Eugenio Ampudia con su instalación en Matadero-Madrid
Eugenio Ampudia con su instalación en Matadero-Madrid - josé ramón ladra
arte

Eugenio Ampudia: «El silencio, hoy, es una forma de tomar partido»

Ha sido el último artista en entrar en el «Abierto x Obras» de Matadero-Madrid con una pieza poderosa, y ahora inaugura mini-retrospectiva en el MAC de La Coruña. Eugenio Ampudia analiza los flujos informativos por partida doble

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Es lunes por la tarde. La Sala de Abierto x Obras, en Matadero-Madrid, cierra al público. Entrevistamos allí a Eugenio Ampudia (Valladolid, 1958), que ahora la ocupa. El artista ha creado una «una ciénaga negra» –en sus palabras– que refleja el entorno y que, cada vez que alguien marca un número de teléfono, se agita y muestra su inestabilidad. Y pese a ser lunes, aquellos que conocen la clave, y aún estando ausentes, activan la pieza delante de nosotros. De todo esto habla Ampudia: de los flujos informativos, del poder invisible de las tecnologías... La cita coincide con otra «reactivación»: la de sus obras últimas en el MAC Gas Natural Fenosa en La Coruña.

«Cada palabra es como una innecesaria mancha en el silencio y en la nada».

El título es una cita de Samuel Beckett.

Así es. De una entrevista que le realizaron en Vogue en 1969 después de entregarle el Nobel, de forma que no está escrita en sus libros.

¿Cómo nace un proyecto para un lugar tan poderoso como la cámara frigorífica de Matadero?

«Cada uno debe plantearse cómo quiere estar informado y cuánta información quiere dar sobre sí»

Cuando Manuela Villa me propuso intervenir este espacio, no lo dudé. Tras haber entrado aquí miles de veces como espectador, reparé en la rampa de 30 centímetros que hay que descender para llegar a la sala. Me interesó jugar con ello. Y luego pensé que, para un espacio así, tenía que hacer una pieza interactiva. Durante 15 días, fui sumando proyectos en una agenda. De todos, se seleccionaron tres: uno, que era por el que había que apostar, y dos reservas.

¿Triunfó la opción A?

Así es. Y al actuar sobre una cota cero, dejo todo el espacio a mi disposición. Luchar contra el lugar es imposible por su contundencia. Se trataba más de hacerlo propio. Y de contar todo lo que ha sucedido antes aquí. He querido reflexionar sobre la comunicación y los flujos informativos hoy. Creo que el papel del artista es producir información elaborada, más que dirigirse a las multitudes; conseguir hacer llegar nuestro mensaje «a los cuerpos». Sé que tienes rodillas, que tienes hombros, y sé que tu rodilla «también piensa».

La comunicación como fin. Es ambicioso.

Ahora estamos mucho más «comunicados». Y el flujo informativo es superior. Pero cada uno debe plantearse críticamente cómo quiere estar informado y cuánta información quiere dar sobre sí. Quizás antes alguien podía concebirse sin un terminal que lo conectara con el mundo. Hay intelectuales reflexionando sobre todo esto para defendernos del chorro de infor- mación diario, eleborando estrategias. Y también existen artistas que estamos trabajando con esos contenidos.

¿Y qué le interesa a usted?

«Para un espacio como el de Matadero, solo podía hacer una pieza interactiva»

Yo he analizado la información desde el punto de vista de las personas. Me interesa comprobar cómo se crean redes o comunidades por la información. Este país sería otro si desde 2004, por ejemplo, no hubiéramos contado con ciertas fórmulas comunicativas. Por eso propongo un lago cenagoso y oscuro, pero amplio, que es el reflejo de algo que existe y que queda alterado cuando llega una comunicación que rebota contra las columnas, contra otras llamadas... A su vez, hay un mensaje velado de que el poder está ahí, vigilante, a la espera. Y la pasarela para rodearla parece muy frágil: es porque estamos siempre en una zona de riesgo.

Pero, ¿quién llama a quién: el espectador a la pieza o la pieza al espectador?

Esto que planteas es lo mismo que nos sucede con la información que recibimos, demandamos e intercambiamos: sucede, pese a nosotros mismos. Y nuestro silencio es una clara forma de tomar partido. La hipercomuncación tal vez sea una advertencia de que deberíamos visitar al psiquiatra.

