ARTE

La vida de las formas según el cubismo

El Pompidou de París organiza una de esas muestras llamadas a ser canónicas sobre los preceptos de esta vanguardia artística

Detalle de «La procesión. Sevilla» (1912), de Francis Picabia

José Jiménez

Desde luego, hay exposiciones y exposiciones. Y ésta supone todo un punto de inflexión, una excelente nueva síntesis; en aportación de datos, planteamientos teóricos y obras reunidas, sobre uno de los movimientos artísticos iniciales y de mayor proyección en el periodo histórico de las vanguardias: el Cubismo. Se trata de un proyecto conjunto del Centro Pompidou y del Kunstmuseum de Basilea , adonde la muestra viajará el 31 de marzo. En París, se exhiben 300 obras, con una excelente presentación y montaje, articuladas en las salas en 13 secciones siguiendo un orden cronológico.

El objetivo es trazar un panorama lo más completo posible del Cubismo desde sus inicios en 1907 hasta su fase final en 1917, coincidiendo con la I Guerra Mundial, y apuntando su influencia en los movimientos artísticos posteriores.

En su arranque se sitúan un conjunto de factores desencadenantes. En primer lugar, la obra de Cézanne , fallecido el 22 de octubre de 1906, y a quien se dedica una retrospectiva, en París, en el Salón de Otoño de 1907 . Junto a ello, están también la irrupción de formas de representación no tradicionales en síntesis con otras culturas, como es el caso de las obras de Gauguin , o de lo que entonces se llamó «arte primitivo».

Ahora en París se exhiben 300 piezas, con una excelente adecuación y montaje

En ese ambiente de búsqueda artística de lo nuevo, como había ya anticipado literariamente Baudelaire, Pablo Picasso y Georges Braque pondrán en pie el lenguaje plástico del Cubismo. De la representación «ilusionista», con pretensiones de reproducir la realidad -algo a lo que en aquellos momentos se podía acceder con facilidad mediante la fotografía- se pasa a un planteamiento conceptual que transfiere la visión a las estructuras y formas geométricas.

Es importante señalar que, a diferencia de otros movimientos vanguardistas, el Cubismo no fue inicialmente un proyecto de grupo, y que sus principios no estuvieron fijados previamente en manifiestos. Y así, el nombre «Cubismo» proviene de una manifestación polémica de Matisse contra los «pequeños cubos» que configuran los paisajes de L’ Estaque , pintados por Braque en 1907. En ese mismo año tiene también lugar la gran culminación pictórica del movimiento: Las señoritas de Aviñón, de Picasso.

Extranjero, bienvenido

Poco a poco se van incorporando otros nombres, y entre 1911 y 1914, la celebración de los salones cubistas da una gran proyección pública a la corriente, abriendo incluso la participación de artistas que no vivían en Francia. En 1913, el gran poeta Apollinaire señalaba: «El Cubismo auténtico (…) sería el arte de pintar nuevas constelaciones con elementos formales tomados no de la realidad de visión, sino de la concepción». Conceptualismo plástico, por tanto . Una dimensión que, más allá de las fechas históricas del Cubismo, tiene una presencia central en todas las fases y momentos del arte contemporáneo. Las obras y documentos reunidos nos transmiten el modo profundo en que los cubistas recogen y transmiten el dinamismo de la vida moderna: las formas nunca son estáticas, se desplazan, mueven, giran, se invierten… Y, a la vez, utilizando materiales cotidianos, abrieron la vía para técnicas y soportes hasta entonces inéditos, como los collages , los papeles pegados, las construcciones o los ensamblajes.

Temáticamente, se produce también por vez primera la plena incorporación de los lenguajes comunicativos de la modernidad -la escritura del diseño, de la publicidad y de los periódicos, las nuevas formas de la vida- en las obras artísticas. Decisiva resulta igualmente la atención a la música, con la intensa presencia de instrumentos musicales , sobre todo la guitarra, pero también el violín, la mandolina o el clarinete, e incluso la partitura. Son signos claros de la voluntad de intercomunicación del Cubismo, que a la vez están en la raíz de su proyección en las diversas variantes de la literatura, la música o el cine.

Lo cotidiano, las estructuras con las que vivimos, pasan a ser motivos de representación. E igualmente relevante es el gran número de desnudos femeninos desde el antecedente de las Cinco bañistas (1885-87), de Cézanne, donde se alumbra el eco de las formas en los cuerpos del deseo . Ciertamente, el estallido de la guerra en 1914 supuso también un proceso de irradiación intenso del Cubismo y la aparición de nuevos planteamientos.

Ni semilla ni feto

Pero como síntesis final del significado y alcance del movimiento, siempre he considerado especialmente preciso y revelador lo que Pablo Picasso le dijo a Marius de Zayas en 1923. Frente a los que lo consideraban «un arte de transición», el malagueño sostenía: «El Cubismo no es semilla ni feto, sino un arte que trata fundamentalmente de las formas ; y cuando se crea una forma, ésta adquiere vida propia».

Esto es lo que nos dio y nos da el Cubismo: la vida de las formas en el arte.

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