Rodríguez Uribes trata de revertir en una semana el daño causado por el enfado del sector  

El Ministerio de Cultura quiere calmar a las industrias indignadas por la falta de medidas durante un más de un mes

José Manuel Rodríguez Uribes ABC
Jesús García Calero

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Hay mucho nerviosismo en el Gobierno por el enorme desencuentro que ha sufrido con el sector de la cultura. Es un frente inesperado e inédito en un partido como el PSOE, que siempre ha mostrado interés estratégico en los réditos de una buena relación con ese sector. No se trata solo de actores famosos, sino de una industria que aporta más del 3% del PIB y que incluye el libro, los editores, libreros, el cine, el teatro, la música en vivo, la música grabada, el arte, las ferias, festivales, los videojuegos... empresas, promotores, creadores, traductores, industrias asociadas y todos los puestos de trabajo que generan, en un número superior a los 700.000 .

Su futuro está en juego. Después de la bronca, y en medio de una tormenta en las que se adivinan también las grietas de la coalición socialcomunista, se trabaja contra reloj en el Ministerio de Cultura para dar una respuesta al horizonte catastrófico que intuyen las industrias culturales y que parecía haber quedado fuera de las prioridades esenciales de la crisis.

La impresión que tienen las fuentes políticas consultadas es que esta semana el ministro Uribes «cocina» con las titulares de Hacienda y Economía algunas de las prioridades remitidas desde el sector para dimensionar el coste de esas medidas en el presupuesto disponible y ya la semana que viene se aprobará, con suerte, el decreto de medidas específicas para la cultura. ABC ha conversado con los distintos ámbitos para conocer de primera mano sus impresiones.

Cadena de errores

La cadena de errores achacables al ministro José Manuel Rodríguez Uribes que hizo estallar el conflicto comenzó el 2 de abril, cuando en el Palacio de la Moncloa se recibió una carta firmada por un centenar de premios Nacionales de todas las disciplinas entre los que había nombres muy importantes de la cultura musical, teatral y literaria, incluyendo algunos muy cercanos al PSOE. Se titulaba «Cultura o barbarie» y solicitaba al Gobierno que hiciese su trabajo, que anunciase planes como los que otros países han puesto en marcha, en términos correctos, serios y graves.

La carta debió abrirla Iván Redondo, el superjefe de gabinete presidencial, quien la pudo comentar con Pedro Sánchez antes de llamar la atención del ministro Uribes para conocer qué sabía de ese malestar . En este punto casi todas las fuentes consultadas reconocen que el ministro desconoce el sector -procede de otros ámbitos- y no había urgencia cuando tomó posesión en enero para hacerse con las claves que podrían haberle salvado de la crisis. A mediados de marzo, sin embargo, cuando llegó el estado de alarma, realizó una primera ronda de 30 llamadas antes del primer Consejo de Ministros de la crisis para tratar de ponerse al día de las necesidades de su sector, que se enviaron puntualmente, y transmitir: «No vamos a dejar tirada la cultura».

Tras el aviso de Moncloa, Uribes se puso de inmediato a trabajar y algunos opinan que diseñó lo que pensaba que sería una buena estrategia. Concedió una entrevista a ABC, que tuvo lugar el viernes y se publicó el sábado 4 , en la que mantuvo el discurso de tratar que las medidas generales no olvidaran a la cultura y esperar a que pasara a fase crítica de la epidemia para abordar los problemas específicos del sector. También anunciaba una ronda de videoconferencias con las partes implicadas y entonces se programó su aparición en la rueda de prensa del Gobierno. Fuentes del Ministerio afirman que no hubo tal diseño, sino que se fueron sucediendo las iniciativas.

Las videoconferencias

Hubo cuatro videoconferencias entre el lunes 6 y el martes 7, dedicadas a hablar con el sector del cine, el libro, las artes escénicas y las así llamadas industrias culturales . Fuentes de quienes estuvieron presentes allí, relatan que en todas se repitió una sensación de estupefacción de algunos de los participantes ante las palabras del ministro Uribes, que preguntaba a todos cómo estaban sus sectores y qué necesidades podían transmitirle. «La intención sería buena, pero fue una torpeza -comenta uno de los presentes- puesto que en llamadas producidas 15 días antes ya nos había preguntado lo mismo y se le habían remitido las necesidades que teníamos. Nos sentimos defraudados» , aclara.

