Unas muestras olvidadas hace más de un siglo revelan que los océanos están mucho peor de lo que se pensaba

Unos especímenes de plancton recogidos por un buque británico en el siglo XIX muestran que la acidificación del agua ha sido más pronunciada de lo que se había concluido

Las «cáscaras» de los foraminíferos (en la imagen) recogidos por el HMS Challenger, entre 1872 y 1876, eran más gruesas que las recogidas en este siglo, porque el agua era menos ácida por entonces L. Fox et al., Scientific Reports (2020) 10.1038

G.L.S.

Uno de los grandes problemas que tiene la ciencia que estudia el cambio climático es que el registro de datos históricos es muy incompleto. Los modelos para predecir cambios globales en la atmósfera o los océanos solo cuentan con información gruesa de épocas pasadas y con un registro más fiable pero a la vez más moderno de un periodo que comenzó hace solo 100 o 150 años. Pero incluso este puede ser muy fragmentario.

Sin embargo, a veces se descubren auténticos tesoros en los sitios más insospechados. Es lo que le ocurrió a la investigadora Lyndsey Fox , micropaleontóloga de la Universidad de Kingston (Reino Unido), cuando encontró unas muestras olvidadas de plancton, con 150 años de antigüedad, en los almacenes de Museo de Historia Natural de Londres. Según ha informado « Sciencemagazine.com », dichas muestras proceden de la expedición oceanográfica que el buque «HMS Challenger» hizo entre 1872 y 1876, y se caracterizan por contener importante información sobre el estado en que se encontraban por entonces unos pequeños seres que forman parte del plancton marino: los foraminíferos .

Según ha concluido el equipo de Fox, en un estudio que se publicó la semana pasada en «Scientific Reports», la concha de estos microorganismos era un 76% más gruesa en el siglo XIX que ahora, lo que implica que el estado de los océanos actuales es peor de lo que se pensaba. Es decir, la intensidad de la acidificación del agua, que depende entre otras cosas de la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera, ha sido más elevada de lo que se había concluido.

El problema de la acidificación

Los océanos están permanentemente absorbiendo dióxido de carbono de la atmósfera. Esta molécula se disuelve en el agua y favorece una serie de reacciones químicas que bajan su pH (el agua se vuelve más ácida), disminuyendo la concentración de iones de carbonato. El problema es que muchos organismos, como las ostras, las almejas, el plancton calcáreo o los corales, construyen y mantienen sus esqueletos y caparazones con estos iones, por lo que a partir de cierto descenso su crecimiento se dificulta.

Esto es especialmente importante porque desde la Revolución Industrial la acidez de los océanos ha aumentado en un 30% , lo que equivale una caída del pH de 0,1 (ya que la escala del pH es logarítmica). Y parece que la situación irá a peor: si las emisiones de dióxido de carbono no se frenasen se estima que a finales de siglo habría una acidez 150 veces mayor , alcanzando unos niveles de pH no vistos en los océanos en los últimos 20 millones de años.

¿Y por qué debería importarnos lo que le ocurra al plancton ? Entre otros muchos motivos, porque el fitoplancton (la parte del planctón que hace la fotosíntesis) es quien «da de comer a los océanos», ya que es la base de la cadena trófica en estos lugares; del fitoplancton depende el 45% de la producción primaria del mundo (producción de nutrientes y energía disponibles para otros seres que no hacen la fotosíntesis). Además son una parte fundamental de la maquinaria que permite el mantenimiento de los ciclos biogeoquímicos , que permiten la circulación de elementos químicos necesarios para formar los nutrientes, y una bomba que sumerge carbono en las profundidades y que libera oxígeno a la atmósfera.

Pues bien, gran parte de lo que se sabe sobre cómo la acidificación afecta a los organismos se ha averiguado en laboratorios, muchas veces en experimentos de tan solo unos pocos años de duración. Sin embargo, las muestras del «HMS Challenger» le han permitido al equipo de Lyndsey Fox asomarse a las condiciones que tenían los océanos hace 150 años.

Análisis en 3D

Los análisis han mostrado que dos especies de plancton, Neogloboquadrina dutertrei y Globigerinoides ruber , tienen, por término medio, unas conchas un 76% más finas en la actualidad que hace 150 años. De hecho, algunos de los especímenes modernos tienen conchas tan finas que los científicos tuvieron problemas para observarlos : «Me quedé un poco impactada por ver lo drásticos que son los resultados», ha dicho Fox en «Sciencemagazine.com».

Sin embargo, según han concluido, el pH no es el único factor que puede explicar estas anomalías . También hay que contar con que el agua está más caliente y con que, por ello, hay una menor concentración de oxígeno disuelto.

Para llegar a estos resultados, los investigadores compararon las muestras recogidas por el «HMS Challenger» en el siglo XIX con pruebas contemporáneas recogidas en la expedición « Tara Oceans », en 2011. Los expedicionarios de esta tuvieron que imitar a los tripulantes del «Challenger» y acudir a los mismos puntos y hacer la recogida en la misma época del año para poder hacer las comparaciones necesarias.

Una vez recogidas las muestras, recurrieron a técnicas de tomografía para crear imágenes tridimensioales muy precisas de las conchas, que tienen un diámetro de menos de un milímetro.

La búsqueda del tesoro

Tal como ha dicho en «Sciencemagazine.com» Lukas Jonkers, oceanógrafo de la Universidad de Bremen (Alemania) no implicado en este estudio, la mayoría de las muestras de plancton que permiten evaluar los niveles de acidez de los océanos en el pasado fueron recogidas a partir de los años cincuenta. Por eso, cree que los especímenes encontrados en el Museo de Historia Natural son como un «tesoro único». Por eso, se deberían esperar más estudios de este tipo.

De hecho, Lyndsey Fox ya ha adelantado que planean aprovechar este tesoro y abrir las «miles y miles de vasijas» que hay almacenadas en el museo: «Hay mucho más de lo que podría procesar una persona durante toda una vida de trabajo». En su opinión, esto no es algo exclusivo del Museo de Historia Natural de Londres. Otras colecciones históricas podrían ser una valiosa fuente de información con la que estudiar las transformaciones que están ocurriéndole al planeta en tan poco tiempo.

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