punto de fuga

El llanto de Junqueras

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La voz quebrada del patriota Junqueras suplicando, ya al borde mismo del llanto, que alguien proclame de una vez la independencia viene a demostrar lo muy acertado que anduvo Carlo Cipolla cuando, en sus legendarias Leyes fundamentales de la necedad humana, sostuvo que los simples resultan mucho más peligrosos que los malvados, pues, a diferencia de estos últimos, no necesitan parar nunca para descansar. Y es que las amargas lágrimas apenas contenidas del patriota Junqueras revelan que se ha creído su propio cuento de hadas. Que ese hombre piense en serio que la soberanía de Cataluña podría resultar viable ahora mismo a través de una declaración unilateral de ídem indica hasta qué punto ha extraviado aquí todo el mundo la cabeza.

Nada nuevo bajo el Sol, por lo demás. No se olvide al respecto que la hoy difunta República Popular de Albania acordó incluir en su constitución un artículo que establecía de modo oficial la inexistencia de Dios. De idéntico modo, el patriota Junqueras, una vez investido president, podría declarar que la Tierra gira alrededor de Marte, o la mentada independencia de Cataluña. Por declarar, podría declarar lo que le diese la gana. El pequeño problema vendría justo un segundo después. Sin duda, se trataría de un asunto baladí para el patriota Junqueras, pero acaso pudiese acarrear algún que otro contratiempo operativo para el feliz alumbramiento del nasciturus. Porque, pese a que el líder de la Esquerra parece no haber reparado en el asunto, el Derecho Internacional establece que a fin de que nazca un Estado se precisan un territorio y una población que, ¡ay!, sean efectivamente controlados por la nueva autoridad. Un pequeño detalle, como decíamos. Pero es sabido que el diablo anda en los pequeños detalles. Nos enseñó Cipolla en el tercero de sus célebres axiomas que únicamente los simples de capirote son capaces de provocar un daño a los demás sin obtener ellos beneficio alguno a cambio. He ahí la Esquerra. De llorar.

Ver los comentarios