El Valencia fija el ritmo

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En Mestalla, no deja escapar puntos. Unas veces con más brillo, otras con capacidad para sufrir. Lejos de su estadio, recupera el pulso a eso de ganar, o al menos sumar. No hace ruido. Pero está ahí. Mantiene su ritmo de persecución el Valencia. Ayer, se quedó los tres puntos en juego en el Arcángel con eficacia, seriedad, sin brillanteces, y sabiendo aguantar cuando el Córdoba, buen equipo, siempre vivo y con claras intenciones ofensivas, quiso apurar las últimas esperanzas en un encuentro entretenido.

Alcanza el Valencia los cincuenta puntos. Pegadito al Atlético. Sin tener excesivamente lejos a los cabeceros. El objetivo se lo marca, de momento, en el tercer puesto. El botín de la tercera plaza a la cuarta cambia bastante: de ir directo a la Champions a jugársela en una peligrosa previa.

Eso lo logrará si mantiene el pulso. Ayer, se lo dieron André Gomes, en el primer tiempo, y Piatti, con un mal golpeo, pero a la postre gol, para restar al empate de Ghilas, de penalti ante Alves, y ganar.

Javi Fuego es el futbolista que hace de bisagra en el Valencia. Que la estructura no se desconjunte. Entre dos líneas de cuatro lo coloca Nuno para que su equipo, aunque no tenga el balón, no se desarme. De nuevo, la función del asturiano, encajando con la defensa, fue clave para restarle mucho a lo intenso, el empuje y lo veloz que arrancó el Córdoba en El Arcángel. Quiso Djukic que los suyos apretasen mucho desde el principio: forzar el error del rival; sacudir el engranaje con un juego directo; y buscando a Bebé –especialmente activo–, Ghilas y Heldon como referencias. Pero sin que cosiesen ninguna gran ocasión, o Alves apareció para hacer lo suyo bajo palos, o la retaguardia frenó a los andaluces.

Sin perder el pulso

Lo de los valencianistas, en un ir de menos o más, fue cuestión de no perder ese equilibrio y trenzar alguna contra. Para eso salió el técnico portugués con Piatti y De Paul por los costados y Rodrigo, para inyectar velocidad. Encontró problemas en el centro del campo cuando quiso orquestar el juego. Y eso que estaban André Gomes y Parejo juntos. Pero en la zona ancha, el Córdoba presentó buena batalla y trabó la historia durante muchos minutos.

Cuando los de Djukic desaceleraron el mínimo, el Valencia sacó el látigo. Profundizó por la izquierda. De Paul controló, buscó, centró y André Gomes remató solo en el segundo palo para marcar el 0-1. Luego, con el resultado a favor, replicar fue muy difícil para los locales.

Pareció que el conjunto valencianista regresaba tras el descanso más tibio. Bien ordenado, pero un poco laxo. Y se percataron los cordobesistas. Djukic, de hecho, planteó pronto dos cambios en clave ofensiva. Dio la vez a Florin Andone y Fede Vico y sentó a Abel Gómez y Edimar. Precisamente Florin, en el primer balón que tocó, en un saque de esquina de Bebé, pudo marcar de cabeza, pero Alves reaccionó para evitar el empate. La intensidad y la vocación hacia arriba local, no obstante, se fue bloqueando con la restauración del rigor y el pulso defensivo visitante. El Valencia procuró volver a manejar el balón ya con Negredo en el campo, al que Nuno le dio media hora.

La perseverancia de los de Djukic se formuló con un penalti que cometió Otamendi sobre Bebé. Achuchó el Córdoba. El Valencia no supo despejar el peligro. Y con el balón en el área, llegó el penalti, que Ghilas anotó, engañando por completo al parapenaltis de la Liga. Se dio luego, a un cuarto de hora del final, una curiosa doble en contra, en uno y otro sentido, pero que en ambos casos, cuando la más fácil era resolver, quedaron en nada.

Se abrió el partido. Se rompió. Y Saizar comenzó a aparecer. Los primeros en intentarlo fueron Feghouli y Parejo. Y llegó el gol del Valencia. Un centro al segundo palo lo dejó Negredo de cabeza para Piatti. El argentino le pegó mal, picando el balón al suelo, pero la parábola que hizo el balón acabó sonrojando a Saizar. Lo que sobrevino fue un fase de control visitante, que acabó gestionando muy mal y dando esperanza a un Córdoba a un buen y potente Ghilas, aunque sin más premio.

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