DANZA

Alicia Alonso más allá del escenario

De la gran bailarina se ha ensalzado su mítico dominio en la danza pero apenas se ha detallado su papel dentro del régimen castrista

Alicia Alonso José Ramón Ladra

Jorge Enrique Rodríguez

Cuando Alicia Alonso falleció el 17 de octubre, tres días antes del día de la cultura cubana, quizás el régimen perdió a una de sus más acérrimas defensoras. Para entender qué aspectos enmarcaron a la prima ballerina assoluta en la definición de «políticamente correcta», tendría que entenderse antes una política cultural instituida por el dictador Fidel Castro desde junio de 1961 y que serviría para establecer, hasta la actualidad, la censura político-ideológica sobre el arte y la cultura en la isla. «Dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada», fue el mantra que originó entonces todo el trazado en cuanto a política cultural y, en adelante, los límites a obedecer por escritores, artistas e intelectuales cubanos.

Más allá de los escenarios, donde brilló como nadie y dejaría infinita huella e inigualable herencia, Alicia Ernestina de la Caridad del Cobre Martínez del Hoyo representó y legitimó esa política cultural, quiérase o no, en cada ocasión -no pocas- donde afirmó que «sin Fidel y la Revolución no se hubiera desarrollado el ballet en Cuba». Alicia Alonso, que nació en La Habana el 21 de diciembre de 1920, llegaría a la fama por sus representaciones de Giselle y Carmen , y de otras obras emblemáticas clásicas y románticas que la convirtieron en un mito del ballet.

Protagonista

Su paso por la School of American Ballet y luego por el American Ballet Theatre marcaron una carrera artística que solo conoció de éxitos. Legendaria fue su primera aparición como la protagonista de Giselle, el 2 de noviembre de 1943, rol con el cual trascendería. En 1948, junto a los hermanos Fernando y Alberto Alonso, fundaría la escuela cubana de ballet y el Ballet Nacional de Cuba (BNC) , primero de su tipo en el país y declarado Patrimonio Nacional en 2018.

Para Alicia Alonso, la danza era un vicio divino por el que todo se da y todo se soporta

Quienes han aludido durante años la oposición de Alicia Alonso a las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), quizá desde un revisionismo histórico que no deja de ser por sí mismo una torsión deliberada de los hechos mismos, no la han podido alejar, sin embargo, de una política cultural que ayudaría a perpetuar. Haber librado a los bailarines Julio Medina y Lorenzo Monreal de ser sometidos a la «construcción del Hombre Nuevo», la presunta encomienda de la UMAP a cargo Raúl Castro , no representó la actitud personal de Alicia Alonso en contra de un régimen abiertamente machista y homófobo a pesar de su frase: «mis bailarines están hechos para bailar y no para cortar caña».

Alicia Alonso en una foto de juventud

La UMAP, campos de trabajo forzado instuidos en 1965 e instalados en apartadas zonas de la central provincia de Camagüey, serían creados para reeducar «elementos antisociales» -«parásitos que ultrajaban a la Revolución», según la ideología castrista- que a la postre no fueron más que homosexuales; religiosos de todo tipo; jóvenes con tendencias rocanroleras; escritores y artistas «fichados» de contrarrevolucionarios. La prima ballerina assoluta argumentaría, para obtener la dispensación de sus bailarines del Servicio Militar Obligatorio, que la Escuela Nacional de Ballet les inculcaba a sus alumnos «nuevos valores» para crear «al hombre nuevo» y también «al bailarín nuevo» liberado de las «plagas del pasado».

Para quien calzó zapatillas en un escenario por última vez a los casi 75 años de edad -para interpretar Farfalla, el 28 noviembre de 1995, en Italia-, dirigir el BNC de una manera catalogada como de «mano de hierro» y con una política de selección y promoción de bailarines «muy polémica» no fue un modo político de conducir los destinos de una de las instituciones culturales con mayor poder en la Isla. Tal vez para la mirada ingenua. Pero al régimen cubano poco le han importado los artistas y el arte . Solo le importan las instituciones y la optimización de sus mecanismos de transmisión de control ideológico y político.

Cartas reveladoras

En una carta dirigida a Alicia Alonso en 2013, bailarines del BNC en una gira por España revelarían que « hemos bailado en condiciones que usted no se puede imaginar , hemos viajado durante catorce horas en autobuses espantosamente incómodos, nos alimentamos Dios sabe de qué mala manera, pues los 30 euros diarios están bien lejos de alcanzar para comer, comprar y ahorrar, cosas que tenemos que hacer porque ya sabe que en Cuba no es que se viva de manera gratuita».

Generaciones de bailarines en la isla han podido sobrevivir a estas condiciones, sostenidos por la pasión del ballet. Como se expresó la propia Alicia Alonso, es un vicio divino por el que todo se da y todo se soporta. La prima ballerina assoluta lo supo y actuó en consecuencia durante aquellas giras de la década de los años sesenta en el campo socialista. Alicia Alonso, quien fuera leyenda viva y creadora de una de las compañías de ballet más prestigiosas del mundo , más allá del escenario y a pesar de sus defensores, fue partícipe de ese mecanismo de trasmisión -política cultural- que mantuvo vivo su propio patrimonio: «dentro de la Revolución todo; contra la Revolución nada».

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