José de la Mano abrió su galería en Madrid hace una década pero sobrevive gracias al cliente latonoamericano
José de la Mano abrió su galería en Madrid hace una década pero sobrevive gracias al cliente latonoamericano - J. M.
ARTE

José de la Mano, el arte de la investigación

El galerista acudirá por primera vez a ARCO con autores españoles del siglo XX hasta ahora más trascendentes en la Historia que en el mercado. En su opinión, la feria de Madrid «no es el agosto de los galeristas, ni un espacio para forrarse»

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España afrontaba el último periodo de dictadura franquista cuando, en 1968, la casa de ordenadores IBM propuso a la Universidad Complutense (Madrid) un trueque de conveniencias: el gigante americano le cedería al paraninfo un inmenso y moderno ordenador –lo era en aquel entonces– a cambio de propuestas de nuevos campos de aplicación. Así entró la primera gran computadora en nuestro país. En el acuerdo, la Complutense firmó hacerse cargo de la construcción del edificio para instalar la máquina, de dimensiones estratosféricas, dotarlo de personal y encontrar usos desconocidos. IBM ya sabía que se podía hacer contabilidad con un ordenador: quería ir más allá.

En un alarde absolutamente novedoso y adelantado a los proyectos que funcionaban en Estados Unidos en aquella época, la Universidad decidió ponerlo en manos de un grupo de artistas geométricos

para que probasen la tecnología en su obra. Fruto de complejos cáculos con códigos binarios y larguísimos seminarios de debate nació una corriente de artistas que se mantuvo viva hasta el año 1972.

Computadora de IBM en el Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid, 1970
Computadora de IBM en el Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid, 1970 - ABC

Las vacas flacas vienen escoltadas, además, por un modelo de galería en pleno proceso de cambio. El «dónde» está dejando paso al «cómo». Es decir, empieza a ser irrelevante abrir el negocio en una zona atiborrada de espacios de arte contemporáneo. Ahora importa cómo es la relación con el cliente, que ya «ha dejado de acudir a la galería». Según explica De la Mano, «el primer contacto con el potencial comprador se produce en la feria. Por eso es básico el calendario de ferias que hagas, más que dónde estés».

Solidez y coherencia

«Al final –lamenta el galerista– quien triunfa es el que apuesta por lo que quiere hacer, en las épocas buenas y malas». En el arte, como en todo, el triunfo va de la mano de la pasión. «Si me quitas este negocio no sé ni qué hacer. La crisis ha cribado el panorama, nos hemos quedado los que nos encanta, los que hemos aguantado ocho años en una travesía en el desierto. La crisis ha dejado, en definitiva, a los apasionados».

Las paredes de la casa de De la Mano son un mosaico obrado por cada uno de los proyectos de la galería, cada uno, a la vez, con una historia. De intensa investigación, de las idas y venidas en la búsqueda de «un tal» Ángel Luque, artista desaparecido en los 80; encontrado por De la Mano 40 años después. Y todo, con el único motor de la pasión, porque «el galerista monta el negocio pobre, sin ningún cuadro, y muere pobre, con tropecientos cuadros».

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