Mite, una de las galerías de arte emergente
Mite, una de las galerías de arte emergente - ABC
ARCOmadrid 2017

El arte argentino reivindica su espacio

El mercado se ha reactivado en el país latinoamericano, invitado de honor de la XXXVI edición de ARCO, pero aún es muy reducido y falta mucho por hacer

Buenos Aires Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Todos los agentes del sector coinciden en el diagnóstico: el arte argentino es muy diverso y tiene una gran vitalidad, amén de una altísima calidad, pero se conoce muy poco fuera del país. El mercado, dicen, se ha reactivado con el Gobierno de Macri, aunque aún hay muchísimo por hacer. Los coleccionistas están empezando a recuperar la confianza en el sistema. En 2000 tan solo había una galería de arte contemporáneo, hoy son más de 40.

Se ha elaborado una ley de mecenazgo y se ha creado Meridiano, una cámara de galerías de arte contemporáneo. Su objetivo: profesionalizar el sector, mejorar la circulación de las obras... El arte cuenta con un IVA reducido de un 10,5% (el general es del 21%).

Uno de los problemas del mercado del arte argentino es que está muy atado a la fluctuación del dólar. Los precios aún son muy bajos. Por contra, exportar arte es carísimo y la ley de movimiento de obras, muy restrictiva. Nos cuenta un galerista que hay que pagar 500 dólares de entrada y otros 500 de salida por sacar cada obra del país; algunos tiran de ingenio para eludir a los inspectores de aduanas. En octubre del año pasado seguía una obra de Duchamp retenida en la aduana porque no la consideraban una obra de arte. La fotografía tampoco está valorada como bien artístico. Incomprensible.

Argentina en ARCO

Frente a todos estos escollos hay optimismo. Se cree que ARCO es la plataforma perfecta para que el arte argentino se dé a conocer en Europa. La nómina de artistas es de primera: Antonio Berni, Alberto Greco, Eduardo Stupía, Mirtha Dermisache, León Ferrari, Guillermo Kuitca, Leandro Erlich, Jorge Macchi, Liliana Porter, Tomás Saraceno, Fabio Kacero, Marta Minujín, último premio Velázquez... Pero el mercado aún es muy pequeño: imposible competir con el brasileño, el mexicano o el peruano, que sí han contado con apoyo y difusión estatales. Además, está centralizado en Buenos Aires (salvo contadas excepciones, como Mendoza, Rosario y Córdoba).

El coleccionismo también es aún muy reducido. Hay un puñado de grandes coleccionistas de nivel internacional, como Eduardo Costantini, Aníbal Jozami o Ignacio Liprandi, que abrió galería en un edificio histórico del centro de la ciudad. En 2012 murió Amalia Lacroze de Fortabat. La ecléctica y desigual colección de «la dama de blanco» se exhibe en un moderno edificio de Puerto Madero. La de Jozami cuelga en su impresionante casa-galería. Junto a ellos, tienen interesantes colecciones en sus casas Joaquín Rodríguez y Abel Guaglianone, Andrés Brun y Juanjo Cattaneo, o Juan Vergez.

ARCO es la plataforma para dar a conocer el arte argentino

En cuanto a los museos de Buenos Aires, es visita obligada el de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA), fundado en 2011 por Eduardo Costantini a partir de su espléndida colección, a la que le ha dado una vuelta de tuerca el español Agustín Pérez Rubio, su director artístico, con Verboamérica y donde relucen joyas de Frida Kahlo, Tarsila do Amaral y Diego Rivera. Está en marcha la apertura de un MALBA social en una zona deprimida de la ciudad, junto a la conocida como Villa Miseria.

El arte en Argentina

La Fundación Proa, en pleno barrio de La Boca, es otro de los puntales del arte moderno en Buenos Aires. Es una fundación privada, patrocinada por una empresa italiana y capitaneada por Adriana Rosenberg. En sus 20 años de vida han pasado por sus salas Bourgeois, Beuys, Duchamp, Dan Flavin, Jenny Holzer, Malevich... Dicen sus responsables que «fue un desafío enorme montar un museo de arte contemporáneo en esta zona: era difícil conseguir préstamos por ser tan conflictiva».

Buena parte de «culpa» de que el arte argentino se halle al alza la tiene arteBA, la principal feria de arte contemporáneo del país. Este año, además, también abrirá sucursal en Buenos Aires arteBA Focus: una nueva plataforma para el arte contemporáneo argentino.

Las galerías de arte, muy diversas, no se concentran en una sola zona. Por un lado, está el barrio de Villa Crespo, que se ha convertido en un emergente foco artístico de la capital, con 14 galerías. Sobre todo desde que se instaló la todopoderosa Ruth Benzacar (esta mujer es un tesoro nacional argentino), hoy regentada por la segunda y tercera generación familiar: Orly Benzacar y su hija, Mora Bacal. «Necesitamos instituciones fuertes que compren arte y lo apoyen», dice Orly. También en Villa Crespo, la galería Nora Fisch, muy concienciada socialmente con proyectos como el de Fernanda Laguna en Villa Fiorito. «Es la manera de hacer arte político en Argentina. En otros lugares se hace desde museos y bienales importantes con gente vestida de Gucci», se lamenta la galerista. Pero fue Slyzmud (codirigida por otras dos mujeres, Natalia Sly y Larisa Zmud), la galería pionera en instalarse en la zona.

«Necesitamos instituciones que compren arte y lo apoyen» (Orly Bencazar)

Los jóvenes galeristas Nicolás Barraza y Leopold Mones, codirectores de Mite e Isla Flotante, respectivamente –dos interesantes espacios–, no pueden vivir de ello. Este último, ingeniero agrónomo, es director general en el Ministerio de Agricultura. El galerista Jorge Mara es un viejo conocido en nuestro país. Tuvo galería en Madrid durante muchos años, pero regresó a su país. Cree que sí hay compromiso en el arte argentino, pero apunta que «es más social que político». Se lamenta de que se ha atendido más a la música y al teatro que al arte: «Éste se ha considerado un lujo superfluo por parte del público y algo subversivo y peligroso por parte del Estado». No es de extrañar que el mercado argentino vaya por detrás de sus artistas.

Ver los comentarios