En Baleares no hablamos catalán

El catalanismo rompió la unidad de la lengua occitana e impuso una ficticia unidad de la lengua catalana donde la lengua mallorquina quedó relegada a ser un simple subdialecto sin peso cultural alguno

Mateo Cañellas Taberner

Desde hace casi cuarenta años en nuestras estimadas Islas Baleares —el antiguo Reino de Mallorca— padecemos la dictadura catalanista. Son casi cuatro décadas que van desde la aprobación del Estatuto de Autonomía de 1983 —el verdadero Caballo de Troya catalanista— que con una sola e intocable afirmación se está consiguiendo la incorporación de Baleares a los inventados e inexistentes Países Catalanes : «la lengua catalana es la lengua propia de las islas Baleares», cuando la realidad es que en Baleares no hablamos catalán.

El adoctrinamiento catalanista en Baleares ha sido un lamentable éxito. Además de marginar la lengua castellana , ha logrado que no dudemos de nuestra supuesta catalanidad y que nos creamos que sea imposible escribir en lengua mallorquina. Además de imponer el dialecto barcelonés ha modelado la milenaria historia de Baleares para encajarla en su rodillo uniformizador haciendo desaparecer de los libros de historia la principal realidad que ha caracterizado la relación entre Mallorca y Cataluña : tensión y ansia anexionista. Para lograrlo el catalanismo ha silenciado, por ejemplo, aquellos episodios de la resistencia mallorquina a las invasiones aragonesas de 1285 y 1343, así como la posterior represión contra los partidarios del rey de Mallorca.

El catalanismo además se ha apropiado de aquellos personajes mallorquines que le interesaban: Ramón Llull —«forjador de la lengua catalana»—, Cresques Abraham —«autor del Atlas Catalán»—, Guillermo Sagrera —«máximo exponente del gótico catalán»—. En cambio, otras figuras ilustres mallorquinas como Fray Junípero Serra, el marino Antonio Barceló o el geógrafo Felipe Bauzá han sido ocultadas, ya que su la labor estuvo siempre ligada al servicio a España. Y la guinda al pastel catalanista la han puesto las instituciones de Baleares exclamando su catalanidad con el uso del dominio punto.cat: www.palma.cat, www.culturamallorca.cat, www.uib.cat…

En Baleares no hablamos catalán, ya que en el momento de la conquista de Jaime I de Aragón en 1229, el catalán no existía. Lo que se hablaba en Cataluña era la lengua de oc, ya que la partícula afirmativa usada era «hoc». La lengua de oc , denominada también provenzal, lemosín u occitano abarcaba desde el río Loira hasta más allá del río Ebro. Esta lengua occitana fue la que llegó a Mallorca con los colonos aragoneses, occitanos y catalanes y se fundió con el mozárabe mallorquín. La fusión con el mozárabe junto a ochocientos años de evolución separada del continente hizo a la lengua mallorquina distinta de la catalana.

A partir del siglo XIV la lengua comenzó a identificarse con el territorio lo que propició la aparición de los glotónimos «catalanesch» y «mallorquí» para estos dialectos de la lengua de oc. De siglos posteriores hay innumerables referencias a la «llengua mallorquina». Y ya en el siglo XIX se consolidaron las tres piezas básicas de una lengua: la Ortografía de Servera (1812), la Gramática de Amengual (1835) y el Diccionario de Figuera (1840).

Además del glotónimo local del dialecto, a principios del siglo XVI se recuperó la denominación de lengua lemosina. Pero durante la Renaixença catalana la conciencia de una unidad idiomática lemosina se resquebrajó ya que el catalanismo no podía admitir que el catalán fuese un dialecto del occitano. Admitirlo significaría que su nación era Occitania y no Cataluña. Para superarlo, el catalanismo consiguió que en 1925 el romanista Wilhelm Meyer-Lübke —«casualmente» miembro del recién creado Instituto de Estudios Catalanes — pasase de considerar el catalán como dialecto del occitano a lengua independiente.

El catalanismo rompió la unidad de la lengua occitana e impuso una ficticia unidad de la lengua catalana donde la lengua mallorquina quedó relegada a ser un simple subdialecto sin peso cultural alguno. Así fue como se pasó del sueño occitano a la pesadilla catalanista que vivimos en pleno siglo XXI, a pesar de que en Baleares no hablamos catalán.

(Mateo Cañellas Taberner es autor del libro «En Baleares no hablamos catalán»)

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