DROGA

«Han ido a pillarlos, media Chiclana está sufriendo por todo esto»

Familiares y amigos de los busquimanos detenidos hacen guardia en los juzgados entre «la indignación, la rabia y la tristeza»

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Miradas al cielo, caras de preocupación y silencio. En el corro de repente uno rompe la tónica y actualiza la información llegada vía mensaje: «Dicen que hoy los sueltan a todos». Los rostros serios tornan en alguna sonrisa, pero «la procesión va por dentro».

Lo cierto es que no saben gran cosa, más allá de lo que cuentan unos y otros, de lo que ven o leen en los medios. Hacen guardia en la puerta de los Juzgados de Chiclana a la espera de que se resuelva la mayor incógnita: ¿Cuándo le darán la libertad (previsiblemente con cargos) a ese familiar o amigo detenido tras intentar hacerse con parte de la droga aparecida en las playas?

La mayor parte de los detenidos por actuar como busquimanos en La Barrosa o Sancti Petri obtuvieron durante la mañana la libertad tras presentar declaración ante el juez.

Son la tercera o quizás cuarta remesa de detenciones, que desde el pasado sábado no paran de producirse. Así, el miércoles por la mañana ya eran 70 los detenidos, desde que el temporal llevara a la deriva tres lanchas con 2.000 kilos de hachís hasta la playa.

Un cargamento que despertó el interés de personas de toda la provincia que se lanzaron a la playa a intentar hacerse con la droga. Tras su supuesto delito, familias que ayer, rotas de dolor, esperaban la libertad de sus seres queridos. «Están cayendo como pájaritos, media Chiclana está sufriendo con esto», reconocía un allegado a este medio.

María y Juan (nombres ficticios), eran dos de ellos. Esperaban a que le dieran la libertad con cargos a su hijo y a su yerno que fueron detenidos en la mañana del martes. «La noche se nos ha hecho eterna, no sabíamos nada de ellos», reconocía la chiclanera. Su hijo, impulsado por dos años de paro sin ingresos, se lanzó a intentar «pillar algo».

Y lo cogieron: su primer delito, «no tenía antecedentes por nada». «Se lo pones así a un chaval joven sin trabajo y pica. El dinero fácil es muy bonito pero luego la realidad es otra», acertaba a decir la madre antes de que se le quebrara la voz en lágrimas.

Su hijo es uno de los que esta noche fue trasladado a una de las prisiones de El Puerto, ante el colapso de los calabozos de la Guardia Civil. Mientras los padres esperaban en la plaza, se preguntaban una y otra vez «¿porqué lo han hecho si sabían que los iban a coger?».

Dolor familiar

Una de las dudas que se aglopaban en los labios de la madre. «Nosotros cuando éramos jóvenes también pasamos mucha necesidad pero nunca se nos habría ocurrido algo así, no sé en qué estaría pensando?», reconocía el padre.

Pese a no comprender su actitud, el progenitor también mostró su indignación contra la actuación de la Guardia Civil en lo que consideró que «estaba premeditado para ir a pillarlos, de lo contrario hubieran impedido el acceso a las playas».

De una forma o de otra, la tensa espera terminó para los padres chiclaneros a las 13.30 horas. Ese fue el momento en el que su hijo y su yerno quedaron el libertad con cargos. 

Un abrazo entre lágrimas y un «tranquila mamá» zanjó, de momento, el duro trance de esta familia. Pero no eran los únicos, lo cierto es que durante toda la mañana, los juzgados fueron un ir y venir de chiclaneros. En el corro amplio o en pequeños grupos esperaban en torno a medio centenar de personas en una cifra que fue menguando conforme pasaba la mañana.

Mientras, compartían la tristeza y la indignación. «No hay derecho a que les hayan hecho esto. Ha sido una trampa para pillarlos, aquí ha caído todo el mundo, de jóvenes a mayores», reconocía una allegada. Justo al lado, un amigo de un detenido decía saber de la detención «de dos mujeres, de varios menores y de un jubilado». «A todos les han tratado como delicuentes.

Su pecado ha sido recurrir a la desesperación por el hambre que hay en esta provincia», remataba. Y otra joven, novia de otro de los detenidos, apuntaba más: «Cómo será la necesidad que aún sabiendo todo esto, esta mañana (por ayer) había más gente por la playa intentando encontrar fardos o placas». 

Una búsqueda que realizaban coincidiendo con las mareas vacías y de difícil final porque la Guardia Civil controlaba la costa con una férrea vigilancia para detener a quien osara hacerse con parte del hachís aparecido en el mar.

Así fue como, ayer mismo, se vivieron nuevas detenciones y nuevas historias de familiares a la espera de los Juzgados o de la propia Guardia Civil para saber cómo sus hijos, maridos o hermanos habían pasado «de ser personas normales a estar considerados delincuentes».

Ver los comentarios