En septiembre de 2017, 176 estaciones de medición de radiactividad de 29 países detectaron altos niveles de rutenio-106 . Se trata de una nube que cruzó nuestro continente sin que ningún país informara de incidentes en alguna planta nuclear.
Dos años después, un equipo formado por 70 científicos europeos ha analizado las mediciones que se realizaron aquellos días. El estudio publicado esta semana en PNAs ha determinado que no supuso riesgo para la salud humana. Además, señalan su origen en algún sitio en los Montes Urales del Sur y que no fue fruto del accidente de un reactor. El origen estaría en una planta de reprocesamiento de combustible nuclear.
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