por hontanares

Dos cordones umbilicales

La antipatía que profesa una parte sustancial de la izquierda hacia el PP impide un gobierno de concentración a la alemana, una alternativa a CiU-ERC en la Generalitat

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Dos cordones nos unen al pasado. Hace 75 años los espantados por la revolución en ciernes alzaron una reacción. A su vez, los revolucionarios temían a la reacción. Dos Españas que, en palabras del líder anarquista Joan Peiró, olían a meados. De facto, dos dictaduras. Enterrado el vencedor, los hijos de la guerra, conscientes de las mutuas responsabilidades, alcanzaron un acuerdo. Llegó el consenso. Pero los nietos de los derrotados solo conocieron la represión sufrida por sus ancestros, no la provocada por ellos. Solo quisieron ver el aura heroica de sus abuelos, pero no las negras manos de algunos de sus compañeros. Las penalidades sufridas durante cuatro décadas reclamaban desquite. El que sufre tiende a pensar que los demás están en deuda con él.

A su vez los hijos de los vencedores, protegidos por el dictador, nada hicieron para frenar el despotismo: albergaron mala conciencia. Sentimiento de superioridad moral frente a acomplejamiento. Izquierda frente a derecha.

La Inquisición perseguía a los nietos de los judíos por los “crímenes” de sus abuelos. Las corporaciones exigían pruebas de sangre, de ser cristiano viejo, para ingresar en el gremio. El odio cainita se transmitía de abuelos a nietos. Las diferencias ideológico-teológicas fueron convertidas en diferencias morales: “si piensas como yo eres bueno, si discrepas es que te guía el Averno”. Siglo XIX: sin orden desapareció el respeto: guerras civiles, cuartelazos, exilios, guerrillas, barricadas y descontento. La Inquisición, disuelta, mató más gente que en su apogeo.

En Andorra una residente valenciana me dice: “la culpa de… la tiene el PP, que son los herederos de Franco, que no es una derecha civilizada como la andorrana”. Ella, que ha pasado media vida en el principado pirenaico no puede adquirir la nacionalidad, no tiene Seguridad Social, ni subsidio de desempleo…

La antipatía que profesa una parte sustancial de la izquierda hacia el PP impide un gobierno de concentración a la alemana, una alternativa a CiU-ERC en la Generalitat, unas reformas pactadas de nuestras leyes fundamentales. Animadversión que acerca sectores de la izquierda a un nacionalismo opuesto a la solidaridad e igualdad entre los españoles. Antipatía que bebe de la arrogancia de unos que prefieren acusar antes que reconocer su pasado revolucionario. Arrogancia que provoca ira en los otros.

El espíritu farisaico e inquisitorial aún reina por estos pagos. ¿Cuándo se asumirá que la responsabilidad política es individual, no transgeneracional? ¿Cuándo se dejará de ver la paja en el ojo ajeno? La única medicina es la humildad y la verdad, hablar sin tapujos de todo el pasado sin afán de revancha. Los dos cordones umbilicales que nos unen al pasado, el grueso y el sutil, el derechista y el izquierdista, deben ser anudados mutuamente, para así poder cortarlos y salir a un futuro compartido y mejor.

Ángel Puertas es jurista

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