Detalle de uno de los vídeos de Nicoline van Harskamp
Detalle de uno de los vídeos de Nicoline van Harskamp
ARTE

Cifras y letras en el nuevo C3A de Córdoba

Vocación internacional y carácter colaborativo son las señas de identidad del nuevo Centro de Creación Contemporánea de Andalucía (C3A), en Córdoba. Por ello arranca con exposiciones de Falke Pisano y Nicoline van Harskamp

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Tras varias mutaciones en su ADN, y también en su nombre, el ahora Centro de Creación Contemporánea de Andalucía (C3A) ya está en marcha. No ha sido un camino fácil. De hecho, llega con varios años de retraso (y tras haber sido pensado, entre otros asuntos, para funcionar más como museo que como centro de producción, y acoger así la colección Pilar Citoler, que al final recaló en Zaragoza), dejando muchos cadáveres en derredor. No en vano este fue un inmueble proyectado en épocas de bonanza (sus arquitectos son Nieto y Sobejano), que ahora hay que gestionar en la post-crisis. (¡Ay, esa derrochadora fachada lumínica que mira al río!).

Sin embargo, y técnicamente, a pesar de hacerlo en el tiempo de descuento, el C3A cortó la cinta «en su año».

El centro, en su último cambio de identidad, se concibió como uno de los buques insignia de esa Capitalidad Europea de la Cultura que finalmente le arrebató San Sebastián. Junto a un auditorio (para el que se pensó en Rem Koolhaas) y un Palacio de Congresos. Ya saben: la triada capitolina de la que toda ciudad de la España del pelotazo tenía que presumir. Los otros dos edificios sucumbieron en las aguas del fin del sueño europeo y de la misma crisis. Ahora son dos estupendos descampados en los que pastan caballos. Increíble pero cierto. El C3A se salvó de la quema porque ya se había comenzado su construcción.

Contradicciones adorables

Tampoco son fáciles las exposiciones con las que hace las presentaciones. Así lo reconoce su director interino, el que en realidad es el director del sevillano CAAC: Juan Antonio Álvarez Reyes. Y aquí llega otra de esas contradicciones que hacen la historia tan «adorable» como incomprensible, y que vuelve a dejar de nuevo a la comunidad artística con el trasero al aire, en tiempos en los que las buenas prácticas se han convertido en el nuevo «Palabra de Dios». Porque con tantos retrasos, queda la duda de si no ha sido posible convocar el concurso público de dirección antes de la entrega de llaves; y con un tiempo prudencial para que no se produjera otro despropósito como el que en su día supusieron el Canódromo de Barcelona y Moritz Küng, que cobró como responsable de un espacio inexistente durante dos años, y que al final no se destinó como institución al arte. Entre lo uno y lo otro tiene que haber un punto medio. Si es que hay alguien capaz de preparar un proyecto en 15 días, los que empiezan a correr desde la publicación de las bases del concurso en el BOJA –anunciadas, atención, el día de los Santos Inocentes–, lo que se ha dejado para «después de las fiestas», según la nota de prensa firmada por la Consejería de Cultura andaluza. Porque el (o la) que se haga con la plaza hereda una programación para casi todo un año y con el marcado sello de Álvarez Reyes.

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