«La gran antropometría azul» (c. 1960), de Mark Rothko
«La gran antropometría azul» (c. 1960), de Mark Rothko
ARTE

Obras maestras de África y alrededores

Podrían parecer distantes, pero las dos últimas muestras del Guggenheim de Bilbao –la que se nutre de su colección y la que repasa el diseño africano– ofrecen muchos puntos de encuentro

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Dos son las exposiciones mayores que coinciden en el Guggenheim de Bilbao. Una de ellas hace acopio de una selección de las obras maestras de la colección de este museo –no de los otros Guggenheim que pueblan y poblarán el ancho mundo de la franquicia norteamericana–. La otra viaja hasta África para remarcar la línea de un mapa creativo (en sus muchas vertientes contemporáneas) que nada tiene que ver con la de un continente pobre en ideas y en medios. No sé si ha habido premeditación en la coincidencia pero el caso es que se cruzan interesantes lecturas. La más rotunda: lo que muestra la colección del museo es algo ya visto en otros montajes tanto individuales (de los distintos artistas) como colectivos y, de ahí, nos queda un sabor de gran reserva pero también añejo tras el recorrido por las salas.

Otra, más rompedora: que los «grandes maestros» africanos tienen que ver con lo ancestral, con ese arte primitivo que tanto gustó a las vanguardias, y que los «nuevos» beben de una globalización que hacen suya de muchas maneras. Vino joven, pero nada peleón, y muy estimulante para los cinco sentidos.

Salas con intensidad

Así que son dos los regustos que quedan en el paladar y que, como siempre, en los perfectos montajes expositivos que se realizan en este museo se disfrutan al cien por cien. Pasemos primero por las salas donde Anselm Kiefer parece pequeño pese a lo grande de sus desarrollos pictóricos; por los espacios donde Oteiza vuelve a manifestarse como algo más que un escultor, como un filósofo del espacio y del tiempo; por las consistentes transparencias de un Chillida que esculpe en alabastro y en acero de la misma manera que «peina» el viento; por un Rauschenberg que cubre la linea del horizonte con su « Barcaza» (la única pieza que comparten en propiedad el Guggenheim de Bilbao y el de Nueva York); por los « Nueve discursos sobre Cómodo», de un Cy Twombly enfadado con el mundo y con la Historia, y de cuya abstracción brota un chorreón de pintura incendiada; por un Warhol «enamorado» de Marilyn en sus mil y una secuencias multicopiadas y multicolores; es el pop consumista frente a la « Erección matutina de Kathreiner», el capitalismo realista de un Sigmar Polke al que la crítica al sistema no se le disimula por mucho que corte y pegue papeles al más puro estilo «pop»... Por supuesto, hay que justificar y enseñar todas estas piezas que llenan el espacio y las salas con su intensidad y su valor revalorizado cada vez que se sacan de los almacenes para protagonizar algún montaje como este, donde las obras maestras lo seguirán siendo (quizás) por los siglos de los siglos.

«Making Africa» se titula la exposición que el Guggenheim dedica al diseño contemporáneo de este continente. La palabra diseño, que funciona como subtítulo, limita el espectro de lo que se muestra. Yo iría mucho más allá, pues la imaginación que configura lo expuesto traspasa los límites de un solo campo creativo. Además de quitarse de encima etiquetas de curiosidad etnográfica ya caducas. África sigue siendo un continente pobre, pero la tecnología ha hecho que muchos talentos –de esos que gusta llamar emergentes– monten sus «chiringuitos» empresariales y creativos.

De las cifras a las obras

Para saber de cifras que avalan esta argumentación basta con echar un ojo a los interesantes textos del catálogo que enmarcan el porqué y el cómo de lo que vemos. Valga un solo ejemplo: «En 2012 se dieron de alta en todo el continente alrededor de 650 millones de teléfonos móviles: más que en Europa o en Estados Unidos». Las cifras son cifras, y las obras, obras; y de las cifras a las obras media lo que esta exposición presenta.

El mosaico se compone con piezas de diseño (objetos, vestidos, páginas web, publicaciones, anuncios...), donde el sentido del humor alcanza una ironía de altísimos niveles críticos; con trabajos de artistas contemporáneos ya bregados en citas internacionales (no olvidemos que el nigeriano O. Enwezor, que ha sido director de la Bienal de Venecia y de la Documenta, asesora este proyecto); con fotografías de clásicos como Seydou Keïta... Como explica el catálogo, no se trata de reunir piezas hechas con retales de reciclaje. Obras maestras de nuevo cuño.

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