La palabra juega un papel importante en su obra. ¿Qué tiene para que le seduzca?

Tengo una obra anterior, Las palabras son demasiado concretas, en la que animaba los lomos de los libros para ampliar su capacidad para expresarse, reducida a sus títulos. Me interesan las palabras, pero me asusta su concrección. Hoy hay muchos más inputs compitiendo con ellas que tal vez están más cerca de las personas. Muchas veces, por ejemplo, un suspiro es más bestial que 25 párrafos.

Esa serie que menciona, y que esta presente en su proyecto del MAC, se relaciona con su idea sobre la necesidad de movimiento que debe tener toda biblioteca. Explíquemelo.

No creo en las bibliotecas impracticables. Por mucho que las tengas ordenadas, deben ser manejables y activas. Porque también son para las personas. Acumular conocimientos en plena era digital es complicado de entender. Precisamente la exposición de La Coruña se titula como uno de los vídeos nuevos, Una corriente de aire. En él se ve el interior de la Biblioteca Nacional, por el que pasan nubes de manera costante: una corriente de aire sobre la acumulación de conocimientos de la Historia. De todas formas, las bibliotecas no se han desactualizado. Son estrategias sólidas que han de convivir con otras.

Para una persona que cree que ni el pasado, ni el futuro existen solo el presente...

«Muchas veces un suspiro es más bestial que veinticinco párrafos escritos»

No es que lo considere o no. Es que es así. Y nadie ha conseguido imaginarse un futuro «real». Se hacen arqueologías del futuro y siempre se falla. Todos inventamos mundos a partir de los nuestros. Y el futuro tiene que ver con miles de interconexiones que se producen entre cientos de millones de personas y sin que estas se manifiesten democráticamente, sino que hay otros que deciden nuestro futuro. Eso sucede cada día, y cada día se pueden destruir sus posibilidades. Y quien esté muy colgado del pasado o del futuro no vive intensamente el presente.

La pregunta es pertiniente: ¿cómo se enfrenta, con ese pensamiento, a una revisión de su trabajo como el de La Coruña?

Lo importante es generar un nuevo discurso con piezas antiguas. Al juntarlas, este es novedoso e intenso y está en relación con mis interesas actuales. Las obras incluidas van de 2008 hasta hoy, con tres trabajos nuevos. Allí se despliegan más temas porque esa cita recoge todas las versiones de la serie «Dónde dormir», que, desde el Museo del Prado, ha ido generando nuevas acciones que creo que me llevarán hasta la misma tumba de Lenin. Pero aún no tengo los permisos...

Es la serie más amplia de las suyas. ¿Por qué sigue abierta?

«El papel del artista es producir información elaborada, más que dirigirse a las multitudes»

Porque cambia con cada pieza. Lo que no puedo hacer es dormir en cada sitio que me ofrecen. Los lugares deben ampliar el discurso. Incluso, radicalizarlo. Hasta ahora no he tocado la relación del arte con el marxismo, por eso me interesa dormir cerca de Lenin... Lo mismo es que he leído demasiados textos de Žižek. Pero me parece lógico y normal. Como me pareció normal ponerle un título tan largo a la pieza de Matadero. Me gusta que la gente repita mentalmente la frase de Beckett aunque sea una vez, aunque no la recuede, deleitándose en cada palabra...

La muestra critica los museos-marca. Pero también hay artistas-marca...

Sin duda. Pero creo que yo no me caracterizo por usar los mismos recursos para generar nuevas piezas. Y soy muy escueto con mis ideas. Podría haber repetido la pieza Tiempo con otras palabras, pero me habría cargado la obra. Y, sin embargo, toda la inversión que se hizo para su desarrollo fue altísima. Con «Dónde dormir», cada vez que hago uno nuevo es porque creo que puedo contar algo distinto. Pero no quiero hacer uno al año. Hace muchos años yo era el de las polaroids. Y no estaba dispuesto. Creo que los materiales, los formatos aportan conceptos, y que tengo muchas cosas que contar. Y no estoy en el mercado para que haya una inflación de mis obras, que eso también pasa.

Ninguna estridencia en su trabajo. ¿Molesta más lo de quejarse con respeto?

Es que yo prefiero dejar la revolución a los profesionales. Los artistas tenemos un papel distinto al del ciudadano normal. Pero yo, cuando creo arte, estoy sacando conclusiones políticas y estéticas.

Ver los comentarios