Ryugu, la «peonza cósmica» nacida de un cataclismo

La Hayabusa 2 ha revelado que este asteroide está formado por pedazos de dos cuerpos distintos y que tiene unos orígenes muy primitivos

Fotografía del asteroide Ryugu, un objeto de cerca de un kilómetro de longitud visitado por la sonda japonesa Hayabusa 2
Gonzalo López Sánchez

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El 3 de octubre del año pasado la nave Hayabusa 2, una sonda del tamaño de una nevera y grandes paneles solares lanzada por la agencia espacial japonesa (JAXA), dejó caer un pequeño robot de exploración sobre el asteroide Ryugu, un objeto de un kilómetro de largo con forma de peonza y situado a 3.200 millones de kilómetros de la Tierra. Mientras la Hayabusa 2 analizaba este objeto, el robot, de nombre MASCOT («Mobile Asteroid Surface Scout»), se afanaba en comprender su naturaleza más o menos como lo haría un geólogo en la Tierra: a ras de suelo.

Estos análisis han revelado nuevos detalles sobre los orígenes y la composición del asteroide Ryugu. En un artículo que se acaba de publicar en Science , los científicos han sugerido que se formó a partir de un cataclismo . Además, han concluido que es una condrita carbonácea, un primitivo tipo de asteroides caracterizado por su color oscuro. Esto confirma lo que ya se había observado desde lejos y arroja nuevas pistas sobre la evolución del sistema solar.

«Nos sorprendió mucho el grado de detalle que pudimos observar en la superficie», ha explicado a ABC Ralf Jaumann, primer autor del estudio e investigador en el Centro Alemán Aeroespacial (DLR), para referirse a las observaciones de MASCOT. «Pudimos ver inclusiones brillante en las rocas, de distintos colores, y distinguir superficies rugosas y otras suaves. Todo esto nos dice mucho sobre la superficie de los asteroides con un nuevo nivel de detalle».

Imagen tomada por la cámara MASCAM, montada en MASCOT, del asteroide Ryugu Jaumann et al., Science (2019)

Las observaciones de la Hayabusa 2 muestran que Ryugu está compuesto por una mezcla de rocas y bloques de textura suave y otros más rugosos. Esto sugiere, según sostiene el estudio de Jaumann, que Ryugu se formó cuando los fragmentos de dos objetos diferentes que chocaron entre sí volvieron a unirse . Más o menos como si el espacio hubiera recompuesto una pieza de cerámica uniendo pedazos de otros dos objetos.

MASCOT, un robot de fabricación alemana y francesa, también ha mostrado que las rocas del asteroide tienen una incrustaciones que parecen ser de olivino. Este detalle acerca a Ryugu a la categoría de las condritas carbonáceas , los objetos más primitivos del cinturón de asteroides.

Testigos de los orígenes

¿Por qué es relevante esto? «El material carbonáceo –rico en carbono– es el material primordial del sistema solar , a partir del cual se formaron los planetas y las lunas», ha explicado Jaumann. Por ello, estudiarlo es fundamental para comprender los orígenes de nuestro sistema planetario.

Además, según el científico, conocer con precisión la composición y la estructura –y, por tanto, la consistencia– de los asteroides y cometas «es esencial para preparar nuestras estrategias de mitigación, en el caso de potenciales colisiones contra la Tierra ».

Otra de las cosas importantes que se ha observado está relacionada con algo que no está presente en Ryugu: el polvo. «Los asteroides pequeños no suelen tener una capa de polvo en la superficie», ha explicado Jaumann. Sin embargo, los cuerpos mayores de un kilómetro sí que suelen estar cubiertos por finas partículas, así que «debe de haber algún mecanismo que explique por qué, aunque todavía no ha sido probado», ha dicho el investigador.

Imagen de la superficie de Ryugu durante el descenso de MASCOT. A la izquierda se ve la sombra del robot, de 30 cm de largo, y a la derecha, arriba, un bloque de decenas de metros de largo Jaumann et al., Science (2019)

Una de las posibilidades, según ha explicado Jaumann, es que la radiación solar sea capaz de cargar eléctricamente las finas partículas de polvo y retirarlas de la superficie. Pero hay otra opción: «En Ryugu, también es posible que la liberación de compuestos volátiles gaseosos haya expulsado el polvo».

Ahora, los científicos esperarán a que en diciembre de 2020 llegue a la Tierra una cápsula de la Hayabusa 2 cargada con muestras recogidas en el asteroide Ryugu. Esto permitirá hacer detallados estudios sobre la composición y la antigüedad de este objeto. Mientras tanto, el equipo de Jaumann trabajará en repetir estas observaciones en la luna marciana Phobos.

¿Por qué se estudian los asteroides?

Los asteroides, cuerpos rocosos cuyo tamaño va desde unos pocos milímetros hasta cientos de kilómetros, eran mucho más abundantes en los comienzos del sistema solar: los choques y la gravedad los unieron y formaron cuerpos mayores; los planetas actuales. Pero muchos de ellos fueron perturbados por la intensa gravedad de Júpiter , y quedaron a la deriva, en el cinturón de asteroides, un anillo de cientos de miles de cuerpos situado entre este planeta gigante y Marte. Allí siguieron sufriendo impactos, despedazándose y a veces volviéndose a unir.

Desde la Tierra podemos observarlos. Así hemos averiguado que hay distintos tipos de asteroides con diferente composición, que se clasifican en función del brillo y color de su superficie, y cuya distribución y características nos dan importante información sobre la evolución del sistema solar. Además, los meteoritos que impactan contra la Tierra y que se almacenan en colecciones nos permiten estudiar su posible composición.

Pero la información que podemos conseguir así no es comparable con lo que puede lograr una sonda. Por este motivo, los asteroides han sido visitados en una docena de ocasiones y hasta se han recogido muestras un par de veces, para traerlas de vuelta a la Tierra.

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