Detalle de alguna de las piezas de FOD en la Sala Verónicas
Detalle de alguna de las piezas de FOD en la Sala Verónicas
ARTE

Seguros en mitad de la vorágine

José Luis Cremades, FOD y Javier Arce. Tres proyectos que no puede dejar de visitar aquel que pase ahora por Murcia

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Se ha superado. Y lo ha hecho de nuevo en su tierra. El proyecto «STRÛTS», de FOD (acrónimo de Francisco Olivares Díaz, Puerto Lumbreras, 1973), posiblemente tuvo su germen en esa otra instalación que preparó hace un par de años para Cartagena dentro de la programación artística del festival La Mar de Músicas. Las posibilidades de aquella pieza, en las que convergían pintura, escultura y arquitectura, contenidas entonces, explotan ahora y demuestran la potencialidad de un creador al que poco se ha visto fuera de Murcia.

Resonancias místicas

Bien es verdad que este montaje viajará en parte en febrero a Madrid (Tabacalera). Pero el sabor que le aporta un espacio como la Sala Verónicas (antigua iglesia desacralizada) será difícil de repetir.

Porque un obsoleto ámbito sagrado es el mejor escenario para cimentar esta metáfora sobre la necesidad de habitar, encontrar refugio. Y así brotan, aparentemente desordenados (lo que no es cierto, ya que unas piezas dan pie a las siguientes), en cualquier rincón, conformando habitáculos, guetos inestables que precisan de andamiajes, precariedad que es sinónimo de estos tiempos, en los que nada está asegurado. A su vez, su apariencia, aunque pueda resultar azarosa, se inspira en los suburbios y las periferias, lugares donde la perentoriedad por resguardarse se impone a una finalidad estética, lo que no impide que, todo en sus efímeras construcciones, esté siempre muy pensado.

Los tres artistas trabajan con lo inestable, pero en muy distintas manifestaciones

Trabaja FOD con T-20 galería. Y allí recala ahora un artista que no necesita presentaciones, Javier Arce (Santander, 1973), que también utiliza un espacio habitacional (su cabaña en Cantabria) como punto de partida de « Keep Politics Out of This Picture». Un entorno en el que sentirse falsamente protegidos, ya que hemos entregado nuestra seguridad a cambio de (más) vigilancia y control, y que sirve al autor para criticar la politización de la cultura, y subrayar, una vez más, el poder de las imágenes («con capacidad para cargarse como polos eléctricos»). De ahí la tendencia de su dibujo a manipular las extraídas de los medios y a emplear el periódico como soporte que no aguanta el paso del tiempo.

Por último, acérquense a Art Nueve. José Luis Cremades (Ibi, 1979) propone un tercer refugio: el pictórico. Todo es entonces es un ejemplo depurado con la que el alicantino demuestra que la abstracción no está agotada. Si para Stanislaw I. Witkiewicz el imperativo del arte es despertar el espíritu y provocar sentimientos metafísicos, las degradaciones de Cremades son buen reflejo. En ellas se van estructurando espacios de contemplación en los que el pintor estudia las relaciones entre soporte y pincelada, la necesidad de más o menos pigmento. En el fondo, todo es fruto de la casualidad. Otra inestabilidad admitida.

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