Hawking y su exesposa Jane el día de su boda
Hawking y su exesposa Jane el día de su boda - ABC

«A Einstein no le gustaban los guisantes»

La búsqueda de una ecuación unificadora, a la luz de la última película sobre Stephen Hawking

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Cuando Sigfrido mató al dragón, se bañó en la sangre de la bestia para ser invencible en combate.

Pero al hacerlo una gran hoja cayó en su espalda, dejando sin bañar esta zona de su piel.

Sólo en ese punto puede ser herido mortalmente.

DA4 Inmerso en el ambiente intelectual del Cambridge de los años 60, el joven Stephen, 21 años, camina hacia una chica, dando un pequeño rodeo, mientras se piensa la estrategia. Sucede en una fiesta, entre vestuarios modosos pero con el típico exceso de alcohol ingerido por los estudiantes.

–Cosmología. Soy cosmólogo –dice él.

–¿Qué es eso? –pregunta ella.

–La Cosmología es como una religión para ateos inteligentes.

–Ateos inteligentes… –repite la chica lentamente, con su talante grácil y sin que parezca percatarse de la ironía.

–Los cosmólogos son devotos de una ecuación única y unificadora que explique todo el Universo. No serás religiosa, ¿no?

Ab5 Y así comienza el relato del director de cineJames Marsh sobre la historia de amor entre el famoso físico y divulgador Stephen Hawking (interpretado minuciosamente por Eddie Redmayne) y su primera mujer, Jane Wilde (Felicity Jones), quien publicó sus memorias en 1999 bajo el nombre «Hacia el infinito» y que han servido de base para la realización del largometraje. Dos horas que recorren un variado espectro de sentimientos; de la tristeza a la esperanza, de la ilusión al desaliento. Pero siempre desde los ojos de Jane, dejando a Stephen en segundo plano, una elección de Marsh que puede resultar desacertada para los que deseen profundizar en la psicología del científico.

Dxc5 La narración oscila entre dos concepciones de la existencia incansablemente enfrentadas; por un lado está la maravilla de la Ciencia, enfatizada por Hawking, que se plantea cuestiones acerca de los inicios del Universo en un marco en el que el estudio del concepto del tiempo dará forma a sus teorías. En contraposición, están las sensibilidades religiosas, esenciales en Jane, quien se aferrará a la afirmación de Stephen de que, en algún momento, hubo un comienzo para la creación. Y no dejará de buscar en su discurso un remoto consentimiento para la existencia de Dios. En cualquier caso, el amor se abrirá camino sin que ninguno de los dos abandone sus convicciones a lo largo de los años.

Ta7 Si bien es cierto que se echa de menos una dosis un poco más generosa de contenido científico –o al menos que esclarezca el por qué de la fama y relevancia de las aportaciones de Hawking–, el largometraje goza de algunos detalles de su vida y personalidad que suscitan interés y simpatía por el personaje. Por ejemplo la anécdota de su ingreso en Cambridge para los estudios de doctorado, que consiguió bajo la amenaza de quedarse en Oxford si sus examinadores no le ponían la máxima calificación en su último examen de la carrera. Porque lo cierto es que este genio era un poco vago, un rasgo que no pasó desapercibido entre los profesores y que él mismo ha confesado públicamente en varias ocasiones, añadiendo que nunca destacó en la escuela. No obstante, para ser justos, sí que admite que sus compañeros de clase le llamaban ‘Einstein’. Tal vez su ingenio se dejase ver en el momento de inventar los juegos a la hora del patio. La película muestra que le gustaba leer libros de ajedrez y escuchar música de Wagner, especialmente la ópera “El anillo del Nibelungo”. Tanto Stephen como Sigfrido tienen que aguantar estoicamente su fatal destino, los dos son vulnerables.

Ae2 El caso fue que, a pesar de su inteligencia, Hawking no invertía más de una hora diaria en su formación, hasta que esa dinámica, impropia de un doctorando de Cambridge, se rompió abruptamente. A los 21 años le diagnosticaron esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad degenerativa que afecta a las neuronas motoras. Fue bajo esa perspectiva, trágicamente reducida al pronóstico de dos años de vida, cuando Hawking se volcó en la investigación. Y Jane decidió acompañarlo en su búsqueda –presumiblemente breve– de una simple y elocuente explicación para la existencia y evolución del Universo.

