LIBROS

Juan Tallón, sobrevivir tras el terrorismo

En «Rewind», su cuarta novela, el escritor gallego reconstruye el duelo familiar tras un atentado islamista

El periodista y escritor Juan Tallón

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La talla de un novelista se muestra muchas veces en lo que decide no hacer, aunque habría sido más fácil hacerlo. En este caso la trama desarrolla la vida de los familiares de las víctimas de un acto terrorista, ocurrido en Lyon, perpetrado por una célula de islamismo radical, con la muerte de varios jóvenes, algunos franceses y otros estudiantes Erasmus, que compartían el piso de enfrente al de unos marroquíes. Únicamente se salva, aunque con fuertes secuelas físicas y morales, Paul, un estudiante de Bellas Artes, que por casualidad había ido a baño en el extremo del pasillo, y que es quien narra el primer capítulo, con los días previos, y el capítulo de cierre, con su modo personal de supervivencia.

Es una pena que Tallón (Orense, 1975) haya decidido incluir en este último capítulo, a modo de catarsis final, un detalle de la relación infantil de Emma con su padre que añade poco y exacerba cuando, hasta ese momento, había evitado -y es en lo que Tallón mostraba ser artista- extremar tintes melodramáticos , únicamente rozados en la muerte por accidente del padre de Luca. Además, es pena añadida que el capítulo final lo haga justo con el padre de Emma que había protagonizado el capítulo que me ha parecido mejor de cuantos narran la vida de duelo de los familiares, padres y hermanos de las víctimas.

Hay frases de una hondura lapidaria, que soprenden por la lucidez con la que han sido escritas

Porque no es un libro sobre el terrorismo como acción política o religiosa, sino sobre el duelo que los familiares tienen que vivir tras una muerte así, tan trágica, inesperada, sobrevenida a jóvenes estudiantes de veinte años de edad. Y siendo un libro de duelo en realidad de lo que trata es de la vida que continua detrás de cada muerte, como muestra el excelente capítulo dedicado a la quiosquera Hannah, que suma recuerdos externos pero que sirven muy bien para definir los perfiles de la vida cotidiana en Lyon. No la que había, sino la que queda luego, con jirones biográficos en los que Tallón acumula reflexiones impagables sobre el azar, esperanzas, las oportunidades perdidas, lo que pudo haber sido y ya no será. Hay frases de una hondura lapidaria, sobre las que el lector tiene que volver una y otra vez sorprendido por la lucidez con la que han sido concebidas y escritas.

Tratándose de seis capítulos con cinco historias , la trama ha ideado formas diversas de duelo. Cada personaje que había en torno a la vida segada, la hermana italiana de Luca, la madre y padre de Emma, Helene, madre de Didier, su amiga Violette, etcétera, son distintos y a la vez quedan unidos por el mismo tiempo de vida que la desdicha ha truncado.

Vida rota

Hay escenas de buen novelista atento a detalles como la del reconocimiento de la hija en la morgue, lo que separa al juez sevillano y su mujer; el modo como se describe el trato recibido por el personal del consulado. Todo rezuma vida rota, donde la muerte parece ser el redoble de la vida que queda, retumbando en el corazón roto de quienes amaban o conocen entonces que nada tienen que darse, por no poder sobrevivir enteros .

No es frecuente que una novela trate el terrorismo como resonancia posterior en los familiares. El mejor título que recuerdo es el de Los peces de la amargura, aquel libro de cuentos en que Aramburu sembraba su novela Patria . Pero allí había una denuncia social y política que aquí se ha evitado, porque el acento es sobre la vida imposible detrás de una muerte trágica. Tallón se muestra muy buen escritor

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