Una de las ilustraciones de «Otra vuelta de tuerca», de Ana Juan
Una de las ilustraciones de «Otra vuelta de tuerca», de Ana Juan
MUSEO ABC

Ana Juan: Los árboles sí dejan ver el bosque

La artista valenciana redobla la artillería de sus dibujos con una propuesta en el Museo ABC, titulada «Dibujando al otro lado», en la que se alía con las nuevas tecnologías y la realidad aumentada

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Madriz (sic) me mata. De calor, de pasión, de ilusión, de risas, de música, de amores y colores, de ingenuidad… Así nos las gastábamos a principios de los ochenta los felices (algunos no tanto) e indocumentados urbanitas del Madrid de la Movida. Y allí, en revistas como Madriz -sí, con zeta-, o La Luna, supe por primera vez del encanto dibujístico e ilustrador de Ana Juan (Valencia, 1961). A partir de entonces iba a desarrollar una interesante e incesante carrera ilustrando libros, carteles, anuncios y todo tipo de publicaciones, o colaborando con revistas tan referenciales como The New Yorker, entre otras. También tendría tiempo de recibir el Premio Nacional de Ilustración en 2010 y de tomar parte en un buen número de exposiciones.

Ahora con este nueva propuesta, Dibujando al otro lado, se enfrenta a lo que supone su reto más ambicioso y completo-complejo hasta este momento. No se trata únicamente de mostrar algunas de las ilustraciones y dibujos que componen dos de sus libros más conseguidos: Otra vuelta de tuerca, personal mirada al inquietante y apasionante relato de Henry James; o su no menos personal versión de otro relato universal como es la obra de los hermanos Grimm Blancanieves. En esta ocasión, Ana Juan da un paso más; más aún: da una nueva vuelta de tuerca (no he podido resistir la fácil tentación) en su trayectoria como ilustradora al incorporar las nuevas tecnologías digitales 3D asociadas a la realidad aumentada, e incluso al pujante y creciente universo de los videojuegos.

De esta forma, propone al espectador que se adentre por un doble sendero, observando «simplemente» los dibujos y piezas originales de los que se sirvió para ilustrar esos libros, y, por otro, transitando como jugador por la realidad expandida y tridimensional de un videojuego creado para esta ocasión. Un proyecto gráfico-interactivo que ha realizado en colaboración con el equipo interdisciplinar de investigadores de la Universidad Politécnica de Valencia, Unit Experimental, especialistas en la producción de estrategias de representación transmedia.

La realidad aumentada (RA), en estrecho vínculo con el creciente desarrollo de los videojuegos, ofrece nuevas posibilidades de interactuar con las representaciones visuales y artísticas. Lejos quedan ya aquellos pioneros -como el español Alfonso Azpiri- que a principios de los ochenta empezaron a traspasar, lenta pero decididamente, el umbral de las dos dimensiones del plano hacia el Reino 3D. En la actualidad, el universo virtual de los videojuegos se ha acabado convirtiendo en un atractivo aliado y en un eficaz interlocutor para los artistas plásticos.

Doble paseo

Es el caso de este proyecto. Ana Juan nos ofrece aquí un doble nivel de percepción de su talento. Podemos pasear nuestra mirada por los sugerentes y versátiles dibujos que componen la narración gráfica de estas dos historias, pero, al tiempo, dejar que nuestros ojos se conviertan en viajeros por el espacio tridimensional.

A mi juicio, el peligro de la interacción de las artes visuales con estas nuevas tecnologías radica en que, en ocasiones, los árboles no dejen ver el bosque, es decir, que la orquestación tecnológica y digital pueda hacer que la indudable calidad de la voz nuclear del trabajo artístico quede velada por un exceso de ruido innecesario, o que, por el contrario, la parafernalia técnica oculte (in)convenientemente las carencias de la obra.

En esta ocasión, ninguno de esos dos plausibles riesgos tiene lugar. Las ilustraciones de la valenciana tienen entidad y autonomía propia. Los matices, la versatilidad tonal y cromática, la construcción de personajes y paisajes, el acertado ritmo y cuerpo de la narración evitan esos peligros. Aquí los árboles sí que dejan ver el bosque…

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