El Quijote, en verso

El Quijote, en verso

Recopilamos los poemas enviados por los ganadores de nuestro concurso en este incansable homenaje a la obra de Cervantes

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Recopilamos los poemas enviados por los ganadores de nuestro concurso en este incansable homenaje a la obra de Cervantes

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  1. Ricardo Saavedra

    A la locura de Alonso Quijano (Soneto)

    Hidalgo universal, pasas los días,

    bien a la luz del Sol o del candil,

    leyendo con tesón estudiantil

    libros y libros de caballerías.

    Para unos, "¡fábulas, supercherías,

    engendros de la mente más febril!"

    tales impresos son. Cerca de mil

    llenan en tu aposento estanterías.

    Pero en ellos se forja tu grandeza,

    tu espíritu se eleva, se agiganta...

    Y si dicen que fruto de locura

    tu ingenio fue, al par que tu flaqueza,

    lo cierto es que jamás se ha visto tanta

    sapiencia en un hombre sin cordura.

  2. Manuel Gálvez Ruiz

    «A la locura de Alonso Quijano»:

    Hidalgo universal, pasas los días, bien a la luz del sol o del candil,

    leyendo con tesón estudiantil libro tras libro de caballerías.

    Para unos, ¡fábulas, supercherías,engendros de la mente más febril!

    Tales impresos son cerca de mil llenan en tu aposento estanterías.

    Pero en ellos se forja tu grandeza,tu espíritu se eleva se agiganta...y

    si dicen que fruto de locura tu ingenio fue, al par que tu flaqueza,

    lo cierto es que jamás se ha visto tanta sapiencia en un hombre sin cordura.

  3. Jesús Aparicio

    De cómo Quijote y Sancho sellan un destino común:

    Coge Sancho mi mano

    abracemos el cielo

    no se nos pegue al suelo

    nuestro soñar de hermanos.

  4. Carlos Acosta Arenas

    Cabalgan Sancho y Alonso Quijano, -caballero de la triste figura,

    Don Quijote, en pos de la aventura,

    con su yelmo, adarga y lanza en mano.

    En el sobrio paisaje castellano resuena el chirrido de su armadura,

    y resopla su escudero sin mesura,

    mientras se encaminan al altozano.

    Al poco divisan unos molinos, pero el Quijote solo ve gigantes

    con sus brazos haciendo remolinos,

    y se abalanza sobre los tunantes con ímpetu y arresto repentinos,

    como si montara mil rocinantes.

    Golpeado por aspas, cae al suelo,pero su espíritu no se amilana,

    en su mente siempre una dama,

    la aldeana Dulcinea, ese ángel del cielo.

    De nuevo en la grupa, remonta el vuelo

    para dejar su estela en la mañana ,

    desfaciendo entuertos con mucha gana,

    como héroe de la Mancha, con anhelo.

    Más lances tendrá el caballero andante

    su testa llena de literatura,aunque quizás un punto delirante,s

    ufrirá percances con donosura, Sancho se convertirá en gobernante...

    Don Quijote cabalga en la llanura.

  5. Seve Jiménez

    Bisvoto a dios que me encanta esta novela

    me divierto un montón con su lectura.

    No deja ni un minuto que me aburra

    esta historia de historias tan completa.

    Cada hazaña que ocurre a Don Quijote

    está llena de gracia y de salero

    es tanta su destreza, tal su ingenio

    que con ello disfruta hasta el más zote.

    Apostaré que todo el que consiga

    entrar en este mundo de aventuras

    tendrá muchas más luces en su vida.

    De lo que afirmo aquí no tengáis duda:

    es tan grande este libro de Cervantes:

    que en todo el mundo gozan de su arte.

  6. Emilio S. Villapadierna

    El Quijote en un lugar de Castilla, ancha,

    entre encinares de la Mancha, por Dulcinea, con Rocinante,

    silueta de caballero andante, luchando frente a un gigante.

    Contra sombras en danza, contra molinos se lanza,

    contra frailes y venteros,contra rebaños enteros.

    Enterrando los muertos, desfaciendo entuertos,

    protegiendo desamparados, ayudando a enamorados.

    Por Sancho protegido, a menudo malherido,

    armado de ilusiones, viviendo pasiones.

    Entre libros vivía, de hambre moría.

    Muchas noches en vela,a la luz de la candela.

  7. Jesús Toral

    «Un Quijote debo ser» (soneto)

    Fuera, señor, también la culpa mía,

    insigne caballero Don Quijote,

    que lo mismo que Sancho, soy un zote,

    tosco, patán, jayán y medianía.

    Mas siempre he admirado la hidalguía

    de vuestro proceder, aunque se note

    que voy con rocinante al mismo trote,

    sufriendo, como vos, en la porfía.

    A la vista de tal comportamiento,

    de esta guisa me siento malherido,

    pues no sé si soy hombre o soy jumento.

    Mas si palos me dan y estoy tullido

    por decir la verdad y no escarmiento,

    un Quijote he de ser, es bien sabido.

  8. Daniel Massó Aguado

    Insólito caballero con ardiente pensamiento,

    protagonista de cuento y gran gastador de cuero,

    animas desde el papela luchar por lo creído,

    sea vero o bien fingido, dejando sesos y piel.

  9. Alberto Soto

    La razón de la sinrazón…

    En un lugar de la Mancha que anónimo rememorar quiero ahora, vieron nacer las encinas y lugares un andante caballero.

    En la sien clavados los ideales…lanza, yelmo rocín son la nada sin las utopías que con él cabalgan.

    Hacer el bien, su bandera. Su secreto, la locura. Su vida, el camino. Su porqué el desatino.

    Enterrada en anónimo lugar la utopía lanza en ristre debe nacer y abrirse camino de la mano del insigne caballero que abra el sendero y deshaga secreta la locura tornándola en cordura.

    Vengan ahora anónimos caballeros nuevos. Para hacer el bien a lomos de la razón que nace de la sinrazón.

  10. Javier Sansegundo

    «Insulto a la cordura»:

    Iban borrico y jamelgo

    junto a un delgado corcel

    y sólo el sol les tapaba,

    mientras hablaban del ayer,

    hablaban de sus ancestros,

    de un manco y de una doncella,

    de gigantes, caballeros,

    y de un genio sin botella.

    De bodas y un desencanto,

    de una dama dulce-y-fea,

    y de olivos y carrascos,

    y de pelea tras pelea,

    del casco de un peluquero, de su sobrina y un cura,

    de su castillo en el pueblo y en su isla una aventura.

    Contaban de un largo viaje

    entre ventas y posadas,

    con rebuznos y relinchos

    y ovejas descarriadas,

    sierra morena y toboso,

    y de Almagro y de Alcalá,

    Zaragoza y Barcelona,

    y de viandas, vino y pan.

    Y en la mar dieron la vuelta,

    brillando blanca la luna,

    no-sin-trote y gancho-en-lanza,

    ya sin su triste armadura,

    dejando atrás la marea, ya de vuelta a sus cabales

    y, descansando en su aldea,

    tan sólo nos dejó un “vale”.

    Hay que conquistar el verbo, sin cuartel,

    y convertir estos sueños en papel,

    a las palabras, volverlas del revés,

    y embriagarse de lectura.

    Vale.

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