tribuna abierta

La tragedia de Artur Mas

Mas va a ser consumido por las llamas de la iluminación y la soberbia

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He pensado en titular así éste artículo puesto que creo que nos estamos acercando al acto final y desenlace de la tragedia de un hombre que estuvo llamado a alcanzar una más que brillante carrera política. Este hombre va, finalmente, a ser consumido por las llamas de la iluminación y la soberbia, dejando tras de sí un triste recuerdo para pasar además a la historia como el fracasado protagonista de la división y enfrentamiento fraternal del pueblo catalán en un ridículo espectáculo ante el conjunto de pueblos españoles y el asombro internacional.

Parece mentira que personas con los atributos que se requieren para brillar, como poseer facciones contundentes, formación académica y posición familiar de élite, que le permitió manejar diversas lenguas, designado sucesor de una deidad como Jordi Pujol, hoy día en los infiernos del desprecio una vez conocidos sus desmanes y la mafia de la saga familiar, aquel, digo, haya podido en pocos años dilapidar esa prestigiosa fortuna que gozan tan solo unos pocos elegidos.

Éste señor, saliendo de favorito y ganador, ha ido perdiendo una tras otra las contiendas o desafíos que él mismo ha planteado, pues ganando elecciones las perdió dejando el país en manos del denostado y catastrófico tripartito. Una dulce y romántica muñeca que es Cataluña para que la despedazaran como un trapo y, cuando finalmente ganó, rompió el compás perdiendo el norte y emprendiendo un viaje a la nada que le está llevando de fracaso en fracaso hasta el final de la tragedia.

Anda el hombre tambaleándose como un beodo, buscando asideros que le permitan seguir en pie, sin saber por qué perdió a su gente y a su partido, a su socio estable y leal desde hace muchos años, el espacio independentista que hoy defiende y en pocos meses su última batalla para morir capitulando.

Ahora, ya, tan solo, rodeado de su guardia pretoriana compuesta por acólitos como Homs, Rull y alguno más, que más le valiera no tener por haber aprendido mal la lección y cada declaración que hacen es un tiro en el pie en la defensa del bastión, pregona a brazos abiertos llamadas de socorro final con «llistes del President o amb el President», amenaza con que ha puesto la directa sin vehículo ni combustible, apela suplicante a las organizaciones que sacan a la calle a la gente a la que se engaña con autocares, bocadillos y distracción festivalera como en las mejores épocas de la demostración sindical franquista. O cuando no, echa mano de monjas de ridículo papel, imanes a los que todo esto les importa un rábano o personajes como Pep Guardiola o Lluís Llach.

Imagino que Mas, en sus oraciones, que no las mías, debe recitar aquellos espléndidos versos de Zorrilla en el Tenorio: «Clamé al cielo y no me oyó, y pues que sus puertas me cierra, de mis pasos en la tierra, responda el cielo y no yo».

Con todo ello va a dejar Cataluña revuelta, resentida y ojerosa a la que le va a resultar lento y doloroso el proceso de recomposición y autoestima; sin posibilidad alguna de cicatrizar sus sangrantes heridas que harán agonizar lentamente a una juventud que fue engañada y manipulada desde la escuela con románticas leyendas que para nada sirven en la vida del ejercicio profesional, de la familia y el bienestar económico.

Lo verdaderamente cruel de las tragedias personales es que en su inmolación arrastran consigo una cohorte de seguidores y fieles, camino del suicidio colectivo.

Espero que la infinita bondad del ser humano y la demostrada indulgencia del pueblo catalán, sea capaz de perdonar su locura, concediéndole tan solo un triste capítulo en la historia y un rincón en los anaqueles de las bibliotecas y hemerotecas. No se merece más.

Mariano Gomá Otero es vocal de Sociedad Civil Catalana.

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