ARCOFundido en negro

Mira fijamente a la cámara, seria, parada en medio de uno de los muchos pasillos del pabellón 7 de la Feria de Madrid. Viste de negro: zapatillas negras, pantalón negro, top negro. La melena rubia recogida por delante, a la altura del ombligo. Las manos en los bolsillos. Apenas pestañea. En la pantalla de la cámara luce inmóvil, mientras la gente camina a su alrededor.—Diez segundos —le avisa el chico que la graba—. Cinco…—Ufffff —respira aliviada ella cuando su compañero apaga la grabación.Es ARCO, la edición número 36 de la Feria Internacional de Arte Contemporáneo. Y nada más entrar me topo con este remedo de «performance». Ramírez¿Será esto arte?, me pregunto. Vengo de leer la tribuna contra la utilidad que publica Andrés Ibáñez en ABC Cultural. En ella dice que la verdadera naturaleza del arte «no es algo que hacemos o que “decimos”, sino algo más. Es un lenguaje que nos pone en contacto con algo inmenso y misterioso que solo entendemos a medias». La chica tenía cara de misteriosa y he entendido a medias lo que estaba haciendo. Sigo adelante sin preguntarles a los artistas el precio de la función.Defiende Ibáñez, tras reunir «valor para escribir» su columna, que el arte es inútil. Y está bien que así sea: «Esa es su principal característica». El arte no sirve para nada: «Ahí es donde radica, precisamente, su fuerza». Sobre todo en tiempos donde «todo ha de ser “verdad”, historia, política, hechos, periodismo». Y añade: «Claro que el periodismo, la historia y la política son importantes. Pero a lo mejor no son tan importantes como se nos quiere hacer creer. Y, ciertamente, no son lo único importante».RamírezCambio de pasillo y veo un cuadro en el que pone ABC. Falsa alarma. Es «ABC1234», un «collage» con frases del estilo «Twenty days of war» y otras anotaciones ininteligibles. La obra es de Sarah Grilo y me parece bonita, pero no me dice nada. Demasiado misteriosa. En otra sala veo una estantería con libros. Mi primera reacción es coger uno que me interesa. Es instintivo. Está «Elogiemos ahora a los hombres famosos», de James Agee. En inglés, como todos. Hay libros de Modiano, de McLuhan, de Zizek. Libros sobre la postfotografía, la postmodernidad. Pero el fantasma de la limpiadora que tiró unos papeles valorados en miles de euros a la basura me frena. ¿Y si esa estantería es arte? ¿Y si esos libros usados son arte?Escribe Manuel Vilas en «América» que «escribir un libro es una forma de entrar en un museo». Subrayé y memoricé esa cita porque es habitual encontrar libros en las exposiciones, como si fueran un objeto de culto. Un «se mira, pero no se toca». Se mira, pero no se lee. Siento que mi teoría se refuerza cuando, un rato después, veo expuestas dos enormes portadas de una edición de 1865 del «Quijote», del tomo uno y tres, ambas decoradas con colores.RamírezIbáñez, escritor más que reconocido, es un gran articulista. En su tribuna señala que «no se puede usar el arte para “decir” nada», porque una «obra dice cosas que el artista no sabe». El artista «experimenta la plenitud de la existencia a través de la creación», de manera que es el arte el que nos habla, «pero no nos habla con palabras, sino por medio de un lenguaje misterioso, ese que muchos desprecian porque no les parece útil, o serio, o adulto, o sensato».Pienso en estas reflexiones, que anoté en mi libreta antes de salir de casa, cuando oigo el ruido de un tambor. Dos baquetas adosadas al tambor se mueven solas, sin descanso. Ideal para guardarlo en el salón de casa. ¿Qué me querrá decir ese lenguaje? En esta sociedad post-todo, pienso, hasta el ruido hay que pagarlo.RamírezEntonces al fondo veo lo que parecen ser páginas de periódicos. Son páginas de periódicos censuradas, veo. Dispuestas una encima de otra, en cinco cuadros, tienen cosidas las líneas y las fotos con hilos de color naranja, rojo, azul, morado, amarillo. El sueño de Donald Trump. Algunas de esas páginas son de «The New York Times», al que el presidente enemigo de la prensa le ha declarado la guerra. Dos mujeres se fotografían sonrientes, como sonríen los asistentes a los mítines de Trump. Otro periódico que ha utilizado el artista es el «Granma». ¿Realmente hace falta censurar el órgano de propaganda del régimen castrista?«Claro que el periodismo, la historia y la política son importantes. Pero a lo mejor no son tan importantes como se nos quiere hacer creer».En el estand de Mayoral el periodismo se expone sin filtros. Hasta una treinta de primeras páginas de periódicos requieren la atención de los visitantes. Todas las portadas —del «Daily Telegraph», del «Mirror», de ABC…— son originales y todas tienen que ver con tragedias: guerras, ataques terroristas, golpes de Estado o la muerte de Manolete.RamírezEn ARCO, como en la exposición en el Caixafórum del fotógrafo Philippe Halsman, cuyas portadas de «Life» se exponen al modo de una sala de trofeos, los periódicos son también un objeto de culto. Otro «se mira, pero no se lee». Arte. Como esos periódicos que reparten en la entrada de la feria y que casi nadie coge. Objeto de culto (Philippe Halsman). Una publicación compartida de Jaime G. Mora (@jaimegmora) el 6 de Dic de 2016 a la(s) 10:21 PSTEn la Travesía Cuatro veo dos racimos de tiras de periódicos color salmón, el color de la información económica. El capitalismo deconstruido. Y más: en la galería Joan Prats venden hasta ocho portadas de revistas en blanco y negro dibujadas. Ramírez«Claro que el periodismo, la historia y la política son importantes».RamírezMi última parada es el estand de ABC Cultural, al que llego después de haber recorrido toda la feria. El reclamo de esta edición se llama «Cada-VER exquisito». Según leo en la crónica de F.J. Calero, el cadáver exquisito es el «juego ideado por los dadaístas que consiste en comenzar un dibujo o un texto en un papel y doblarlo de forma que el siguiente solo vea el final». La idea es que varios artistas jóvenes invitados construyan un cadáver exquisito en las paredes de ABC. El resultado será una obra en común, realizada durante los días que dura la feria, ante la mirada de los curiosos.Estefanía Martín Sáenz pinta de colores la falda de una figura femenina. Al lado está la figura de un hombre de rodillas, desnudo, sometido por una «dominatrix» en forma de árbol. Es obra de José Antonio Vallejo. El dibujo de otro hombre está atado a un hilo que une varias mesas altas, o quizás son banquetas, con patas en forma de ramas. En ese lado de la pared se puede leer la palabra «MAN», hombre en inglés. Federico Sposato, argentino, me explica que el «collage» está hecho a partir de anuncios de barberías y los comentarios publicados por la gente en Facebook. «Your girlfriend loves my beard», dice una de las fotos del «collage».RamírezEn la otra pared, debajo de la cabecera ABC Cultural, trabaja Javier Conde, «Mr. Simplemente», que realiza dibujos en folios de tamaño DIN-A3. Uno de ellos, con forma de pene, se llama «pichasso». «Cuelgo un dibujo más y me voy», le oigo decir. Rafael Jiménez termina de pulir dos caras momificadas, una de color rojo y otra de color negro. Y, a su derecha, Fran Ramírez borra con un spray negro todo lo que ha hecho los días anteriores. Descuelga la figura de un pez, la de un insecto. Retira una tela donde pone «Jack Daniels». —¿Qué está haciendo, lo está quitando todo? —oigo decir a mi lado.Fran Ramírez, con gafas de sol y gorra en un espacio cerrado, sigue pintando la pared de negro. Fuera el cartel de Nintendo. —¿Sabes lo peor? —le dice una mujer que tengo al lado a su acompañante—. Que nos va a tener aquí esperando a ver lo que hace y luego no va a hacer nada.Ramírez—Cuando los artistas se mueven la gente se queda mirando —me dice Federico Sposato. Unas veinte personas observan el arte en movimiento—. Lo va a pintar todo de negro y luego va a escribir: game over.Dudo entre quedarme a que termine o no. Vengo de ver periódicos dibujados, recortados y hasta cosidos. Y ahora un artista con gafas de sol y gorra va a decretar el fin del juego. Andrés Ibáñez tenía razón. Espero un rato y me marcho. Prefiero cerrar la crónica con un fundido en negro.

ARCOFundido en negro

Artistas exponen en ARCO, como objetos de arte, periódicos dibujados, recortados y hasta cosidos

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