Obama, durante una rueda de prensa. :: AFP
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Las listas de espera de los veteranos enfurecen a Obama

«Si se demuestran es inmoral, vergonzoso y no lo toleraré. Punto», zanja el mandatario las demoras en la atención médica

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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La Casa Blanca había asegurado a través de sus fuentes que no había «pánico político» por la dimensión que estaba cobrando el escándalo de la manipulación de listas de espera en el Departamento de Veteranos, que se encarga de atender la salud de los militares retirados desde la Guerra Civil. Ayer, sin embargo, a las 6.30 de la mañana cambió la agenda del presidente para introducir una reunión con el responsable de esa cartera, seguida de una conferencia de prensa, que Barack Obama no había dado en casa desde hacía meses. La indignación popular, en vísperas de la tradicional celebración del Memorial Day, le impidió seguir ignorando la polémica.

«La última responsabilidad siempre recae sobre mí, que soy el comandante en jefe», dijo. Como en el caso de la penosa implementación de la reforma sanitaria, el mandatario defendió a su ministro y se negó a ofrecer su cabeza, que la oposición reclama a gritos. «Es importante que nuestros veteranos no se conviertan en otro partido de fútbol político», advirtió.

Sin embargo, el escándalo del hospital de Phoenix (Arizona), que sacó a la luz CNN hace un mes, se ha extendido desde entonces a otros 26 centros de atención médica, que aparentemente seguían la práctica de mantener una lista secreta de espera que no les arruinase las estadísticas. Oficialmente, se acercaban a la meta que les puso el Gobierno de que ningún veterano tuviera que esperar más de 14 días para recibir atención sanitaria, pero sólo porque las llamadas no se introducían en el ordenador hasta que se acercaba el momento de darles cita.

«Cuando escucho estas acusaciones de falta de ética, tanto si se trata de encubrir las listas de espera o cocinar los libros, no las aguantaré», prometió Obama. «Ni como comandante en jefe ni como estadounidense. Nadie debe aguantarlas. Si se demuestran es inmoral, vergonzoso y no lo toleraré. Punto».

Sólo en Phoenix, donde el médico jubilado Sam Foote destapó la práctica, esa lista secreta tenía entre 1.400 y 1.600 nombres que tardaban meses en llegar al ordenador. El médico asegura que más de 40 veteranos murieron mientras esperaban. Obama, por su parte, sostuvo ayer que «hasta ahora» la investigación abierta no ha encontrado ningún nexo entre esas muertes y la demora. «Eran gente que tenía enfermedades crónicas y buscaba otra cita, pero no necesariamente una atención urgente».

Tal vez, pero la falta de esa próxima cita les hizo agonizar de dolor mientras les llegaba a la muerte. Según dijo su familia a CNN, Thomas Breen, un veterano de la marina de 71 años, con sangre en la orina y cáncer en su historial, murió dando gritos de dolor cada vez que iba al baño. Su hijo llamaba todos los días para ver qué pasaba con la cita del urólogo, al que le habían remitido dos meses antes en la sala de urgencias. La respuesta: «paciencia». La lista de espera era de «siete meses».

Obama reconoció que los veteranos de guerra «han cumplido con su deber y todo lo que piden es que nosotros cumplamos ahora con el nuestro», pero insistió que hasta que no se complete la investigación, cuyos resultados preliminares espera la semana que viene, «no sabremos si el problema es sistémico o un episodio aislado». La oposición, sin embargo, ya utiliza el caso como ejemplo de la incapacidad gestora de su Gobierno, que desde antes de formarse promete acabar con la burocracia y las listas de espera que desesperan a los guerreros más curtidos.