¿Qué se puede hacer para 'salvar' el Falla? Las alternativas para evitar un nuevo esperpento

Pasaban ya las dos de la madrugada de un día laboral y comparsa y chirigota no se encuentran entre las punteras o esperadas, por los que se produjo una estampida lógica y normal. Los acomodadores recomendaron a los asistentes de paraíso y anfiteatro bajar al patio de butacas pues la fotografía era desoladora, terminando con un centenar de personas en un recinto que supera el millar de asientos. Eran las tres de la mañana.

No se puede repetir pero se va a repetir. Y hasta puede ser peor. Hoy miércoles comienza la función con la actuación de los primeros premios de las agrupaciones juveniles e infantiles, algo que se repetirá hasta la última semifinal. Además, si se clasifica el número máximo de grupos por modalidad (quitando cuartetos), es probable que una semifinal tenga hasta diez grupos más los pequeños (el martes fueron nueve y sin niños).

El actual equipo de Gobierno detectó hace ocho años como uno de los principales problemas del Concurso la extrema longitud de las funciones. Y tomó medidas. Adelantó la hora de inicio (de 21 horas a 20.30) y eliminó los descansos. Sobre todo, aumentó el número de días para configurar sesiones de entre seis y siete grupos. Pero... de nuevo se le ha ido de las manos.

Los comentarios críticos son contundentes pero hasta el momento no hay reacción del Ayuntamiento, organizador del Concurso. Todo sigue adelante tal y como estaba previsto. No obstante, existen alternativas, sobre todo de cara al futuro inmediato, para lograr reconducir una situación que perjudica seriamente al Carnaval y daña a la ciudad.

Empieza a ser una petición habitual entre los carnavaleros. Autores y componentes históricos recuerdan disfrutar de agrupaciones míticas en sesión de tarde. Y no había problema. «Ahora todas quieren cantar en 'prime time'», pero en los 80 coincidían las comparsas de Martín, Romero o Villegas en una misma función y a las claritas del día. El propio Kike Remolino lo ha manifestado en redes sociales. «hay que considerar seriamente, que la función puede empezar a las seis o siete de la tarde , y no pasa absolutamente nada». Hay dos fórmulas: o establecer dos sesiones por día, de tarde y de noche, o simplemente arrancar antes para no terminar tan tarde.

Una medida del actual equipo de Gobierno, marca de la casa, consistió en llevar a los niños al Concurso de adultos. A su juicio, daba lugar a la cantera, espoleaba la participación de los niños y les premiaba su buen hacer. En los últimos años se ha notado ese repunte especialmente en infantiles (en juveniles la crisis es galopante). Pero ahora parece haber perdido su sentido y además dilata la duración de las sesiones.

Estos jóvenes carnavaleros ya tienen su sitio en su propio concurso, que es retransmitido íntegramente por la televisión municipal. Aparte de ser discutible si es idóneo que los niños entren en el terreno de los mayores, los que actúan son precisamente los primeros premios, justo cuando la concejala aspira a acabar con los premios y la competición en esos años. Un tanto contradictorio. Aunque levantará alguna crítica por parte de representantes de la cantera (y padres y madres), es hora de decidir si acabar con esta actuación o adelantarla para que la sesión comience a la hora de siempre: 20:30 horas.

El eterno debate. Ya se ha dicho todo. Hay quien piensa que se debe hacer una preselección fuera del Teatro Falla, una criba previa para aumentar la calidad del Concurso (asegurarse un mínimo) y recortar el número de jornadas. Y quien entiende que la seña de identidad del COAC es que cualquiera puede participar, como máximo exponente de la libertad, clave en el Carnaval. Además, cuanto más agrupaciones, más sesiones y más dinero en taquilla, para el Ayuntamiento y los actos carnavalescos.

Una opción que no contemplan los responsables políticos de uno u otro lado.

Hay soluciones menos drásticas, como que el repertorio interpretado en ese primer día no sea tan extenso, y se deje el popurrí sin ejecutar. Pero, aparte de ser injusto con aquellos que se trabajan la pieza más compleja de su actuación, no soluciona el desaguisado de los cuartos de final

Era la idea que se ha desarrollado en los últimos años y que en este COAC se ha desterrado. Aumentar el número de sesiones y reducir así la cifra de grupos cada noche, entre seis y siete. Pero este 2023 no se ha aplicado esa medida. El Concurso empezó muy tarde, 17 de enero, y se pudo aprovechar ese tramo que permitía el calendario al final de las fiestas navideñas para adelantar el certamen y meter más preliminares, cuartos y semifinales. Hubiera sido incluso positivo en taquilla, para mejorar las arcas municipales. Pero por cuestiones laborales se ha condensado todo en un mes y en la próxima fase puede haber diez grupos más la cantera.

Otra opción es recortar la cantidad de agrupaciones que superan el corte, pero el jurado, que no tenía obligación de hacerlo, ha sido complaciente con coros y cuartetos, clasificando a 12 de 14 en la primera modalidad y a 3 de 4 en la segunda.

Otra de las grandes cuestiones a resolver. Las puestas en escena de las agrupaciones son cada año más espectaculares, con numerosos detalles por parte de la escenografía, para así completar la apuesta audiovisual de los grupos más punteros. Las inversiones son extraordinarias, enriquecen al Carnaval y son un espaldarazo económico para esta industria relacionada con la fiesta. Un ingreso decisivo para los artesanos gaditanos.

Las agrupaciones cuentan con un máximo de diez minutos para llevar a cabo el montaje, veinte si lo solicitan expresamente (casi todas las 'grandes'). El trabajo de artesanos y tramoya resulta encomiable, pero como es lógico se están produciendo muchos retrasos y no se controla el tiempo de manera exhaustiva. Se podría ser más incisivo, incluso penalizar, apretar las tuercas a los 'currantes', que ejecutan una labor brutal de precisión. Aumentar la exigencia o que los grupos la reduzcan. Pero a ver quién le pone el cascabel al gato.

Alternativas, posibilidades, para mejorar el discurrir de un COAC que ha comenzado a perder repercusión con respecto a años anteriores y que hay que cuidar porque es la joya de la corona de Cádiz y su Carnaval.