LIBROS

«Poesía completa», Aleixandre para la nueva generación

La vida y la obra de Vicente Aleixandre han marcado durante décadas a los poetas en ciernes. Esta reciente y completa edición aspira a acercar al Premio Nobel a los escritores de la última hornada

Retrato de Vicente Aleixandre en 1958
Jaime Siles

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Vicente Aleixandre es un poeta nuevo, sobre el que creemos saberlo y conocerlo todo y que, sin embargo, sigue estando aún por descubrir . No quiero decir que su obra no hay sido estudiada , que lo ha sido y mucho y muy a fondo y muy bien, desde el iluminador y todavía imprescindible libro de Carlos Bousoño hasta los más recientes de Kessel Schwartz, Hernán Galilea, Dario Puccini, Gabriele Morelli, Giancarlo Depretis, Vicente Granados, Yolanda Novo, Lucie Personneaus, José Olivio Jiménez, Arturo del Villar, Elide Pitarello, Julio Neira, Maya Schärer-Nussberger, Rosa Fernández Urtasun, Francisco Javier Díez de Revenga, Miguel Ángel García, Arcadio López Casanova, Daniel Murphy, Miguel Ángel García, Sergio Arlandis, Alesandro Mistrorigo …

Lo que quiero decir es que Aleixandre es un poeta innovador y por ello absolutamente nuevo: mucho más innovador y nuevo que no pocos de su misma generación. De ahí que su lectura sea siempre exigente porque demanda una activa colaboración por parte del lector, y ello en todas las distintas etapas de su obra. Debemos a Aleixandre una de las mejores definiciones de poesía que conozco: «Fuente de amor, fuente de conocimiento ; fuente de descubrimiento; fuente de verdad, fuente de consuelo; fuente de esperanza, fuente de sed, fuente de vida. Si alguna vez la Poesía no es eso, no es nada».

Poeta de la libertad

Y es que para él la poesía -como escribió en 1930, en la «Poética» que figura en la primera antología de Gerardo Diego - fue unas veces servidumbre y, otras, salida a la única libertad. Y esto es algo que merece consignarse porque Aleixandre fue un poeta de la libertad. A ello alude Pablo Neruda en su poema «¡Ay!, mi ciudad perdida», cuando cuenta «que enderezaba mi vaga dirección/ hacia Cuatro Caminos, al número 3/ de la calle Wellingtonia/ en donde me esperaba/ bajo dos ojos con chispas azules / la sonrisa que nunca he vuelto a ver/ en el rostro/-plenitud rosado- de Vicente Aleixandre/ que dejé allí a vivir con sus ausentes».

Sí: Aleixandre vivió con sus ausentes, todos sus amigos exiliados -como recuerda bien Max Aub, cuando dice: «Nunca perdimos ni perderemos a España del todo mientras viva Vicente Aleixandre en Velintonia»-, pero también con los presentes de varias generaciones desde la del 36 hasta la de los novísimos, pues, como dice Carlos Bousoño, « multitud de jóvenes se formaron al calor de esta lírica, cuyo magisterio vino a ser decisivo » para la evolución de toda la poesía española de la segunda mitad del siglo XX, que sin Aleixandre no se puede explicar: tal fue su amplio, intenso y profundo influjo, que el Premio Nobel vino a reconocer.

Las distintas etapas de su obra muestran una evolución en unidad: un mundo, constituido desde muy pronto, que va ensanchando su cosmovisión

Las distintas etapas de su obra muestran una evolución en unidad: un mundo, constituido desde muy pronto, que va ensanchando su cosmovisión, ampliándola y desarrollándola en sus todas sus diferentes fases. La crítica suele distinguir tres que José Olivio Jiménez sintetizó en tres lemas: comunión, comunicación, conocimiento. Entre ellas nunca deja de haber vasos comunicantes y en todas ellas se advierte el concepto orgánico de poema, de libro y de Obra, que Aleixandre tuvo y que mantuvo siempre. El sentido de arquitectura, que aprendió en Góngora y que explicita en el conocido soneto que dedicó al cordobés, unido a la idea simbolista del libro entendido y concebido como unidad de significación fueron dos principios a los que se mantuvo siempre fiel. Y ello, hasta en los más mínimos detalles, como en el caso de «Pasión de la tierra», «un libro de poemas en prosa» (…) «pero que es o quiere ser poesía» -como le escribe a Juan Guerrero Ruiz el día 1 de abril de 1929- y cuya singularidad en la disposición textual la imprenta no comprendió bien hasta que Alejandro Amusco, en su edición de 2001, de acuerdo con el sentir de Aleixandre, le dio la presentación tipográfica adecuada, al utilizar la llamada «sangría francesa».

Mucho que aprender

O como se ve en la ordenación de sus libros, en los que no sigue un criterio cronológico sino temático , algo que las sucesivas generaciones aprendieron -o intentaron aprender- de él, cuya idea del libro como organismo vivo, en el que unos poemas inciden sobre otros, me ha recordado siempre lo que Nietzsche decía de Horacio: que las palabras de su lírica irradian unas sobre las otras , creando algo similar a una energía eléctrica. Este sentido del libro lo aproxima a lo que Paul Valéry denomina «un poeta consciente», algo que, incluso en su periodo más surrealista, Aleixandre fue porque no renunció nunca a ese «implacable rigor» que él identificaba con «la lógica poética».

Mucho se ha escrito, y se escribirá, sobre su surrealismo heterodoxo , que tanto atrajo la atención de mi generación y que Guillermo Carnero veía ya «in nuce», y como proyecto, en «Cruzada», un poema de «Ámbito», que contiene la clave del título de su tercer libro: «Espadas como labios». También en este primer libro advirtió Eugenio G. de Nora la presencia de uno de los estilemas más característicos de la dicción aleixandrina: el uso de la denominada «o imaginativa» , sobre la que también y en los mismos años escribió José María Valverde. Hay mucho en Aleixandre y muchos Aleixandres también, y en todos ellos hay también mucho, muchísimo que aprender. Que Aleixandre se reedite y que las jóvenes generaciones tengan acceso a ella es un imperativo y una necesidad. Y eso, y no otra cosa, es a lo que esta edición aspira.

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