Una de las galerías repletas de restos en la macro-catacumba
Una de las galerías repletas de restos en la macro-catacumba - P.T. Nicholson; Copyright Antiquity Trust

Aparecen 8 millones de momias de perros junto a un templo de Anubis en Egipto

Los cultos asociados a animales fueron un pujante sector económico, ancestro de la industria turística, según un estudio

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El dios de la muerte egipcio era Anubis, una figura siempre terrible con cabeza de chacal, que ejercía el patronazgo sobre los rituales de embasamamiento y estaba presente en el juicio de Osiris, cuando se pesaba el corazón del muerto y se decidía su destino para la eternidad. En las catacumbas que fueron excavadas junto a su templo en Saqqara, un equipo de arqueólogos acaba de hallar y documentar completamente una macro-catacumba en la que se calcula que hay enterrados 8 millones de perros momificados, informó Livesciencie. Han leído bien. Ocho millones de momias caninas, desde cachorros a ejemplares adultos, según las conclusiones de un estudio que acaba de ser publicado en la revista «Antiquity», de Cambridge, del que son autores Paul T.

Nicholson, Salima Ikram y Steve Mills.

Muchas de esas momias se han perdido, desintegrado o fueron objeto de expolio para diversos usos, incluso agrícolas, pero gracias a la dimensión de los hallazgos realizados, estos especialistas han podido cuantificar la importancia del culto a Anubis y los ritos funerarios con animales para la economía del antiguo Egipto.

La macro-catacumba canina es parte de un complejo enorme que incluye otras grandes galerías subterráneas en las que fueron enterrados -momificados- babuinos, ibis y halcones, entre otros animales, en una práctica cuyos materiales e industrias se convirtieron pronto en bienes enormemente productivos asociados a cultos a los diferentes dioses.

El entorno desértico que ahora dominan los restos de la pirámide escalonada fue, según declaró a Livescience el profesor Paul Nicholson, de la Universidad británica de Cardiff, un lugar floreciente en el que, además de los templos magníficos, abundaban los mercaderes, vendedores de estatuillas de dioses en bronce, procesiones de sacerdotes, ceremonias, videntes que interpretaban sueños, y guías que conducían a los peregrinos a los diferentes negocios. Y no faltarían criadores de las especies de animales necesarias para los ritos funerarios, ejemplares que serían después momificados. «Un lugar muy concurrido», según Nicholson.

Desde finales del XIX se había registrado este tipo de enterramiento pero es la primera vez que una de estas súper catacumbas es objeto de un estudio en tanta profundidad. Los especialistas describen las «interminables series de túneles oscuros, lejos de la luz nada más entrar, por lo que se necesita iluminación artificial. Es algo espectacular», añade Nicholson.

Datan del siglo IV a. C. y se excavaron en la piedra. Un detalle curioso es que en el techo de la catacumba, que se divide en infinitas galerías, ha sido hallado un monstruo marino fosilizado, el Aegirocassis Benmoulae que vivió hace más de 48 millones de años y es uno de los mayores artrópodos que jamas pobló los mares de la tierra.

La catacumba mide 173 metros en el pasillo central y los corredores laterales se abren en un máximo de 140 metros de un extremo a otro. Del total estimado de 8 millones de momias el 92 por ciento pertenece a perros, pero el resto, que supone un gran número, son restos de otros animales, entre los que destacan las momias de chacales, zorros, halcones, gatos y mangostas.

No han podido aclarar qué hacen esos otros animales ahí, pero todo parece indicar que cualquier cánido o criatura similar podía entrar en estos ritos. No en vano los chacales y perros salvajes inspiraron la figura de Anubis, y no era raro verles merodear por los cementerios o cualquier lugar en el que pudieran encontrar carroña.

Seguramente, según el estudio de Antiquity, los peregrinos utilizaban las momias como expresión de gratitud a los dioses. Muchos perros tenían apenas días cuando fueron momificados. Aunque hay ejemplares adultos, perros que vivían en la zona de los templos, parece que muchos cachorros eran criados en gran cantidad al efecto de ser momificados nada más nacer. Pero Nicholson no cree que murieran como consecuencia de golpes o estrangulamiento, sino por deshidratación o de hambre. «No hemos encontrado pruebas de cuellos rotos como los que sí se han registrado en los enterramientos de gatos», añade.

Durante la ocupación romana estos cultos, pupulares desde mediados del siglo VIII a. C., declinaron. Solo se conocen en Egipto y es probable que funcionaran como símbolo nacional de identidad en tiempos en los que el imperio fue invadido por otros pueblos, como los libios, o los persas. Había un templo por cada dios y catacumbas asociadas, lo cual, sumado a la peregrinación, nos habla de una importante actividad económica de la época. Hay que pensar no solo en el comiercio de los animales y la momificación, sino el alojamiento y la comida de los peregrinos. «Seguramente es el precedente más antiguo de la industria del turismo», declara otro invesgitador.

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