alemán (Sevilla, 1547-México, 1614) publicó una de las obras fundamentales para la historia de la literatura, el «Guzmán de Alfarache». Editada en dos partes en 1599 y en 1604, respectivamente, esta narración va más allá de ser una novela picaresca, ya que fue fundamental para abrir el camino hacia la narrativa realista moderna en Europa. Por todo esto y porque este año se celebra el cuarto centenario de su muerte, se acaba de publicar por primera vez su «Obra completa» (Ibeoramericana Editorial Veuvert) en tres volúmenes gracias a un proyecto que ha durado cuatro años de investigación y que ha sido coordinado por el catedrático de Literatura Española de la Universidad de Sevilla Pedro M. Piñero.

Comenta este profesor que el principal rasgo que diferencia a Mateo Alemán es que «los escritores anteriores a él solían escribir para el público culto, pero en el Guzmán se escribe para el público de la calle y se describe la vida de cualquier español de los siglos XVI y XVII, utilizando la lengua común».

Pero, lejos de caer en vulgarismos, el autor sevillano «no escribe con una lengua complicada y para eruditos como hacían Góngora y Quevedo. Esa lengua del común está tratada con mucho cuidado para que ocupe el lugar de dignidad que debe tener», aclara Piñero.

Como en la novela de Mateo Alemán todo está narrado de una forma verosímil, Cervantes aprovechó ese magisterio para su Quijote, pero estableciendo, según Piñero, dos críticas a la obra de este escritor: prescinde de la autobiografía que conduce a una interpretación unilateral de la vida, y se aleja del estilo de Alemán, que es de narración y consejo. En todo caso, hasta que el escritor sevillano no publicó en 1599 la primera parte del «Guzmán de Alfarache», Cervantes se caracterizaba por haber escrito obras de marcado carácter clásico, según la tración grecolatina, como la novela pastoral «La Galatea» (1585) o la tragedia «El cerco de la Numancia» (1585). Incluso, Pedro M. Piñero admite que el escritor de Alcalá de Henares quiso publicar la primera parte de su Quijote antes que el segundo libro del Guzmán, pero Mateo Alemán se anticipó un año.

Hay que tener en cuenta que Mateo Alemán era un auténtico erudito porque estudió en las universidades de Sevilla, Salamanca y Alcalá de Henares:«Era un humanista y un gran conocedor de los textos clásicos, de los textos bíblicos y de la patrística, es decir, que conocía profundamente la historia de la Iglesia, tal vez por su condición de judio converso», admite elcatedrático.

A raíz de dicha ascendencia judía, Alemán trató de hacerse un hueco en la sociedad sevillana sin lograrlo finalmente. Eso le llevó a convertirse en hermano mayor de la Cofradía de Jesús Nazareno (El Silencio), remodelando las antiguas reglas medievales de la hermandad y modernizándolas. Las nuevas reglas tendrán una vertiente social porque atenderán a los pobres, presos, enfermos y a los hermanos que estaban moribundos.

La «Obra completa» de Mateo Alemán se ha podido publicar gracias a la subvención de la Junta de Andalucía a través de la Secretaría General de Universidades, Investigación y Tecnología de la Consejería de Economía, Innovación, Ciencia y Empleo. Igualmente, ha colaborado la Cátedra Extraordinaria Luis Cernuda, dirigida por José Manuel Camacho. Además, en el grupo de investigación de este trabajo han colaborado profesores de las universidades de Colonia, Tolouse, Sevilla, la Autónoma de Puebla (México) y de Jaén.

Concluye Piñero diciendo que «se debería atender a personajes de primera fila. No se puede perder la memoria de uno de los más grandes escritores de todos los tiempos».

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