La mujer rusa, entre la tradición y la vanguardia

Visión social de la mujer rusa

Entre el documento histórico, el social y el etnográfico basculan las obras que componen Santas, reinas y obreras , la exposición anual del Museo Ruso . En ellas se proyecta la representación femenina en su arte, partiendo de la pintura tradicional, de los iconos, hasta el ocaso del siglo XX, si bien existe una sección fotográfica en la que se pretende acercar la mujer de hoy con imágenes recientes. El recorrido es una sucesión de «cápsulas expositivas» en torno a roles (santas, vírgenes, campesinas, damas, emperatrices, creadoras, madres...).

La representación está mayoritariamente en manos de hombres. A pesar de ello, en el conjunto no se acusan metáforas acerca de la perversidad femenina y de la mujer como vía para la perdición , «lugar común» del imaginario masculino; incluso se resalta la fortaleza de ésta en labores agrícolas, tratamiento heroico que el realismo socialista tomaría imponiéndolo como estereotipo de la mujer rural y de las granjeras colectivistas.

No obstante, cierto costumbrismo y paternalismo se deslizan en algunas visiones de la mujer en su faceta doméstica, como madre y como figura central en torno a la que giran escenas miserabilistas. El drama inunda algunos géneros ciertamente singulares, como el de viudas jóvenes y el de novias «frustradas». En las primeras décadas del XX se suceden retratos que inciden en un nuevo estatus social. De esta aproximación a la representación femenina se obtiene una panorámica de la Historia del Arte ruso desde el siglo XVI hasta hoy a través de cerca de 200 piezas.

«Santas, reinas y obreras. La imagen de la mujer en el arte ruso» . Colección del Museo Ruso . Avenida Sor Teresa Prat, 15. Comisaria: Yevguenia Petrova y Joseph Kiblitsky. Hasta el 27 febrero de 2020.

Tomar protagonismo

El carácter utópico y transformador que acompañó al ideario de las vanguardias estuvo más cerca de cumplirse en los múltiples episodios que se desarrollaron en el contexto ruso. Así, la exposición Libres y decisivas (en el mismo escenario que la anterior) se constituye como una abrumadora puesta en escena de la importancia que la mujer cobró en el arte ruso, revirtiendo una marginal consideración y evidenciando cómo su integración fue efectiva de modo temprano en ese nuevo marco, aunque la muestra arranca con obras de artistas del XVIII. Impresiona comprobar no sólo el número de autores que desarrollaron su trabajo en el marco de las vanguardias, también el incuestionable nivel de sus obras, su implicación en los procesos artísticos y su repercusión. La cita se convierte en auténtico despliegue de piezas soberbias , como una exquisita composición suprematista en azules de Rózanova y otra -ambas de 1916- que, desde la ortodoxia heredada de Malévich, avista futuros desarrollos abstractos; o el vasto conjunto de Goncharova , cuajado de registros formales, desde la mirada al arte popular al eco del expresionismo alemán.

Se producen auténticos descubrimientos o, en su defecto, la oportunidad de dialogar con autoras inaccesibles, como Ksenia Ender , con su personalísima abstracción que desarrolló durante los años veinte; la rotundidad de las piezas de Sofia Dímshits-Tolstaia , pinturas sobre cristal propias de la propaganda de agitación; o Anna Lepórskaia , quien insufló hálito y realismo al Suprematismo. Resulta valiosa la presencia de artistas del Inconformismo, quienes asumieron una arriesgada oposición al poder político al negarse a desarrollar el realismo socialista oficial.

«Libres y decisivas. Artistas rusas, entre tradición y vanguardia» Colección del Museo Ruso . Comisaria: Yevguenia Petrova y Joseph Kiblitsky. Hasta el 8 de septiembre.

Desde lo pequeño

Aunque con sólo 26 obras, todas del primer tercio del siglo XX y la mayoría de pequeño formato, esta selección de la Colección Krystyna Gmurzynska sigue ofreciendo piezas de artistas rusas insustituibles del escenario vanguardista ( Popova, Goncharova, Rózanova, Ekster, Stepánova o Sonia Delaunay ), nos acerca a otras que no gozaron del mismo reconocimiento ( Yelena Guró o Maria Ender ), nos muestra ejercicios en torno al diseño de portadas e interiores de revistas, así como algunas nos proveen de información valiosa sobre proyectos de compañeros varones. Esto ocurre con los diseños que Anna Lepórskaia desarrolló junto a Malévich para el Teatro Rojo de Leningrado , que ardió en 1932, y que suponen la implementación del Suprematismo en lo espacial, dotándolo de una dimensión ambiental. Junto a estos, sobresalen un boceto de Popova para un mural de una cooperativa, de aire heroico, y los collages fotográficos combinados con diseño gráfico de Stepánova para la revista Sovietski Ekran , de una audacia y rigor extremos, sumando una lúcida mirada al cine ruso de vanguardia.

«Obras de artistas rusas en la Colección Krystyna Gmurzynska». Colección del Museo Ruso . Comisaria: Yevguenia Petrova y Joseph Kiblitsky. Hasta el 8 de septiembre.