ARTE

Las crónicas del buen humor de Joaquín Xaudaró

Fue el humorista gráfico por antonomasia de los años veinte. El Museo ABC se apunta el tanto de celebrar su primera antológica

Detalle de «¿Para quién es esta naranja?» (1913)

JAVIER RUBIO NOMBLOT

Hablamos de un dibujante que inicia su carrera a finales del XIX y, sin embargo, en esos grandes carteles que nos dan la bienvenida a la exposición del Museo ABC lo que tendemos a ver, o a reconocer, son esos mismos contrapicados -esa línea clara sin concesiones- con los que Giraud-Moebius reinventó el arte del dibujo ochenta años más tarde en su Garaje Hermético. Espejismos de la -contaminada- mirada moderna.

Se trata de viñetas de la serie El veraneo a vista de pájaro , de 1905, y destacan una de las características más celebradas del oficio de Joaquín Xaudaró (Filipinas, 1872-Madrid, 1933): ese experimento, ese reto, el del escorzo y la visión cuasi cenital de personas y cosas y que da la medida de un dibujante, lo afrontó ya Xaudaró en algunos de sus dibujos tempranos para la revista Barcelona Cómica , hacia 1896. Se trata, a fin de cuentas, de una forma audaz e inteligente de tratar la panorámica, de representar escenas complejas, como verbenas y otras aglomeraciones que hoy, inevitablemente, superada la conquista del cielo y ya en la era del satélite, se nos antoja vanguardista o visionaria.

Con exactitud

De todos modos, lo que importa es la forma de resolver el problema, la exactitud, la elegancia, el sentido : un escorzo tan forzado aniquila el objeto, lo vuelve irreconocible, y las famosas vistas aéreas de Xaudaró son, como toda su obra, claras, fáciles de leer.

Y la otra imagen que nos introduce en la exposición es, evidentemente, la del famoso perrito chihuahua de Xaudaró, mascota de una época, que aparece por primera vez en 1921, nada más reanudar el ilustrador su colaboración con Blanco y Negro y que desde entonces figurará -¡por orden expresa de Don Torcuato Luca de Tena !- en todas las viñetas del artista.

También es obvio, para el lector/espectador actual, que ese perro sin nombre representa, como señaló ya el artista, la figura del sabio: «Sin hablar, subraya con su presencia los sarcasmos y las ironías... [...] Es un perro payaso. Ocupa, en los dibujos, la posición mental del filósofo que se sienta en un dancing . Humanamente serio, posee la corrección de los bebés modernos que en el circo contemplan con lástima la alegría de los hombres maduros. Es un perro muy digno. Si él quisiera, haría versos, discursos, Historia, gobierno . Pero no se mete nunca en perrerías. Prefiere conservar su línea de conducta; vale decir, su postura pietista de sabio que asiste a la función del mundo, con sus ojos paralizados por el asombro inútil de las cosas que ha visto».

La buena gente es hasta la fecha la mayor exposición dedicada a Joaquín Xaudaró, sin duda, el humorista gráfico más popular de los años veinte. El Museo ABC atesora más de siete mil originales suyos , de los que se han expuesto doscientos, seleccionados por el comisario, guionista y crítico Felipe Hernández Cava, autor también de la rigurosa semblanza del artista que figura en el catálogo.

Un título que alude al carácter siempre amable, respetuoso (se ha hablado de un humor «castizo», por oposición al refinamiento barroco de la ilustración francesa), nunca ácido ni satírico, de su extensa obra: Xaudaró dibujó viñeta a viñeta una crónica de la actualidad y de la vida hogareña, un retrato de las clases sociales de su época, de sus dispares preocupaciones y vicios, sin caer jamás en la acritud; buscando, literalmente, el buen humor (ciertamente se le ha considerado como «el maestro del chiste malo» , pero no hay nada más pacífico y relajante que un chiste malo). Y es esa bonhomía -que evidentemente hoy, en la edad de la desilusión radical baudrillardiana, nos resulta excesivamente inocente- la que a la postre le define como artista y como persona. Conceptualmente es, de hecho, el pilar del corpus creativo de Xaudaró.

Éxito fulgurante

Esta antológica, como el texto, sigue un orden estrictamente cronológico y se divide en tres capítulos: los inicios de su carrera (1898-1908), los años de bohemia en París (1908-1916) y el éxito definitivo en Madrid (1921-1933). Xaudaró, digno nieto de Ramón Xaudaró y Fábregas (1802-1837; Baroja le cita en Memorias de un hombre de acción ), liberal y conspirador irredento, desterrado, exiliado y encarcelado en múltiples ocasiones -y países- y fusilado a los treinta y cinco años, nace en Filipinas (donde estaba destinado su padre, coronel de Ingenieros), donde descubre su vocación merced al contacto con el arte oriental y, probablemente, con las influyentes estampas japonesas de Kono Barei e Imao Keinen .

Estudia dibujo en Barcelona, donde empieza a publicar, y en 1898 es contratado como redactor artístico por Blanco y Negro y se instala en Madrid. En este primer epígrafe de la exposición hay una gran variedad de obras y aproximaciones estilísicas: Xaudaró ilustra libros, crea historietas y escenografías, y realiza, para Blanco y Negro, ABC (fundado en 1903) y Gente Menuda (1904), todo tipo de trabajos, desde historietas gráficas hasta orlas, pasando por ilustraciones, caricaturas y dibujos publicitarios .

«En las calles de París» (1913)

Se marcha a París -como todos- en 1908 para tomar contacto con la vanguardia, probar suerte y, fundamentalmente, vivir la bohemia (sus grandes amigos allí fueron Julio Camba y Francisco Sancha ). De esta etapa se exponen las cubiertas e ilustraciones que hizo para editoriales tan importantes como Flammarion, Ollendorff ( Los cinco puntos. El dibujo instructivo y divertido para pequeños y mayores , 1912) y Garnier (por ejemplo, Las peripecias de la aviación , 1911), así como los dibujos que seguía enviando a Blanco y Negro .

A su regreso, centrado ya en las colaboraciones con Prensa Española, alcanza la fama de inmediato (con su popular perrito de 1921 y el no menos famoso Hombre de la barba de 1927). De 1921 es también El Señor Bernabé en la Rusia Colorada , la única concesión a la ideología que hizo en su vida, e historieta en la que se ha querido ver un precedente del Tintín en el país de los sóviets de Hergé (1929). A lo largo de esta etapa, la más fecunda de su carrera, Xaudaró depura su dibujo, alcanza la maestría, realiza infinidad de ilustraciones para multitud de revistas, se convierte en un personaje público (es presidente de la Unión de Dibujantes Españoles...).

E incluso se adentra en el mundo de la animación y funda la Sociedad Española de Dibujos Animados (SEDA), un proyecto que no podía prosperar frente a la industria norteamericana. A su muerte, su amigo K-Hito resumió: «Joaquín Xaudaró significa en la caricatura española el imperio de la bonhomie , del humor sano y bondadoso. Su lápiz sintió especial predilección por destacar las pequeñas tragedias del hogar , que adquirían irresistible comicidad a través de su fino espíritu observador».

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