Detalle del boceto de Manuel Antonio Domínguez para el proyecto «Cada-VER Exquisito» en el estand de ABC Cultural en ARCO'17
Detalle del boceto de Manuel Antonio Domínguez para el proyecto «Cada-VER Exquisito» en el estand de ABC Cultural en ARCO'17

CartografíaEl cartógrafo que habita en nosotros

Los nuevos atlas demuestran que todo puede ser mapeado, incluso las emociones, al tiempo que la tecnología introduce los conceptos de cartografía participativa y «conectografía»

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«El mapa hace visibles unas cosas y oculta otras, da forma y deforma. Si un cartógrafo te dice ‘soy neutral’, desconfía de él. Si te dice que es neutral, ya sabes de qué lado está. Un mapa siempre toma partido (...). En la mesa de los poderosos siempre hay mapas. Mapas que exhiben para asustar y mapas secretos que jamás muestran. Mapas nuevos llenos de delirios y mapas viejos que empuñarán para llamar a la guerra. ¡Cuántas catástrofes han comenzado en un mapa! Buenos tiempos para el cartógrafo, tiempos difíciles para la humanidad».

Un anciano instruye a una niña en El cartógrafo, obra teatral de Juan Mayorga, aldabonazo contra la dictadura del olvido que tiene en los mapas su hilo conductor.

Mapas que nos han fascinado desde que el hombre primitivo los trazara con un palo en la arena, creaciones efímeras barridas por el viento y la lluvia. Porque un cartógrafo habita en cada uno de nosotros. «La historia no se desenvuelve solo en el tiempo, también en el espacio. Los sucesos ‘tienen lugar’ en algún sitio», escribe Karl Schlögel en En el espacio leemos el tiempo (Siruela, 2007). Dice el consenso que el Imago mundi babilónico, tallado sobre una tableta de arcilla 600 años antes de Cristo, es el mapa más antiguo de la historia. Y que geógrafos como Tales de Mileto, Eratóstenes y Ptolomeo sentaron las bases científicas para dar forma y límites al mundo conocido.

Mapas que indican el lugar donde se alimenta un rebaño de mamuts, mapas de los que depende el éxito de un viaje, el triunfo de una batalla, la vida o la muerte, mapas falsos que se dejan robar para confundir al enemigo, planisferios terrestres y celestes, portulanos embellecidos con monstruos marinos y rosas de los vientos, mapas que dibujaron los pioneros de lo imposible, que muestran el camino del inca, las ruinas ancestrales, el laberinto verde, las fuentes del Nilo, las huellas de los febriles buscadores de oro, la fosa de las Marianas, los crímenes del gueto de Varsovia... Atlas de lugares malditos o soñados, de ciudades perdidas o que no existen, que proponen un viaje bajo la piel, que exploran nuestras emociones. Y, por fin, la conectografía que hoy desborda la vieja geopolítica de los estados.

El teatro del mundo

La sala que alberga el departamento de Cartografía de la Biblioteca Nacional de España (BNE) es un pequeño museo en sí misma, una de las zonas más valoradas por los visitantes en las jornadas de puertas abiertas. Vetustas mesas de trabajo y aquí y allá piezas de culto. Un globo terráqueo de madera obra de Tomás López (1730-1802), cartógrafo de gabinete que nunca pisó el campo y que dibujaba sus mapas a partir de cuestionarios que enviaba a los pueblos para que los rellenaran el alcalde, el cura o el maestro del lugar. (Sabemos que Napoleón usó planos de López en su campaña ibérica y le penalizaron sus errores). Un extraordinario mural de Cataluña de 1687 firmado por el ingeniero italiano Ambrosio Borsano, el más antiguo que se conserva en planta tan grande, dedicado a Carlos II, dividido en veguerías (distritos de la organización comarcal catalana) y con perfiles de ciudades y croquis de arquitectura militar. Un mapa de fugas de 1939-43, pintado sobre un pañuelo con tinta indeleble, que muestra rutas de escape en España y que, doblado, podía guardarse en un paquete de tabaco, en una bota o en el forro del chaquetón.

Carmen García Calatayud hojea un valioso atlas del siglo XVII en la Biblioteca Nacional
Carmen García Calatayud hojea un valioso atlas del siglo XVII en la Biblioteca Nacional

GeoPlaneta alimenta la pasión por la cartografía con Atlas de los lugares soñados, Atlas de las ciudades perdidas, Atlas de países que no existen y Atlas de los lugares malditos. Parag Khanna cuenta cómo mapear la aldea global en Conectografía (Paidós). En el mapa. De cómo el mundo adquirió su aspecto (Taurus) es un brillante ensayo de Simon Garfield. Otro libro convertido en clásico moderno es La historia del mundo en 12 mapas, de Jerry Brotton (Debate). Como metáfora de la globalización y para fans del suburbano, Atlas de metros del mundo (Capitán Swing / Nórdica).

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