Cádiz CF

Cádiz CF-Hércules: A por la luz que conduce a Segunda

Carranza acoge esta noche el primer duelo de una final por el ascenso de infarto

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El túnel de vestuarios de Carranza, empapelado con fotografías de aficionados cadistas.
El túnel de vestuarios de Carranza, empapelado con fotografías de aficionados cadistas.

Ya se ve la orilla. Ha costado una barbaridad acercarse a ella. Un enorme esfuerzo, un tremendo sacrificio. Y todo se ha labrado con una fe que comenzó siendo escasa pero que ahora parece inquebrantable. Una esperanza reluce en el corazón de once jabatos. Once, que son dieciocho. Esos que Cervera tiene abducidos con una idea que se han grabado a fuego en la mente: subir. El técnico cadista, que comenzó siendo un sospechoso más dentro de un equipo indolente, sin pasión, sin garra, sin ideas y que tan sólo servía para burla de su propia afición a dos semanas de la gran guerra, ha conseguido en el momento justo poner firme a la tropa para llegar al campo de batalla unidos y orgullosos de defender un escudo que pasean por España una panda de locos que se hicieron ‘creyentes’ en el primer minuto de juego ante el Racing de Ferrol.

Todo corazón. Este Cádiz CF ha conseguido muchísimo más que los últimos cinco de las pasadas campañas en el infierno de la Segunda B. Cinco años de ingratos recuerdos. Uno, directamente, de oprobio a los colores con una penosa salvación en Sanlúcar. Otros dos años se murió a las primeras de cambio pero de la manera más cruel (Anduva y Hospilatet) y otros dos (Lugo y Bilbao Athletic) se murió en la misma orilla a la que hoy intenta acceder un equipo que respira un optimismo moderado, muy moderado.

Tan moderado que cantidad de cadistas tienen el corazón preparado para lo que pueda llegar. Desde la pletórica alegría al posible varapalo. Porque este equipo ha sido capaz incluso de hacer fuerte al cadista, de darle madurez, esa que tantas y tantas veces ha faltado. A marchas forzadas, este Cádiz CF ha conseguido darle sensatez, en pocas palabras, de hacerle mayor ante la adversidad, que está ahí, como el reto del ascenso. Este Cádiz y su entrenador han sido capaces de hacer al aficionado cómplice en el triunfo pero hermano en la derrota, si es que llega, que puede llegar. El cadista que ha sufrido con su equipo ante Racing de Ferrol y Racing de Santander debe ser muy consciente de que sus jugadores son leones, pero leones heridos. Su equipo, hay minutos, que se cae, pero no desfallece, no baja los brazos. Es más, lo levantan para pedir el cambio para que entre un compañero en mejor estado porque ya se ha dado todo lo que se tenía. Eso es equipo. Ni nombres propios, ni nada que se le parezca. Y eso, esas importantísimas cosas, tiene que verlo el cadista de a pie. Y por eso, si se cae, se caerá con el inmenso orgullo de haberlo dejado todo en el campo. Orgulloso de cada jugador.

Una vez recordado lo que hay en torno a la última batalla, nadie en el vestuario quiere verse en un escenario triste. Se ha pasado mucho, se ha corrido más aún, se ha sufrido pero se ha conseguido lo que hace un mes era solo un sueño, un chiste incluso.

Se ha llegado a donde solo mueren o triunfan los buenos guerreros. Y si se ha llegado ha sido gracias a un discurso de Cervera que ha calado en todo el cadismo, empezando por las cabecitas de sus jugadores. A esos les ha llegado un mensaje bien claro: «No somos mejores que nadie, pero podemos competir con todos». Un guion preparado, real ante todo, para comenzar a hacer la base de un gran equipo. Dicen los toreros que el miedo hay que tenerlo porque es tu principal aliado. Y estos jugadores, en su foro interno, lo tienen. Pero lo tienen por el respeto que le ofrece el escenario, el rival y la responsabilidad con una hinchada con la que ya son uña y carne.

