Obituario

Julio Zachrisson: Un panameño en la corte del rey Goya

Grabador y pintor. Gran figura de la escena de su Panamá natal

Juan Manuel Bonet

Gran pintor y grabador panameño, pasó por México e Italia antes de afincarse hace sesenta años en España, donde en 1996 el Gobierno de Aragón le otorgó el premio que lleva el nombre del pintor de Fuendetodos.

 Nueve días después de la muerte de su mujer, Marisé Torrente, ayer falleció en Madrid el grabador y pintor Julio Zachrisson, gran figura de la escena de su Panamá natal. Hace unas semanas se inauguró en el Espacio Valverde de la capital su primera individual desde la retrospectiva que en 2020, comisariada por Marcos Giralt Torrente y Denis Long, pudo contemplarse en el Conde Duque.

A Panamá, tierra sincrética, los antepasados de Zachrisson arribaron procedentes de Suecia. Él inició allá sus estudios artísticos, pero pronto, en compañía de uno de sus condiscípulos, decidió explorar otros países centroamericanos, fijando luego su residencia en la capital mexicana, donde pintó un mural socialrealista, y frecuentó a rupturistas como José Luis Cuevas y Alberto Gironella, entre otros. La siguiente etapa fue Italia, donde estudió en Perugia.

Madrid podría haberse quedado en una escala más, pero le atraparon Goya (qué justo fue el aludido premio aragonés), los toros, la ciudad y sus locales nocturnos (en el Nicca’s, de Nicholas Ray, dejó muestras de su talento), artistas como Alberto Greco o Alexanco o Giralt, un gestor cultural atento a Latinoamérica como Luis González Robles... Y Marisé, claro, a partir de 1966. Pocas parejas ha habido en el mundo del arte tan unidas como la que formaron durante 55 años, y hay una suerte de terrible justicia poética en el hecho de que Julio apenas le haya sobrevivido. En una pantalla en la sala final de la retrospectiva pudimos contemplarlos, en el magnífico documental de Abner Benaim: él ciego (desde 2012), y ella fuera del mundo, bailando agarrados una melancólica salsa. Importante fue siempre, ciertamente, la música para este amigo de Rubén Blades y otros músicos de su patria, que cuando recalaban en Madrid lo invitaban a sus conciertos o visitaban su estudio de la avenida de Toreros.

En San Fernando, Zachrisson había ampliado, por libre, estudios de grabado, y sobre todo usado el tórculo que ahí había, iniciando a otros. En sus funambulescos grabados, ahondó en el legado surrealista, pero también en el de la España negra o en el del circo. Ilustró un Quevedo, y la Carajicomedia. Fue amigo de escritores como su suegro, Gonzalo Torrente Ballester, Carmen Martín Gaite, Juan Benet, Antonio Fernández Molina o Martínez Sarrión, otro creador al que echaremos mucho de menos.

La retrospectiva municipal, además de volver sobre los principales hitos de su trayectoria, no terminaba sólo con cumbias. Radiante, luminosa, construida a veces casi como a lo Juan Gris, y a la vez con una sensualidad y una magia caribeñas de siglos, nos entusiasmó a todos ver reunida la etapa final de su pintura, realmente extraordinaria, y no todo lo conocida que debiera serlo.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación