Mujeres en su tocador: solo para voyeurs
RMN-Grand palais/Mathieu rabeau. adgp, parís, 2015

Mujeres en su tocador: solo para voyeurs

A través de un centenar de obras (lienzos, dibujos y grabados), el Museo Marmottan de París indaga en una exposición en asuntos como el cuarto de baño, la intimidad, la privacidad, el aseo y la higiene a través de la Historia del Arte

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A través de un centenar de obras (lienzos, dibujos y grabados), el Museo Marmottan de París indaga en una exposición en asuntos como el cuarto de baño, la intimidad, la privacidad, el aseo y la higiene a través de la Historia del Arte

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  1. Pierre Bonnard. «Desnudo en la bañera»

    RMN-Grand palais/Mathieu rabeau. adgp, parís, 2015

    A finales del siglo XIX Degas lleva a cabo una revolución en la representación del tocador o el aseo. Los temas no son nuevos: la mujer en todas las poses posibles: antes del baño, durante el baño o después del baño. Pero el tratamiento sí es inédito, por los puntos de vista y los encuadres, gracias sobre todo al color, en sus pasteles. Después de 1900, Pierre Bonnard retoma esta misma estrategia. Este cuadro evoca las escenas íntimas de Degas.

  2. François Boucher. «Una dama en su tocador»

    cortesía de p & d colnaghi & co, ltd, londres

    Boucher está presente en la exposición con varias obras, todas del mismo formado: ovalado. Algunas de las escenas que representa el pintor son muy osadas. En la época quedaban ocultas tras unas cortinas. Hay ejemplos en la exposición, pero no es este el caso. En el siglo XVIII, las damas cuentan con sus «boudoir», que se convierten en sus espacios privados. En la escena de este cuadro apreciamos tanto la vestimenta como el maquillaje, muy exagerado, propios de la época.

  3. Salomon de Bray. «Joven desnuda peinándose»

    RMN-grand palais. museo del louvre/gérard blot

    Nació en Ámsterdam, pero muy pronto se trasladó a Haarlem, donde conoció a su Anna, hermana de artistas, con la que casó en 1625. Tuvieron diez hijos. Salomon de Bray pintó este maravilloso desnudo, en el que una joven está peinando su larga y rubia cabellera, ajena a cualquier voyeur que pudiera estar espiándola. Destaca la blanca piel del cuerpo frente a lo sonrosado de su rostro. Con su brazo izquierdo tapa uno de sus senos.

  4. François Eisen. «Joven en su tocador»

    rmn-grand palais/Thierry ollivier

    Esta escena aparentemente anodina es en realidad bastante atrevida. Un orinal adecuado para la anatomía de las damas aparece en primer plano del cuadro. El perro se acerca a olfatear. Una sirviente está llenando un bidé. Es la década de 1740: el bidé es una pieza de mobiliario nueva. La dama va a proceder a su higiene personal. La sirvienta trata de ayudarla, pero desvía su atención hacia una niña.

  5. Georges de La Tour. «La mujer y las pulgas»

    RMN-grand palais/philippe bernard

    Georges de La Tour presenta en este hermoso lienzo una de sus habituales pinturas con colores oscuros, sombríos, con figuras muy realistas, rodeadas de objetos modestos, cotidianos. En el siglo XVII la escasez de abluciones hace que proliferen las enfermedades. En la élite de la sociedad, el cambio de ropa solía prevenir la invasión de piojos y pulgas. Un lujo inaccesible para la mujer del cuadro, una humilde sirviente que busca en su cuerpo algún bicho. El tema, trivial, se torna sublime en la pintura de La Tour.

  6. Tapiz de los Países Bajos. Siglo XVI. «El baño»

    rmn-grand palais. museo de cluny-museo nacional de la edad media/franck raux

    Este tapiz de la colección del Museo de Cluny ilustra una escena en la que una joven noble toma un baño en verano en el jardín. Prepara su cuerpo, quizás para la noche nupcial. Unos tocan música en su presencia, otros le ofrecen joyas y alimentos. No se está aseando, considerado un acto demasiado prosaico en la época para ser inmortalizado en un tapiz. Permanece inmóvil, desnuda hasta la cintura, irreal, idealizada en su perfección. La excusa del baño le permite al artista realizar un canto a la belleza, a la feminidad. En la escena están presentes todos los sentidos: la música, los aromas, los colores... El baño, entendido como fuente de placer, y la oportunidad para el artista de representar el desnudo en medio de una decoración sublime.

