Los mil hijos aviadores, pioneros, escritores y navegantes del sueño esférico de Elcano

La Biblioteca Nacional inaugura hoy la exposición «Una vuelta al mundo», que explora los entresijos de la primera circunnavegación a la Tierra y la aventura de quienes siguieron su estela

Ilustración del Monumento a Colón, planeada para ser construido en el Parque del Retiro, que está incluido entre las piezas de la exposición «Una vuelta al mundo en la BNE»
César Cervera

Esta funcionalidad es sólo para registrados

El «nostos» era el nombre que se daba en la Antigüedad al viaje de regreso, a una vuelta al hogar como la protagonizada por Ulises en su retorno a Ítaca. Cuando Sebastián Elcano , al frente de la nao Victoria, regresó de dar la vuelta al mundo avanzando, en vez de desandando el camino, rompió con siglos de «nostos» y, en definitiva, con el viejo mundo. La expedición Magallanes-Elcano fue, como recuerda la última exposición de la Biblioteca Nacional, un acontecimiento que hizo temblar hasta al lenguaje conocido. El primer derrotero sin derrota. El primer retorno hacia delante.

Noticias relacionadas

La Biblioteca Nacional se ha querido sumar a las conmemoraciones por los 500 años de la primera circunnavegación a la tierra con la exposición «Una vuelta al mundo» , que mezcla dos espacios muy distintos. Por un lado, una sala reducida, una especie de gabinete de curiosidades; por otro, la imponente escalinata y el hall de la biblioteca, espacios intimidantes, casi oceánicos. La muestra, que estará abierta al público de forma gratuita desde hoy hasta el 16 de abril, también resulta rompedora por su ambiciosa perspectiva de ir más allá de la gesta en sí.

Un viaje hacia la sorpresa

«Cuando estábamos montando la sala, que es un momento al estilo del camarote de los hermanos Marx o de una paella familiar, se coló una persona que dijo “yo pensaba que venía a ver una exposición de Magallanes y me encuentro a una señora subida en un camello, que además en esa época no existían. ¿Pero esto qué es?”», explica a modo de anécdota Juan Pimentel , comisario de la exposición e historiador de la ciencia. Aparte de que obviamente sí había camellos en el siglo XVI, la fotografía referida es la de una aventurera victoriana explorando algún desierto perdido de la mano de Dios. Ella también forma parte de lo que representó Sebastián Elcano.

La exposición de la Biblioteca Nacional se centra no solo en la hazaña náutica, sino en su espíritu y en quienes heredaron el sueño esférico. En los navegantes ilustrados que trazaron el mundo, en la edad de los grandes pioneros del aire, en las primeras mujeres en realizar la vuelta por mar y aire, y en quienes hoy cruzan los océanos de información desde su casa.

América Retectio, ilustración que muestra a Magallanes en América rodeado de criaturas fantásticas.

«Lo que buscamos es sorprender a la gente, no hacer otro monográfico de la expedición de Magallanes y Elcano, que fueron los primeros en dar la vuelta pero no los únicos. Eso de quién fue primero y quién el último es una obsesión olímpica que no nos interesa, pues la historia de la globalización es algo más grande, una historia colectiva», asegura Pimentel sobre una muestra realizada en colaboración con la Fundación Jorge Juan .

La cartografía, la pintura, los viajes, los mundos fantásticos de Julio Verne y Julio Cortázar y, por supuesto, la literatura comparten espacio en la exposición de la Biblioteca Nacional, que exhibe con orgullo la única copia superviviente del manuscrito perdido que realizó de la travesía Ginés de Mafra , un marinero de la Trinidad que ha pasado a la Historia por ser el primer ser humano en dar la vuelta al mundo dos veces. El diario permanece abierto, para los visitantes más curiosos, en un página donde se puede leer que, estando Magallanes en el estrecho que lleva su nombre, algunos días estaba muy contento, iluminado, y decía «cosas de placer», mientras otras se sumía en la depresión y creía morir sepultado bajo las olas salvajes.

Junto a la copia del diario de Mafra y otros manuscritos únicos, se puede contemplar en la misma sala un mapa extremadamente valioso, el «Orbis terrestris descriptio», de Christian Sgrooten . «No hace falta saber de Historia o de Cartografía para entender, con solo verlo, que fue hecho para un rey, concretamente para Felipe II. Es de una belleza deslumbrante y muestra al detalle el hemisferio sur, que fue el gran cuerpo que emergió a la luz para los europeos del siglo XVI», apunta el comisario sobre la importancia que tuvo la exploración del sur del mundo incluso por encima de dar la vuelta al orbe o descubrir América.

Las coincidencias

El «Caronte cruzando la laguna Estigia» , de Patinir, del que se muestra una reproducción en la Biblioteca Nacional , sirve a los organizadores de la exposición para trazar un paralelismo entre el barquero mitológico que se mueve entre dos mundos y los exploradores españoles que en esas fechas exactas estaban atravesando el Estrecho de Magallanes . «Me encanta esa casualidad, el que un maestro flamenco estuviera pintando en esos meses algo tan próximo a la realidad sin ser consciente de ello», confiesa Pimentel.

Junto a la sorpresa, lo que más anhela conseguir «Una vuelta al mundo» es, como insiste la directora de la institución, Ana Santos Aramburo, abrir la biblioteca a la gente de a pie, lograr que deje de ser «un lugar intimidante». De ahí la importancia simbólica que tienen las Columnas de Hércules para separar los espacios. «El lema por antonomasia de los navegantes y también de España es esa idea del “Plus Ultra” , ir más allá del Mediterráneo, del mundo conocido. Que nuestro país, tantas veces estigmatizado, contribuyera de forma decisiva a la historia del conocimiento debe hacernos pensar», reclama el comisario.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación