ARTE

Ante el acontecer

La exposición sobre «Mural» en el Museo Picasso-Málaga huye de lo más obvio y busca las conexiones entre Pollock y Saura, Uslé y otros artistas, en un montaje muy sólido teóricamente

Málaga Actualizado: Guardar
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Una obra de Jackson Pollock, « Mural» (1943), da título a esta exposición. En torno a ella, como un nudo que aprieta diferentes cabos que provienen y se dirigen a distintos lugares, se ha construido una constelación conformada por fotos (desde estudios de Muybridge a imágenes de « mobiles» de Calder, por aquello del dinamismo) y otras 17 obras, tanto de Pollock (siete en total, fechadas entre 1934 y 1946) como de otros (Warhol, Motherwell, Matta, Krassner o David Reed…). Esa condición de nudo no deja de obedecer a que muchas de las influencias de las que se nutre el pintor son propias de un «espíritu del tiempo», y, por tanto, compartidas (la onda expansiva surrealista, el automatismo y, con ello, la acción de pintar como liberación de energía, la importancia del mito, la angustia existencial, el arte primitivo).

Se vislumbra, también, un esbozo de cómo Pollock se ha proyectado en artistas posteriores y el lugar que ocupa «Mural» en su evolución, en su progresiva aniquilación de la figuración hasta inaugurar, a través de él, un nuevo tiempo.

La exposición parte de la restauración que ha sufrido este mural y que ha permitido su movilidad, hasta ahora dificultosa. El «Guernica» acude a la memoria. «En casa» de Picasso cuesta resistirse a no alimentar el fuego de estos mitos y de la «angustiosa ascendencia» del malagueño sobre Pollock, lo que desembocaría en lo hagiográfico. Comisario y museo han vencido la tentación, evitando un acaparador diálogo entre ambos.

Cae el mito

Este situarse al margen de las mitificaciones es un punto al que se llega también por la información de la restauración, que se incorpora al discurso, y que ha venido a desmentir la literatura en torno a la «genial» y «romántica» ejecución final del mural en una noche.

David Anfam ha hecho una muy peculiar selección que, en muchos casos, se basa en el formato panorámico de «Mural», que se repite en numerosas obras expuestas y permite avivar el recuerdo de la pintura de Historia y del «Guernica» como obra inspiradora. La exposición ha variado en cada una de sus escalas, generando nuevos diálogos entre Pollock y artistas de cada uno de los países anfitriones. Saura y Juan Uslé son los escogidos para tender lazos ahora. La pieza del primero, como ocurre con la de Gottlieb, se halla próxima a «Mural» (medidas, uso de un grafismo en arabesco y el isomorfismo que hace que toda la superficie esté tratada por igual). La cuestión de la visibilización de la energía, contenida en el subtítulo, encamina la pintura a una condición próxima a la de huella o residuo de la acción de pintar, lo cual recuerda el capital texto de Harold Rosenberg « The American Action Painters» (1952), donde se señala que la tela pasa a ser «un lugar en el cual actuar» y «un acontecimiento». Arropados por las dimensiones de «Mural», sentimos esas nociones de lugar y acontecer.

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