ARTE
William Gompertz: «Un artista es cualquiera que crea algo, de un ingeniero a un chef»
El divulgador y crítico de arte británico apuesta por una idea de la creatividad abierta a todas las disciplinas
William Gompertz (Kent, Reino Unido, 1965) iba a venir a España, al Museo Picasso de Málaga, antes de que se desatara este caos en el que estamos inmersos, pero se ha tenido que quedar en su casa. No obstante, teníamos un cita pendiente para hablar y así ha sido. El carácter divulgativo de sus palabras y libros no solo explican lo que ha dado de sí el arte del último siglo -para lo bueno y para lo malo-, sino también lo que puede traer de ahora en adelante, cuando la creatividad está al alcance de todos y se hace más necesaria que nunca.
Después de leer sus libros, no me queda muy claro si usted es un defensor o detractor del arte contemporáneo.
Estoy a favor. Estoy a favor de todo el arte contemporáneo, ya sea bueno, malo o indiferente. La capacidad de expresarse libremente en el arte sin miedo ni concesión es algo digno de celebración.
¿Es lo mismo mercado del arte contemporáneo, que ahora se tambalea, como todo, que el arte contemporáneo?
Pueden serlo. Cuando Banksy hizo trizas su lienzo en Sotheby’s en 2018, estaba manifestando precisamente eso: el arte y el comercio están estrechamente ligados y son, si no la misma cosa, dependientes el uno del otro. Warhol expresaba la misma idea cuando dijo: «Un buen negocio es el mejor arte». Este es el hombre que imprimió un billete de un dólar y lo vendió por muchos miles más. Eso es un buen negocio. Se podría argumentar que las dos fuerzas, el arte y el comercio, se unieron de manera espectacular en 2017, cuando una pintura muy restaurada llamada Salvator Mundi , y que hacía poco que se había atribuido a Leonardo da Vinci, se vendió por cerca de 500 millones de dólares. Sin embargo, también vale la pena recordar que la inmensa mayoría del arte se hace sin tener en cuenta el mercado. Incluso hay artistas que se niegan a vender su trabajo.
¿Cuáles han sido las grandes mentiras del arte contemporáneo?
Ha habido muchas mentiras y fiascos. Marchantes respetables que venden falsificaciones descaradas u obras de las que no son dueños; el artista que «expuso» en la bienal de Venecia del año pasado un barco en el que habían muerto centenares de emigrantes (el tema de la muestra era el entretenimiento); la alucinante cantidad de dinero gastada en arte malísimo. Pero el mayor fiasco con diferencia es el alarmante número de artistas de todo tipo que son torturados, encarcelados y asesinados por regímenes opresivos todos los días.
«Como dice un viejo refrán, cada generación tiene el arte que se merece»
¿Y las grandes estafas del mercado del arte?
Me da la sensación de que es usted un tanto escéptica respecto al arte contemporáneo. Como dice un viejo refrán, cada generación «tiene el arte que se merece». Y como dijo Shakespeare en Hamlet , todo el arte está ahí para sostener un espejo frente a la Naturaleza. De modo que, hay estafas en el arte, igual que hay estafas en la vida, pero el arte contemporáneo en su conjunto no es una estafa: es hermoso, peligroso, vital, controvertido e iluminador. La mayor estafa siempre ha sido el intentar silenciar a los artistas.
¿Duchamp sigue siendo el origen de todo o está ya más que superada esta tesis?
Él fue la tormenta que despejó la madera muerta e hizo sitio para nuevas formas de pensar, ver y expresar. Fue el artista que propuso un urinario como obra de arte en 1917. Lo eligió porque era, como dijo él mismo, anti-retiniano: una visión poco atractiva. Fue concebido como un acto de destrucción, un misil Exocet esmaltado dirigido al núcleo de los poderes establecidos del arte burgués, alineados con una clase política responsable de una guerra horrible y sangrienta. No era el momento para la belleza, sostenía Duchamp. Si el arte tenía algún sentido, debía decir la verdad sobre lo que estaba sucediendo, que era feo y vulgar. La música se volvió disonante, la literatura se fragmentó, el teatro se volvió absurdo y el arte se volvió feo.
«Todos los humanos somos artistas, y pensar como uno te lleva a la fuerza vital»
En sus años de divulgador cultura, ¿cómo se las ha arreglado para explicar, por ejemplo, el discurso conceptual?
Los comisarios son académicos y, por lo tanto, no siempre se expresan de maneras fácilmente comprensibles. Lo mismo puede decirse de los artistas, y esa sea probablemente la razón por la que eligen comunicarse a través de imágenes en vez de palabras. Ha habido ocasiones en las que he podido ayudar traduciendo sus ideas y argumentos a un lenguaje menos arcano.
En una entrevista que le hice hace años en Madrid, usted se preguntaba por qué tiene que ser bonito el arte. También, por qué tiene que hacerlo un artista. ¿Sigue pensando lo mismo?
Sido pensando lo mismo. Nos lleva de nuevo a Duchamp, pero también a los grandes filósofos de Oriente y Occidente. Hay belleza en la verdad, tenga el aspecto que tenga.
¿Es distinto pensar como un artista que ser un artista?
Depende de cómo se defina la palabra «artista». Se podría argumentar que un artista es cualquiera que crea algo, desde un ingeniero hasta un chef. O se podría definir de manera más estricta como alguien que produce imágenes que no tienen ningún valor más allá de sí mismas, que no tienen un propósito funcional. Personalmente, creo que todos los humanos somos artistas, y pensar como uno te lleva lo más cerca posible de la fuerza vital. El trabajo de uno, sea el que sea, no tiene que venderse por mucho dinero para ser válido.
Teniendo en cuenta los tiempos que vivimos, ¿los futuros artistas serán los ingenieros?
Ya lo son, al igual que los matemáticos y los científicos. Siempre ha sido así. Leonardo da Vinci fue ingeniero, y Piero della Francesca, matemático. La idea de reducir a una persona a una sola función es un concepto relativamente nuevo que se desarrolló en torno al sistema educativo universitario. Es innecesariamente limitadora y, en mi opinión, completamente superflua.