  7. Eugène Lomont. «Joven en su tocador»

    rmn-grand palais/thierry ollivier

    Eugène Lomont (1864-1938) pintó en 1898 este tan hermoso como enigmático cuadro. No vemos el rostro de la mujer que se está aseando en un cuarto de baño. Tenemos la sensación de estar invadiendo su intimidad, violando su privacidad. Su cuerpo, semidesnudo y de espaldas, es apenas la única fuente de luz en la escena.

  8. Berthe Morisot. «Delante del espejo»

    foundation pierre gianadda, martigny

    Berthe Morisot (Bourges, 1841-París, 1895) dedicó su vida a la pintura en una época en la que el papel de la mujer estaba socialmente acotado al ámbito doméstico. Morisot rompió con los estereotipos y se convirtió en la primera mujer en acceder al círculo de los impresionistas. En este retrato, la modelo carece de rostro. La mujer se está arreglando y se mira en un espejo que no les permite ver su verdadero rostro, su autentica identidad.

  9. Picasso. «Mujer con reloj»

    RMN-grand palais/rené-gabriel ojeda. administration picasso, 2015

    La mujer a la que retrata Picasso en este lienzo está sentada en el suelo. Está vestida, pero al mismo desvestida. Uno de sus pechos queda a la vista y su cuerpo se entrevé a través del vestido transparente. Lleva en la cabeza una guirnalda de flores que cae a un lado. Se está mirando al espejo. Un peine en el suelo aparece junto a su muslo. El cuello de alarga para admirarse, cual Narciso. La presencia del reloj en su mano derecha alude al paso del tiempo.

  10. Nicolas Régnier. «Joven en su baño»

    2014. deagostini picture library/scala de florencia

    La escena parece clásica: un espejo, perfumes, ungüentos, cosméticos, un peine, joyas... sobre una mesa suntuosa. Una dama se mira al espejo mientras se acicala. En el norte de Europa en el siglo XVII, el tocador es una oportunidad para que los artistas pinten las representaciones menos estandarizadas en Francia. El desnudo «resiste», pero bajo la influencia de Caravaggio al menos indirectamente, se ejecuta un nuevo realismo. Las modelos son las criadas o las compañeras de pintores. Jóvenes de clase media se adornan frente a su espejo. El agua brilla por su ausencia de estos tocadores. El encuadre refuerza la impresión de intimidad. Son hermosas mujeres, como ésta pintada por Regnier, ensimismadas, aisladas del resto del mundo.

  11. Toulouse-Lautrec. «El baño. Madame Favre»

    suiza. colección nahmad/raphael barithel

    Toulouse-Lautrec, de quien el año pasado se conmemoró el 150 aniversario de su nacimiento, fue uno de los pintores que mejor supo reflejar la bohemia parisina de comienzos del siglo XX. Asiduo a cabarets y prostíbulos de la ciudad, las mujeres le dejaban entrar en sus espacios más privados y le permitían que las retratara en su intimidad. En este caso la retratada en su tocador es Madame Favre.

  12. Frantisek Kupka. «Rojo en los labios»

    centro pompidou. mnam-cci. dist. rmn-grand palais/jean-claude planchet-adagp, parís, 2015

    A comienzos del siglo XX, el desnudo femenino constituye para los artistas de vanguardia un desafío. Cézanne elige pintar bañistas en plena naturaleza. En este caso es Kupka quien retrata en este cuadro a una joven pintándose los labios con carmín rojo. Los colores están inspirados en el fauvismo: el verde del cuerpo, el blanco del rostro, el rojo de los labios... Esa combinación de colores es la que interesa a este artista.

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