la platea

Puerta grande o enfermería

'La esperanza se ha instalado en la platea con el cambio de entrenador'

Pellegrino habla con los lesionados Machis y Roger. antonio vázquez
Mauricio García

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Cuando un equipo que va mal en liga, porque solo ha ganado dos partidos desde que empezara a rodar la pelota allá cuando aún tenían que regalar botellas de agua porque el calor era insufrible, solo puede acabar de dos formas. Puerta grande o enfermería, que diría un taurino ante un morlaco bien armado.

Cierto es que en el fútbol lo mental a veces pesa mucho, que una victoria te puede dar esa frescura que parece que falta. El propio Sergio lo transmitió al irse, aquello de la losa. Pero tampoco es menos cierto que los mimbres en el cesto del entrenador, aunque sea nuevo, son los mismos que había. Que la actitud no puntúa y que la grada por más que empuje no mete goles.

Que la esperanza se ha instalado en la platea con el cambio de entrenador es un hecho palpable. Que quedan escasos días para cerrar el mercado de invierno y parece que hay menos movimiento que en las obras de los antiguos terrenos de Delphi, también.

La realidad es que el domingo llega un rival que a poco que le des espacio y lo dejes correr los ves pasar como aviones. Y la realidad, por mucho que la esperanza invada a la parroquia amarilla, es tozuda. Porque al final esto del fútbol se termina cuadrando con matemáticas, tanto a la hora de sumar puntos como a la hora de invertir para sumar esos puntos. El talento se crea o se paga, y de momento nosotros ni lo pagamos ni lo creamos, o al menos, no damos confianza a la supuesta fuente de talento que debe ser la cantera.

No estoy de acuerdo con algunas cosas que veo de que viene un sargento a ponerle las pilas al vestuario y cosas así, porque solo de furia está lleno el libro de fracasos futbolísticos. Recuerden cuantos batacazos dimos en la historia apelando a la furia española o la furia roja, hasta que llegó el de Hortaleza y le dijo a unos tipos bajitos que cambiaran la furia por el balón. 'Usted no es japonés, usted me entiende lo que le digo', le dijo a uno de ellos, al que le dio mando en plaza para mover a los demás en el césped.

Pues eso, que esto va de algo más que esperanza y furia. Hace falta una mijita de talento. 'Presi, usted no es japonés, usted sabe lo que le digo'

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