Pítima a varias manos en el Centro de Creación Contemporánea de Andalucía, en Córdoba

Tomemos las últimas noticias con la seriedad que toda situación compleja requiere y con el irónico relativismo que la actualidad exige. Evaluemos una realidad con la verdad que merecemos todos y exijamos al lector algo de curiosidad e implicación (comenzando por el título). Pero no dejemos que la crítica que merecen las erráticas políticas culturales de las instituciones públicas empañe una interesante propuesta creativa.

Porque « Montaña negra» no es un proyecto curatorial, ni tan siquiera una propuesta expositiva, ni un ciclo de talleres, ni una beca, ni una residencia ni nada parecido. «Montaña negra», en homenaje al Black Mountain College, es el resultado del encargo que el artista gaditano afincado en Madrid Daniel Silvo recibe para desarrollar un proyecto con el cual inicie su andadura el malogrado CCCA.

A partir de ahí, Silvo plantea, replicando el mismo esquema que actualmente está desarrollando en el CAAC hispalense, un experimento creativo en el cual él mismo se transforma en artífice curatorial de un proceso de encuentro multidisciplinar entre creadores audiovisuales, poetas, músicos, arquitectos… Quienes utilizarán dichos espacios como estudios de creación. Durante cuatro meses, siete artistas seleccionados iniciarán un proceso de trabajo, discusión y exposición pública de los avances y resultados obtenidos, bajo la tutorización y orientación de dos solventes y respetados profesionales del medio, conocedores del contexto regional: Jesús Alcaide y Óscar Fernández.

Algo de historia

Pero hagamos algo de historia. El descomunal edificio del Centro de Creación Contemporánea de Andalucía, iniciado en 2008 y concluido y sin uso desde 2013, ahora C3A, proyectado por Nieto y Sobejano, tiene una superficie construida de 12.287 m2. Fue diseñado sobre la base de paramentos desnudos de hormigón, pavimentos continuos y espacios interconectados donde en planta predomina el patrón hexagonal. Cuenta con caja escénica, ámbitos de estudio, galerías poco funcionales para la exhibición plástica y sólo siete espacios susceptibles de conformarse en talleres individuales. En 2014, la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales licitó un contrato de servicios cuyo objeto era el asesoramiento artístico para su puesta en marcha. Contrato que quedó sorprendentemente desierto, tal vez por haber carecido de consignación dineraria efectiva, lo que contribuyó a la dilación estratégica del proceso. En el pliego de prescripciones técnicas, el espacio fue definido como «un centro concebido para albergar la producción y creación de obras basadas en los nuevos lenguajes contemporáneos, facilitando las condiciones necesarias para el desarrollo de nuevos creadores», con vocación «de ofrecer un programa de exhibición y distribución que permita el diálogo de artistas y creadores con la ciudadanía y las industrias culturales». Un centro a la espera de un impulso que lo hiciera funcionar.

Si de algo puede servir esta reflexión tal vez sea para poner en claro algunas nociones que los políticos se empeñan en ignorar, lo que les hace tomar decisiones apresuradas y estultas que pagamos todos, ese todos colectivo que se tiene por ignorante. Pero la sociedad, que tiene bien delimitadas cuáles son sus necesidades culturales perentorias, se ha cansado del elogio de la cancamusa.

Contener contenidos

Gestores políticos: la cultura son los contenidos no los continentes. Los contenedores son estáticos, los contenidos dinámicos. Los contenedores son espacio, los contenidos tiempo. Los contenedores conforman, los contenidos forman. Los contenedores esperan a sus públicos, los contenidos los buscan. Los contenedores son materia y tratan de permanecer en un plano físico; los contenidos representan experiencia, perdurando como fuente de conocimiento, perviviendo como memoria. No son, por lo tanto, planos equiparables. Convendría, antes de poner primera piedra alguna, saber qué se pretende y cómo se pretende financiar.

Pítima, también llamada socrocio (ponga algo de su parte, lector), denomina un tipo de cataplasma con base de azafrán que se coloca sobre el pecho y ayuda a confortar los corazones gracias a su poder vigorizante y analgésico. Las últimas noticias, aportadas por la Consejería de Cultura andaluza en rueda de prensa el pasado sábado, anuncian más actividades y una programación más ambiciosa (en arte, supone la entrada en el centro, junto a la danza o el circo, de Falke Pisano y Nicoline van Harskamp, en un edificio que albergará la Filmoteca de Andalucía). ¿Lo entienden ahora? Tal vez, después de cinco años, este estimulante primer paso gestado por Silvo, sea coartada para una andadura que, ya, no se detenga más.