La pandilla del ejecutivo en el barrio del judicial

Con Ada Colau, igual que con ese señor de Cádiz que se llama «el Kichi», hay que ir haciendo siempre unas contorsiones y conjeturas de manual de yoga para ir situándolos en el panorama intelectual y sociopolítico. Y no hay otro remedio que hacerlas, porque hoy son alcaldes de sus ciudades, pero mañana muy bien pueden figurar en la lista de grandes intelectuales del siglo XXI. Hay que suponer, tras el análisis que hicieron (cada uno desde su espacio físico y mental) de lo que se conoce como el descubrimiento de América, que antes han profundizado con rigor y mucha lectura en esa pequeñez histórica que despachan como «genocidio».

Y supuesta ya tal cosa, a Ada Colau también hay que suponerle una autoridad jurídica y una solidez filosófica cuando considera como un derecho fundamental del individuo el irse a manifestar a la puerta de los juzgados.

Y ahí está el señor Germà Gordó, que es consejero de Justicia, pero también, claro, un individuo, haciéndose notar en la puerta del juez que ha llamado a declarar a Rigau, Ortega y Mas, la otrora tripleta atacante del proceso y hoy en el mercado de invierno. Y junto a Gordó, el grueso del Gobierno en funciones… ¿En funciones de qué?... La imagen es delatora de esas funciones, pues este ponerse la chupa de cuero del poder ejecutivo e irse al «barrio» del poder judicial a hacerse un «west side story» podrá ser analizado por los eruditos Colau y «el Kichi» como la apoteosis del ejercicio democrático. En eso consiste la base de la democracia, en poner una urna y en irse a cantarles el «tonight» a los del TSJC, que ya lo dice Rahola (otra para la lista de pensadores del siglo XXI), que vivimos en un Estado incapaz de interiorizar lo que significa un Estado de derecho…

A ver, pregunta: ¿un Estado de derecho es sacar las urnas y cantar el «tonight» con chupa de cuero, o un Estado de derecho es aquel que se rige por un sistema de leyes e instituciones al amparo de una Constitución? Lo cierto es que resulta igual de fácil y conmovedor ver cómo se acusan unos a otros de politizar y presionar a la Justicia. Pero, siendo lo mismo, no me negarán que el verlos ir ahí en pandilla, todo chulos con su brillantina y con las radiocassettes a todo trapo, da mucho, mucho alipori. Y hoy Artur Mas, con el tupé de George Chakiris a cantar eso de «Everything free in America».