ARTE

Crear para calmar la sed en el Injuve

Cuatro artistas menores de 30 años ahondan en su profesionalización gracias a las Residencias Injuve, en Madrid

Alejandro Ontiveros, trabajando en su propuesta para Injuve

Carlos Delgado Mayordomo

A pesar del amplio desarrollo de infraestructuras culturales en España durante las décadas anteriores a la crisis de 2008, los jóvenes creadores se enfrentan hoy a un panorama en el que apenas tienen cabida: por un lado, están inmersos en un mercado laboral precario y con elevadas tasas de paro; por otro, sufren la especificidad de un ámbito, el de la cultura, que las políticas económicas han desmantelado de manera progresiva bajo la justificación de la necesidad coyuntural. Las propuestas institu- cionales de apoyo y mediación para nuevos artistas son verdaderamente escasas . En este contexto, destaca la supervivencia del Instituto de la Juventud, que desde mediados de los ochenta intenta tomar el pulso al presente artístico a través de distintas fórmulas. La última, iniciada el pasado año, tiene el formato de residencia artística y cuenta con un presupuesto de 2.000 euros para cada uno de los cuatro seleccionados.

Bien asesorados

En esta edición, los artistas han contado con el asesoramiento de profesionales (la comisaria Cristina Anglada, la artista Cristina Lucas, y la redactora-jefe de ABC Cultural , Laura Revuelta) y han desarrollado sus proyectos a partir de un enunciado propuesto por la institución: «¡Qué sed!». Un lema bastante anodino y que no parece haber servido de mucho a unos trabajos que avanzan por derroteros más imaginativos o más comprometidos con el contexto.

El proyecto más contundente es el de Jennifer Custodio , que lleva a la sala de exposiciones la escenografía de los bazares de alimentación que dominan el paisaje de Madrid. La idea no es nueva: en 2002, el artista Guillaume Bijl instaló un supermercado en la Tate Liverpool como crítica al elitismo de los museos; pero Custodio inscribe su propuesta en un honesto relato autobiográfico que habla de sus intolerancias alimentarias, de sus deseos y de las dificultades que implica deshacerse de la rutina.

Por su parte, Anxos Fazáns se involucra en la necesidad de aprovechar el potencial contrahegemónico de las sexualidades marginales como modo de cuestionar el orden social. El excelente desarrollo de su propuesta en una instalación audiovisual, articulada por medio de entrevistas, retratos y fragmentos corporales, hace que las fotografías que acompañan al conjunto resulten reiterativas.

Extrema precariedad

Clara Moreno plantea una reinterpretación de la novela Hambre , de Knut Hamsun , cuyo protagonista recorre las calles de una gran ciudad acosado por la más extrema precariedad. Un tema que la autora transforma con ironía para cultivar un jardín queer donde las plantas son capaces de sobrevivir a la ineficacia de los cuidados humanos. Se echa en falta un mayor desarrollo del proyecto, que culminará con una publicación durante la clausura de la muestra.

Finalmente, Alejandro Ontiveros emplea diversos medios para transmitir su fascinación por las matemáticas para transcender la realidad. Los números primos y su capacidad para revolucionar ámbitos como la mecánica cuántica son ejes de una propuesta cuyo hermetismo no constriñe su capacidad evocadora.

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