Ignacio Cano y Valme Muñoz junto a una «Inmaculada» de Pacheco
Ignacio Cano y Valme Muñoz junto a una «Inmaculada» de Pacheco - VANESSA GÓMEZ
EXPOSICIÓN EN EL MUSEO

El Bellas Artes revitaliza el humanismo sevillano de Pacheco

La exposición presenta 58 obras, 26 de ellas préstamos, que lo reivindican no sólo como pintor, sino como erudito y teórico clave en evolución al barroco

SEVILLA Actualizado: Guardar
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El Museo de Bellas Artes presenta hasta el 12 de junio la exposición más importante que ha organizado desde «El joven Murillo» (2010) y que busca revitalizar el humanismo sevillano de Francisco Pacheco (1564-1644), que ha pasado a la historia, fundamentalmente, como suegro y maestro de Velázquez, pero cuya influencia en la pintura barroca sevillana es decisiva y puede rastrearse, tal como indicaron los responsables de la pinacoteca, en sus discípulos, como Alonso Cano, pero también en artistas posteriores de la talla de Murillo y Zurbarán, que asumen la iconografía planteada por el primero para representar temas como la Inmaculada o a Cristo crucificado.

Titulada «Francisco Pacheco. Teórico, artista y maestro», la exposición, inaugurada ayer por la consejera de Cultura, Rosa Aguilar, presenta 58 obras, de las que 26 son préstamos de, entre otros, el Museo del Prado, la Biblioteca Nacional, la Fundación Lázaro Galdiano, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y colecciones particulares.

La muestra, que ha contado con un presupuesto de más de 80.000 euros, ha permitido, además, la restauración de una quincena de obras, algunas destacadas como «San Francisco de Asís con el crucifijo», que se expone por primera vez en años.

De esa dimensión humanística de Pacheco como pintor, erudito, tertuliano y teórico del arte da fe una exposición, además de un completo catálogo razonado, que no solo se detiene en la pintura, pues, como señala la directora del Bellas Artes, Valme Muñoz, esta es solo una parte de su gran «acervo cultural». Por ello, presenta escultura, dibujo, manuscritos y libros. Se trata, añadió Muñoz, de reivindicar «una figura clave, bisagra entre el siglo XVI y XVII», capital para «conocer el tránsito del manierismo al naturalismo» del barroco, una figura que «trasciende mucho más de ser un pintor modesto o el suegro de Velázquez».

Esta progresión hacia el naturalismo en la obra de Pacheco se aprecia dos retratos de Santa Justa y Santa Rufina, de colección particular, descubiertas en 2011 por el profesor de Historia del Arte Benito Navarrete y que se exponen por primera vez en España. «Tienen un estilo más naturalista, más pictórico», explica el conservador del Museo Ignacio Cano, quien subraya que el rostro de Santa Justa es «idéntico» al de la «Inmaculada» de Velázquez que posee Focus Abengoa, mientras que la Santa Rufina lo es a la «Cabeza de muchacha» del sevillano que atesora en su colección la Fundación Lázaro Galdiano.

No es la única relación entre discípulo y maestro, que continúa en obras como el «Retrato de Cristóbal Suárez de Ribera» de Velázquez, de quien se incluye también el magnífico óleo que realizó de su suegro. Un recorrido que, en suma, pretende resituar a Pacheco en la historia del arte y que, además, recupera el discurso, de reflexión y reivindicación de la pintura sevillana, que tan buenos réditos ha dado a esta pinacoteca, en muestras anteriores como las de Zurbarán y Valdés Leal.

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