La última fue probablemente la más desatinada puesto que se produjo entre el Consejo de Ministros del martes y la aparición del ministro en la rueda de prensa poco después. «Se conectó tarde, a pesar de que las 14h no son buen momento para reuniones. Debimos empezar pasadas las 14:30h y él saludó muy cortésmente, pidió que le contásemos nuestras necesidades, que ya tenía en su poder desde muchos días atrás. Luego se despidió. Algunos tuvimos la impresión de que no teníamos toda su atención porque no preguntó nada a lo que le decíamos, ni volvió a intervenir hasta el final. A lo mejor preparaba sus palabras en la famosa rueda de prensa», concluye la misma fuente. Otras fuentes añaden que Uribes se enteró en ese momento de que tenía que comparecer en rueda de prensa.

La aparición del ministro Rodríguez Uribes en la rueda de prensa del pasado martes 7 de abril terminó con la paciencia de un sector que se siente preterido, en lo que ha sido la primera rebelión a bordo de la industria cultural que ha sentado muy mal en el Gobierno. No es falta de solidaridad con la crisis sanitaria, que está en mente de todos, sino «desánimo e irritación porque el ministro que debía representarlos, según nos cuentan, saliera en aquella ocasión al atril de Moncloa sin nada que anunciar , como si no hubese hablado con todos y no supiese lo duro que es el horizonte que tenemos» . La reacción fue tan notoria, que poco después tuvo que salir la ministra de Hacienda a recalcar que la Cultura es esencial y que se pondrán manos a la obra para diseñar medidas específicas para el sector.

Además, desde los ambientes sindicales, sin apoyo de otros estratos del sector, se promovió una más que polémica huelga digital, el #ApagónCultural, que mereció más críticas que elogios dentro y fuera del sector y acabó desconvocándose tras la intervención de la ministra de Hacienda. El huracán desatado es lo que hizo saltar las alarmas en el Palacio de la Moncloa.

Y no faltaron figuras conocidas y prestigiosas que cobrasen protagonismo, como hizo el dramaturgo Lluís Pasqual con la contundente carta enviada al ministro el Viernes Santo para recordarle sus deberes de manera bastante seria. Menos pertinente fue el vídeo del actor Juan Echanove , con alusiones personales, en apoyo del #ApagónCultural. Pero su exordio en Instagram -con freno y marcha atrás- ha terminado en pocos días, tras dos telefonazos, con arrepentimiento ante las cámaras de la tele recordando entre lágrimas la aparición salvífica de la ministra de Hacienda: «Cuando vi a la ministra de Hacienda y al presidente del Gobierno, lloré», le dijo a Susana Griso ayer, en una emotiva actuación.

«No han hecho los cálculos»

En el terreno de los hechos, el cabreo de las industrias culturales sigue activo, a la espera de que el ministro «defienda con medidas el futuro del sector». Las ayudas trasversales no afectan a la actividad económica de estas industrias que países como Alemania y Francia han declarado estratégicas . «No han hecho bien los cálculos», comenta un miembro destacado de la industria. «Las ayudas y la pérdida de facturación, incluidos los créditos que el ministro llama trasversales, irán contra las cuentas de resultados de las empresas lo cual puede obligarlas a ir a concurso de acreedores», subraya la misma fuente.

El panorama entonces es de gran parte del sector en quiebra y en el paro, «además de la falta de financiación para nuevos proyectos, para reiniciar la industria. Puede que cuando el público regrese ya no tengamos empresas, sino deudas» .

El dilema de Cultura es conseguir en tiempo récord aprobar medidas eficientes, con presupuesto, y sortear el «fuego amigo», porque hay quien ve la mano de Podemos en el apoyo al #ApagónCultural que tanto ha desestabilizado al ministro y que ha movilizado todos los medios del Gobierno para cerrar esta herida. Entre los motivos del socio principal de Pedro Sánchez para ese apoyo sutil estaría, según las fuentes consultadas, presionar con el fin de que esas medidas sean parte de su «escudo social» en lugar de dirigirse a la salvación de las empresas que dan puestos de trabajo . Pero el ministro «está tocado», dicen. Si el decreto cumple su función, ese movimiento podría terminar en éxito para él.

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