Cd4 En su recorrido, el joven físico focalizó su investigación hacia un tipo de objetos muy especiales, con propiedades que escapan de la intuición humana; los agujeros negros. Inmersos en el Universo, estos cuerpos guardan una gran cantidad de materia en una región tan minúscula que producen una fuerte perturbación gravitatoria que modifica la curvatura de ese tejido al que llamamos espacio-tiempo. Dan lugar a un horizonte esférico –de dimensiones mesurables en función de la masa– que envuelve una singularidad central, un punto unidimensional que sólo podemos entender desde un punto de vista matemático. Además, al penetrar en esa esfera, la Física de lo que allí acontece es totalmente desconocida. Se ha repetido innumerables veces que del interior no escapa nada–un cuerpo, una onda; la luz–. Sin embargo, esto no es del todo cierto. Hay un efluvio, una emisión que se transmite hacia fuera por efectos cuánticos: la radiación de Hawking.

T1f2 Hay una escena en la que Stephen intenta ponerse un jersey, pero no consigue hacerlo sin ayuda y se le queda atascado en la cabeza. A través de los agujeros de la prenda se filtra luz procedente de una chimenea. La cámara se concentra en su pupila: el símil de un agujero negro. Entonces él deduce que los agujeros negros, en realidad, no son totalmente negros. Emiten una radiación térmica que les hace brillar en una cierta frecuencia del espectro electromagnético y eso provoca que pierdan masa hasta desaparecer en una espectacular explosión. Primero una estrella desaparece en un agujero negro y luego desaparece el propio agujero negro. Como consecuencia de esto, entre otras cosas, la revista Nature colocó a Hawking en su portada con llamativas letras naranjas. «Este hombrecito lo ha logrado», dice un profesor en el aula en la que Stephen expone esta novedosa teoría, mientras otros la abandonan diciendo que eso es un sinsentido, algo irracional. El horizonte de sucesos pasa a ser un horizonte aparente del cual la energía y la información logran escapar.

Dd8 En la cocina de su casa, Jane explica a Jonathan –director del coro de la iglesia y que se convertirá ensu segundo marido–, delante de Hawking, que la Física se basa en dos grandes pilares: la Cuántica –el mundo de lo pequeño–, que ella visualiza con unos guisantes, y la Relatividad General –el mundo macroscópico–,que visualiza con una patata cocida. Ambas partes de la Física no siguen ni remotamente las mismas leyes. El problema surge cuando se intenta cocinar juntos guisantes y patatas, el tiempo de cocción no es el mismo. Por ese motivo Jane dice que “Einstein odiaba los guisantes” al no poderlos integrar con su Relatividad General.

T2f3 Con estas deliciosas anécdotas el espectador queda, en mayor o menor grado, satisfecho. La Física es algo exigua, pero algunos potentes conceptos sí que se dejan ver. La película tiene fallos menores, como el anacronismo de la conferencia, en 1963, a cargo del célebre Sir Roger Penrose, en la que se discute abiertamente sobre agujeros negros, un término que no fue acuñado hasta 1967 por el físico John Wheeler. Otros, sin embargo, pueden ser más cuestionables, como el eterno cliché del científico al que le llega la inspiración divina, en este caso la escena en la que Stephen observa el fuego de la chimenea y que dará como resultado la idea de la radiación de Hawking. En realidad estas cosas son fruto de años de dedicación y, en gran parte, de la influencia de las investigaciones de otros colegas del gremio.

Txf6 Esta producción cinematográfica abarca hasta la publicación, en 1988, de su libro «Breve historia del tiempo», un best seller que ha vendido más de 10 millones de copias, en el que se divulgan los fundamentos de la Cosmología, hablando acerca de la compleja naturaleza del tiempo, del origen del Universo, de sus posibles inicio y final, y de las grandes preguntas y retos que plantea la Ciencia.

Rg8 Más de 50 años después de su fatal diagnóstico, el científico, con el cuerpo paralizado, aún conserva esa chispa pícara que lo caracteriza, además de sus inquietudes de juventud. Y tras esa expresión congelada, probablemente se esconde una broma o una espléndida ocurrencia. Como él mismo dice con su robótica voz, casi al final de la película, «sólo somos una raza avanzada de primates en un planeta menor que gira alrededor de una estrella normal y corriente en el extrarradio del Universo, en una entre cien mil millones de galaxias. Pero desde los inicios de la civilización, el ser humano siempre ha ansiado entender el orden subyacente en el mundo». La lucha personal y, sobre todo, intelectual de Hawking es el ejemplo perfecto de ese ansia de entender, una de las principales características de los seres humanos

Df4 En su tesis doctoral defendió que el universo tuvo un principio –lo que concuerda con la fe de Jane, que necesita un creador para sustentar sus creencias–, pero posteriormente su teoría evolucionó hacia un Universo que no tiene fronteras; no tiene un principio ni tampoco un creador. Por eso afirma, con su peculiar sentido del humor: «predigo que me equivoqué».

Elena Denia es Física y Periodista Científica en Instituto Ingenio (CSIC-UPV)

Enrique Arribas Garde (SRSEF) es profesor de Física de la UCLM