Precisamente, este miedo inculcado por Cervera es lo que les ha convertido en once auténticos jabatos. Han pasado años y todos y cada uno de los entrenadores han repetido hasta la saciedad eso de que ‘hay que correr igual o más que el rival porque con el escudo no se gana a nadie’. Al final, casi siempre, en la mayoría de ocasiones, resultaron ser palabras vacías de contenido. Solo Cervera ha conseguido, curioso que haya sido el único que no haya tenido la necesidad de decirlo, que su equipo corra más o igual que sus rivales. Ese compromiso, esa solidaridad con el compañero, ese derroche de fuerzas se palpa en cada acción del partido, en cada recorte de Alvarito, en cada carrera de Salvi, en cada orden de Migue, en cada cabezazo de Aridane, en cada grito de Mantecón, en cada ‘salimo’ de Cifuentes, en cada despeje de Servando, en cada finta de Güiza, en cada aliento de cada aficionado. Porque sí, y no es populista ni demagogo, en este equipo juegan todos. Desde el taquillero al jubilado que pela pipas en la grada. La tensión se palpa desde La Caleta al puente Carranza. Cadiz está enchufada, Cádiz está con su equipo y sabe Dios que eso tiene que contar.

Puede que para una ciudad marinera eso de morir en la orilla sea una feliz metáfora pero por aquí, por el sur del sur, ya el personal está cansado de los mismos y tristes derroteros.

Y ha tenido que ser un señor llegado desde Valencia, nacido en Guinea pero que ni se siente cántabro ni tinerfeño ni valenciano, ni gaditano ni ‘ná de ná’ el que haya conseguido volver loca a una ciudad entera. Un señor bajito, sin tirón ninguno, que usa gafas de sol en los partidos y que poco le importa caer bien, mal o regular. Que ni regala los oídos a nadie ni tiene porque regalárselos. Que no trata de caer bien pero, sin que él lo sepa, se le coge cariño desde la distancia. Sin levantar la voz se ha ganado el abrazo del vestuario. Sus jugadores ya le siguen como a un líder espiritual y al que se le debe hacer caso con los ojos cerrados haga lo que haga y decida lo que decida porque suele llevar razón.

Y lo que hoy está por decidir tan solo lo sabe él. El once es previsible a excepción del hueco dejado por Alvarito, que cayó lesionado en Santander. El que tiene más papeletas para suplirlo es Fran Machado, que también fue titular en El Sardinero, pero no se descarta la entrada de Carlos Calvo o, ojito, la del canterano Kalou.

En un principio, y a sabiendas que a Cervera no le importa marchar a Alicante con ‘cerocerismo’ en Carranza, su apuesta debería ser la pausa y el control que en teoría debe dar FranMachado.Aunque en frente está el Hércules, con una banda derecha potentísima (en ataque) con el excadista Álvaro García como lateral y el temible Chechu como extremo. Por eso mismo, puede que Carlos Calvo tenga protagonismo para encarar al otro Álvaro de la eliminatoria. Factible que Cervera se quede a Kalou en el banquillo para, según vayas las cosas, agitar un poco el partido en las posiciones ofensivas de un Cádiz que, hoy más que nunca, se encomienda a Dani Güiza. El jerezano no se ha estrenado en estos ‘play off’ y todo el cadismo reza para que termine de convertirse teniendo Carranza como la mejor Catedral.

El Cádiz busca poner pie en la orilla. Ya ve la luz. La luz que lleva a Segunda.

Ficha técnica:

Cádiz CF: Cifuentes, Juanjo, Aridane, Migue, Servando, Mantecón, David Sánchez, Abel, Salvi, Fran Machado y Güiza.

Hércules: Chema, Álvaro García, Atienza, Álex, Peña, Vivi, Espinosa, Chechu, Javi Flores, Miñano y Mainz.

Árbitro: Pulido Santana, canario.

Estadio y hora: Carranza; 20.00.

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