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Guido, el nieto desaparecido que siempre fue de la familia

Los Carlotto se refieren a él con el nombre que quiso ponerle su madre asesinada, pero el joven ha vivido como Ignacio y es un músico destacado

BUENOS AIRES. Actualizado: Guardar
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Como si fuera poca la alegría de hallar al tan esperado nieto, Estela de Carlotto y su familia están felices porque el muchacho, aún antes de conocer su origen, mostró tener una gran afinidad con la búsqueda de las Abuelas y su reclamación de justicia. Además, el joven es músico como otros nietos de Estela, y muy destacado. «La música me salvó», dijo alguna vez cuando vivía en un mundo de incertidumbre.

Ignacio Hurban, así se llama, es pianista, compositor, integrante de una banda de jazz y director de la Escuela Municipal de Música de Olavarría, su ciudad en la provincia de Buenos Aires. Hace algún tiempo participó junto a otros artistas en Música por la Identidad, un festival organizado por las Abuelas, y este año compuso un tema que se llama 'Para la memoria', presentada el 24 de marzo, último aniversario del golpe de Estado que inauguró la dictadura que se llevó a sus padres. Cuatro meses después, su intuición lo llevó al fin a la sede de Abuelas para iniciar los análisis de su ADN.

Sus amigos y vecinos lo describen como una bella persona, que proyecta casarse con su pareja, una diseñadora de nombre Celeste. «Es el intelectual del barrio. Nos recomienda libros. Escribe muy bien», cuenta uno de ellos. El muchacho es un poco introvertido y apenas había participado a nadie de su decisión de indagar en sus orígenes.

Claudia Carlotto, hija de Estela, celebró que su sobrino sea una buena persona y tan afín a la familia. La mujer, que se exilió después del golpe de Estado y vivía en Brasil cuando su hermana dio a luz, confiesa ahora que el temor del clan era que el joven hubiese muerto nada más nacer o que viviera con padres adoptivos conocedores de su origen y que le hubieran «llenado la cabeza de veneno».

Por lo visto no fue así, aunque por ahora es poco lo que se sabe. Hubo alguien vinculado a la dictadura, cuyo nombre todavía se desconoce, que entregó al niño. Pero la familia que lo recibió en Olavarría no tendría relación con el régimen. Son una pareja que trabajaba en un establecimiento rural, que habría permanecido durante 36 años ajena a la búsqueda de las Abuelas.

Quizás por ignorancia, los Hurban, que no tienen más hijos, nunca le dijeron a Ignacio que era adoptado. Pero él sospechaba algo por la falta de parecido físico con sus padres que le acogieron, comentan algunos allegados.