Sorolla pintó este retrato de Clotilde, su mujer, que puede verse en la exposición
Sorolla pintó este retrato de Clotilde, su mujer, que puede verse en la exposición - FOTOS: JUAN FLORES
EXPOSICIÓN

El CaixaForum muestra la mirada de Sorolla sobre el Real Alcázar de Sevilla

«Sorolla. Un jardín para pintar» presenta 170 piezas desde este miércoles hasta el 15 de octubre

SEVILLA Actualizado: Guardar
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Este miércoles se inaugura en el CaixaForum la exposición «Sorolla. Un jardín para pintar», que mostrará, hasta el 15 de octubre, a través de un buen número de obras la mirada del pintor valenciano sobre el Real Alcázar de Sevilla y la Alhambra de Granada, cuyos jardines fueron clave para la composición del propio jardín de la casa del artista en Madrid, que diseñó como una obra de arte más, tal como señaló María López Fernández, una de las dos comisarias de la exposición.

La muestra, la primera de la programación ordinaria del CaixaForum y específicamente concebida para Sevilla, como señaló su director Moisés Roiz, presenta mas de 170 piezas, entre pinturas de Sorolla, bocetos para realización su jardín, dibujos, azulejos que coleccionó el artista y con los que realizaba composiciones para su casa, esculturas de Benlliure que poseyó y fotografías que muestran la construcción del que se convertiría, a su muerte, en el Museo Sorolla de Madrid.

Como explicó la directora de este Museo y también comisaria de la muestra, Consuelo Luca de Tena, el jardín tenía para Sorolla un doble función: de un lado, la social, como lugar de reunión con la familia y amigos; y de otro, como un refugio para pintar. Fue durante la presentación de la exposición, a la que asistió también el director territorial de CaixaBank, Rafael Herrador.

En se sentido, López Fernández incidió en que Sorolla al igual que otros artistas, como Claude Monet o Max Liebermann, se construye un refugio en esos años que coinciden con la I Guerra Mundial para desarrollar su pintura. «Su objetivo fundamental es su jardín para pintar y tener a mano elementos estructurales para su pintura», señala López Fernández en relación al agua o las columnas y parterres que le sirven para la composición de su obra.

Esta pintura, tal como señaló Luca de Tena, es muy despojada, realizada casi como de una acuarela se tratase, y muy libre. De hecho, Sorolla se dedica a la pintura de jardines para relajarse mientras está pintando la serie de la Hispanic Society, donde emplea una técnica «más fuerte, más precisa, con mucha composición y mucha coreografía».

De hecho, esta pintura la realizó Sorolla para sí mismo y no para ofrecerla a sus clientes y marchantes, por ello casi toda permanece en la colección personal del museo madrileño o las colecciones de su entorno familiar, explicó su directora.

En ese sentido, señaló que hay quien afirma que «si Sorolla no hubiera realizado esos grandes paneles hubiera evolucionado a una pintura más moderna», aunque, en opinión de la directora del museo madrileño, el pintor valenciano «nunca se preocupó de ser moderno. De las vanguardias solo usó lo que le era interesaba para pintar la realidad y aquellas, precisamente, se alejaron de la realidad».

A pesar de ello, López Fernández cree que esa pintura de jardines permitió al artista valenciano «despojar su pintura de todo lo accesorio, donde cada vez necesista menos para expresar más», lo confiere, en su opinión, una dimensión moderna a su obra.

Pero más allá de la influencia que sobre la pintura de Sorolla tuvo el Real Alcázar y la Alhambra, la exposición muestra el influjo sobre su propio jardín que ejercieron los jardines de inspiración islámica de los palacios sevillano y granadino, cuyas fuentes y azulejos, pero también sus composiciones, dejaron una huella en el jardín de la casa madrileña del pintor. «Copió partes del Alcázar para el jardín de su casa», señaló la también comisaria de la muestra y especialista en paisajismo, Ana Luengo.

El influjo de la ciudad también se dejó notar en el gusto de Sorolla por la jardinería del Parque de María Luisa, obra de Nicolás Forestier, que al parecer, según la correspondencia del artista, pudo visitar a Sorolla en Madrid, pero también de Javier Winthuysen, pintor y diseñador de jardines que dejó su impronta en Sevilla y otras ciudades españolas.

Además, la fuente que Sorolla ubicó en su jardín madrileño fue un regalo de la condesa de Lebrija, quien le obsequió además con un cuadro de la escuela de Ribera y que se conserva en el Museo, a cambio del reatrato que el pitor valenciano le hizo a la aristócrata.

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