Un dibujo de Josep Clarà realizado en el frente
Un dibujo de Josep Clarà realizado en el frente - f. j. m.
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La Fundación Miró se adentra en la Barcelona de la I Guerra Mundial

Obras de Miró y Picasso conviven con fotografías y carteles de la época en una exposición que explora la entrada de la capital catalana en la modernidad

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Bajo el sugerente título de «Barcelona, zona neutral (1914-1918)», descubrimos en la Fundación Miró quinientas obras que reflejan la entrada de la capital catalana en la modernidad. Los comisarios Félix Fanés y Joan M. Minguet han rastreado la riqueza cultural y social que propició esta neutralidad de Barcelona durante la I Guerra Mundial. «Llegaron creadores que huían del conflicto como Picaba, Otho Lloyd o Arthur Carvan; y algunos artistas catalanes que se habían instalado en Francia de la talla de Sunyer, Gargallo y Togores volvieron y se iniciaron en la Vanguardia», destacan ambos comisarios.

La intención de este proyecto es representar la ciudad durante estos cuatro largos años sin olvidar todas las revoluciones que se vivieron en este corto periodo.

«Queremos que el público descubra una sociedad compleja en la que la guerra agudizó algunas de las tensiones que ya existían», añaden.

El trabajo de encontrar las piezas idóneas para explicar la historia les ha llevado a conectar con noventa y seis colecciones. «Presentamos algunas obras inéditas como unos dibujos que hicieron en el frente francés los catalanes Josep Clarà, Apa o Picarol, o unas fotografías de Josep Brangulí, que habían permanecido en una carpeta hasta ahora», destaca Fanés.

«El impacto de la guerra fue muy evidente y supuso un momento de ruptura fundamental para que la ciudad liquidara su siglo XIX para incorporarse al siglo XX», afirma Fanés. El gran reto ha sido representar a la metrópolis en un período de más de cuatro años sin limitarse al mundo del arte.

La exposición que patrocina la Fundación BBVA arranca con la guerra de la mano de obras de Léger, Kubin o Steinem, y una serie de fotografías de muertos y mutilados en los campos de batalla.

Este largo periplo ofrece nueve salas con apartados fundamentales como «Modernidad y Vanguardia» donde los comisarios repasan la influencia de París en los pintores catalanes, impactados por autores como Cézanne. En otra sala, «Burgueses y proletariados», se exhibe un lujoso y brillante Hispano Suiza que contrasta con las instantáneas de niños y mujeres trabajando. «Definitivamente no hemos encontrado imágenes del proletariado», reivindica Minguet. En esta habitación cuelga una pequeña fotografía de Miró vestido de soldado en 1917 y un retrato que le hizo su amigo Enric G.Ricart también vestido de soldado

La sala número cuatro sirve para explicar cómo la ciudad se dividió entre aliadófilos y germanófilos y descubre unos dibujos de Clarà en el frente francés, en los alrededores de Verdún, gracias a un viaje que un grupo de intelectuales catalanes realizaron a la zona. El Noucentismo tiene su hueco con obras de Nogués, Obiols y Espinal, que se exhiben junto a otras de Anglada Camarasa, postales de Raquel Meller, y compartiendo espacio en una vitrina con unas novelas modernas.

En este recorrido por los años de la Gran Guerra se incide en que al suspenderse los salones de arte de París, se propone su traslado a Barcelona, lo que lleva a preparar una exposición de Arte Francés, con más de mil obras, de nombres consagrados como Pissarro, Rodin, Sisley o Denis. La estancia temporal de Picasso en Barcelona en el año 1917 siguiendo a su prometida tiene su hueco en la sala número ocho, donde destaca el traje del prestidigitador chino que diseñó para el ballet Parade, que se ofreció en el Liceo.Hasta el 15 de febrero de 2015 podemos subir a la Fundación Miró para conocer de cerca este periodo neutral que los comisarios han querido clausurar con «Ocio, consumo y cultura de masas» y la genial película pacifista de Charles Chaplin, «Armas al hombro».

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